En tiempos de remakes, secuelas y de reboots, un proyecto original como Resistencia (The Creator, 2023) resulta una bocanada de aire fresco. La ciencia ficción es un género que ha sido más lastimado que propulsado en lo que va del siglo; solo unas cuantas han desarrollado los conceptos básicos al plantear cuestionamientos relevantes acerca de la relación entre el hombre y las máquinas u otras hipotéticas especies inteligentes —Ex-Máquina (Ex Machina, 2014) es un claro ejemplo—. Gareth Edwards es un tipo que entiende muy bien la ciencia ficción y la fantasía. Si bien se había desenvuelto más en lo segundo hasta ahora [Rogue One (2016) es considerada por muchos como la única buena película de Star Wars de la era Disney], no había duda de que el tipo tenía el potencial para construir una historia cercana a la que directores como Ridley Scott o Denis Villeneuve nos habían entregado en el pasado. Por todo ello, es una pena que su nuevo trabajo no cumpla con las expectativas que todos tenían.
Imagen: 20th Century Studios, New Regency Productions, Entertainment One, Bad Dreams |
Resistencia nos posiciona en un futuro cercano en el que la inteligencia artificial, prohibida en Occidente tras un trágico incidente, se ha desarrollado ampliamente en Oriente, creando sociedades enteras diseñadas para y por seres sintéticos. Edwards y su equipo toman como referencia las películas más importantes del género para tratar de generar una propuesta fresca y valiosa. Y lo cumplen en cierta medida. El mundo en el que nos internan es fascinante; un relato situado en una guerra entre humanos y máquinas, con bastantes matices políticos, sociales y existenciales, alude a ese conflicto real que sostenemos actualmente con la inteligencia artificial, que, irónicamente, tiene muy inquietos a miles de trabajadores de la industria cinematográfica. Su estreno, por supuesto, es más que pertinente.
A pesar de un presupuesto muy inferior al del las superproducciones de Marvel, la cinta luce fantástica en todo sentido. Después de muchos meses en los que hemos atestiguado un trabajo pobre en esta materia en varios de los blockbusters de los grandes estudios, lo que vemos aquí es un CGI fino e inspirado que materializa y expande la visión del realizador. Destaca también el diseño de producción, que nos regala vehículos, props y personajes que se sienten plausibles dentro de este universo. Y si a eso agregamos la fotografía de Greig Fraser —quien, por cierto, trabajo más como supervisor que como operador en esta producción—, nos queda una de las obras visualmente más llamativas del año. Este debería ser el estándar de ahora en adelante.
Imagen: 20th Century Studios, New Regency Productions, Entertainment One, Bad Dreams |
Desafortunadamente, el guion de Edwards y Chris Weitz queda a deber bastante. Resistencia puede ser vista como una amalgama de lo preestablecido por Blade Runner (1982), The Terminator (1984) Akira (1988), y Ex-Máquina; su discurso toma prestadas las premisas —quizá más de la cuenta— de estos y otros títulos. Su meditación acerca de la humanidad que podría desarrollar la inteligencia artificial se torna interesante en algunos momentos, sobre todo cuando podemos dar un vistazo a estos seres como individuos que buscan saciar placeres individuales y necesidades espirituales; sin embargo, esto queda sepultado por una aventura un tanto genérica encabezada por un tipo endurecido por su pasado y una joven con habilidades extraordinarias, dinámica que ha sido explotada ya por The Last of Us (2023) y The Mandalorian (2019) recientemente. Queda, entonces, una sensación de que se trata de algo derivativo.
Edwards, igualmente, parece evocar demasiado a Neill Blomkamp. Resistencia, básicamente, propone lo mismo que Sector 9 (District 9, 2009), pero con robots; un protagonista que, tras convivir con seres oprimidos distintos a él, cambia su sentir y se revela ante los suyos para acabar su reinado de terror. Otro filme del sudafricano [Elysium (2013)] también se siente bastante a través del concepto de una avanzada base militar espacial con la capacidad de bombardear cualquier blanco en la Tierra; una especie de referente tecnológico que sirve, además, para marcar aún más la división entre dominadores y dominados. Aunque la película en cuestión se presenta como una original, mucho de lo que contiene lo hemos visto ya, y mejor ejecutado. Y no podemos olvidarnos de Rogue One, cuya estética y ambientación parecen calcados en el contexto bélico que aquí se pretende desarrollar, cercano al de Apocalipsis Ahora (Apocalypse Now, 1979).
Imagen: 20th Century Studios, New Regency Productions, Entertainment One, Bad Dreams |
Es una verdadera lástima que la idea de Edwards no haya quedado materializada con mayor brillantez. Su capacidad como guionista queda en duda con los enormes huecos de la trama y las numerosas concesiones que otorga para mover los sucesos; un tercer actor apresurado y hasta ridículo es prueba de ello. De cualquier manera, no podemos más que alabar su valentía por intentar llevar a la pantalla grande una historia relativamente original de esta envergadura. Demostrando que tiene la habilidad necesaria para dirigir un proyecto este tamaño —puesta en duda tras los supuestos problemas que hubo durante la filmación de Rogue One—, seguiremos atentos a lo que siga haciendo más adelante, aunque no estaría mal que cediera por completo la escritura a alguien mejor calificado.
Resistencia está actualmente en cartelera.
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