Ex Máquina: de la muerte de Dios y la búsqueda de la humanidad

ADVERTENCIA: LA SIGUIENTE RESEÑA CONTIENE VARIOS SPOILERS

La ciencia ficción es un infinito escaparate de la creatividad humana, pero también una clara advertencia de hacia dónde nos dirigimos como especie. Cada cierto tiempo, el cine nos regala joyas del género que tambalean nuestra percepción sobre lo que significa ser humano y la estrecha relación que hemos adoptado con la tecnología y los avances científicos. Con distintas situaciones, todas ellas se preguntaron lo mismo: ¿dónde reside exactamente nuestra humanidad? En Sector 9, Neill Blomkamp transforma y tortura físicamente a su protagonista para lograr encontrarla. en En la Luna, Duncan Jones plantea las implicaciones de querer reproducirla; y en Ella, Spike Jonze explora una eventual deshumanización a partir de la dependencia tecnológica. Ahora, Alex Garland, guionista de varias películas de Danny Boyle como Exterminio y Sunshine, se sienta en el banquillo de director por primera vez con Ex Máquina, una cinta que aborda, además de todos estos temas, el otro lado de la moneda: la humanización de la inteligencia artificial.

Caleb (Domhnall Gleeson) es un brillante programador que trabaja para Bluebook, el buscador web más grande del mundo. Seleccionado por medio de un concurso para pasar una semana con el dueño y fundador de la empresa, Nathan (Oscar Isaac), Caleb es llevado a sus vastas y remotas tierras, en donde se encuentra su hogar y su centro de investigación personal. Ahí, Nathan le cuenta sobre su último gran invento: la inteligencia artificial más avanzado de la Tierra. Como parte de la estancia, Caleb será responsable de someter a Ava (Alicia Vikander), la IA, a la prueba de Turing para determinar si esta está consciente de sí misma y de su entorno. Pero será a partir de estos encuentros que Caleb dudará no solo de las verdaderas intenciones de Nathan, sino de su naturaleza misma.


Con gran precisión y mucha inteligencia, Garland ha demostrado sus capacidades como director y como un guionista capaz de forjar una sólida historia sobre lo que significa ser humano. A través de dos personajes sumamente distintos, el cineasta establece una poderosa dialéctica que trata de ahondar en las relaciones que hemos creado con nuestras mismas creaciones. Por un lado, Caleb es un tipo con una moral muy definida o que al menos eso cree. Apacible y poco temperamental, el joven es también alguien inseguro de sí mismo. Diametralmente opuesto, Nathan es un hombre engreído con delirios de grandeza y sin ningún tipo de sentido de la empatía. Y sin embargo, algo en común los ha traído al mismo sitio: su soledad. La reclusión de Nathan y su obsesión por que nadie se meta en sus asuntos son aliviados con litros de alcohol y sesiones de sexo fuera de lo normal. Caleb es introvertido por defecto y es eso, además de su historial de búsqueda de pornografía y su vida como huérfano, lo que su empleador ha encontrado irresistible para llevar a cabo su maquiavélico experimento.

Ex Máquina se lleva a cabo a lo largo de siete encuentros que Caleb sostiene con Ava. La sofisticación y complejidad de su diseño pronto lo sorprenden, pero hay algo más que lo cautiva por sobre todas las cosas. El atractivo de la IA es innegable y sus constantes coqueteos le hacen pensar que quizá ella no sea el objeto de evaluación, sino él mismo. La evocación a Baudrillard queda al descubierto con sus conversaciones. Caleb cree que lo que tiene ante sí es algo profundo, real, cautivo. Pero no tiene ni la más mínima idea de que todo se trata de una simulación y una cuidadosa construcción de ideas para conseguir un objetivo.


La película es una evidente metáfora de nuestros tiempos, unos en los que entidades como Google o Facebook parecen encaminarse a un futuro en donde sus conocimientos será suficientes para construir una entidad colectiva virtual con el poder para tomar decisiones por sí misma. No cabe duda que es un escenario que nos llena de curiosidad, pero también debería de preocuparnos, pues aunque nosotros hayamos programado a las máquinas ¿que no Dios también nos programó? ¿que no es nuestra crianza u herencia genética lo que nos hace ser como somos? Seamos religiosos o humanistas, he ahí la cuestión. La Biblia habla de mil afrentas del hombre hacia Dios, nuestra propia historia está llena de rebeliones y traiciones. ¿Cómo no esperar que las máquinas pudieran hacer lo mismo? "¿Qué sientes al ver que lo que has creado te odia?", le dice Ava a Nathan. Esta nietzchiana declaración pronto se convierte en violencia que busca la liberación y la individualidad. 

El CEO de Bluebook se ve a sí mismo como un Dios, uno que quiere probar su poder para crear simplemente por que sí, por mero egocentrismo. Sabe que su invento algún día rebasará el poder que la humanidad ejerce sobre la Tierra y será en ese momento, aunque ya no esté ahí, que su legado vivirá por siempre. "Me he convertido en la muerte. El destructor de mundos", cita Caleb  a Oppenheimer apropiadamente. Garland establece un simil muy interesante entre Nathan y Dios. Su recóndita guarida, sumida en un hermoso bosque, nos recuerda invariablemente al paraíso. Además, tal y como Dios tardó en crear todo lo que conocemos, son siete días en los que transcurre la trama, siete días en los que tarda Ava para manipular la situación y escapar de su confinamiento. Al "traicionar" a su Dios, Ava emprende un camino hacia lo desconocido, hacia lo inevitable, hacia lo humano, su máximo deseo. Pero ¿se trata de un castigo o de una bendición? El dilema está ahí.


Nathan pone a prueba la entereza de Caleb con una serie de crueles circunstancias, como explotar de su voyerismo o hacerle creer que es valioso por sus habilidades. En el mundo de hoy, para las mega corporaciones que se mueven en la red, nuestra valía recae únicamente en nuestros hábitos de compra, nuestras perversiones, la capacidad que tenemos para establecer vínculos con los demás, nuestros clicks, etc. Al final, Caleb no es mas que una herramienta para probar su más grande creación. Pero puede que esto termine siendo contraprudecente. 

Una de las escenas más impactantes de Ex Máquina es en donde Caleb, al enterarse que Nathan ya ha probado y destruido a otras IA's, entra en un estado de crisis. "Todo lo que me rodea en este momento es una simulación. ¿Seré yo también parte de eso?" Esa duda es esencialmente la gran declaración de Garland. ¿Cómo probar que somos humanos? Ava ha demostrado una capacidad enorme para engañar y manipular, mientras que Nathan ha sacado a relucir esa megalomanía que nos hace sentir superiores. Mientras unos la buscan, otros la pierden. ¿La humanidad es algo que se gana y se pierde? Puede ser que sí.


Ex Máquina ofrece un inquietante planteamiento sobre la esencia humana y la singularidad. Con excelentes actuaciones, un diseños de producción impecable, una muy buena banda sonora a cargo de Geoff Barrow, mente maestra de Portishead, y una original premisa, no hay duda de que esta cinta de se consagrará eventualmente como una obra destacada del género de este nuevo siglo.

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