Buenas Noches, Mamá: de la culpa y otros demonios

ADVERTENCIA: LA SIGUIENTE RESEÑA CONTIENE VARIOS SPOILERS.

Una nueva ola del cine de terror revitaliza el tan lastimado género. Lejos de los sustos baratos, los chorros de sangre y los predecibles finales, cintas como Está Detrás de Ti (It Follows), The Babadook; y ahora, Buenas Noches, Mamá (Goodnight Mommy) integran una fresca propuesta realmente inteligente y que aborda problemáticas actuales de una sociedad consumida por el miedo, la paranoia y la angustia. La película austriaca en cuestión, una de las más alabadas en el último año, trae consigo un planteamiento tan terrorífico como perturbador: Que tal que, después de un tiempo, nuestra madre regresa a casa solo para preguntarnos si realmente se trata de ella. Buenas Noches, Mamá presenta esta inquietud a través de un esplendoroso festín visual que logra estimular nuestros sentidos e incluso desquiciarnos por unos momentos.

Después de someterse a una cirugía reconstructiva, una madre regresa a su lujosa y aislada casa en medio del bosque. Con la cara cubierta, una actitud de pocos amigos y un comportamiento inusual, sus hijos, unos traviesos gemelos, empiezan a sospechar que alguien más estaría haciéndose pasar por su madre. Después de que esta empieza a tomar severas medidas para evitar que los niños creen algún tipo de problema que pueda interrumpir su descanso, la ansiedad comienza a apoderarse de ellos. Así, varias pistas harán que su teoría tome más fuerza, a tal grado de que decidirán tomar cartas en el asunto, lo cual desembocará en una violenta confrontación familiar y una triste revelación.

Dirigida por Veronika Franz y Severin Fiala, esta obra trata el vínculo madre-hijo de una manera poco convencional. La mujer, en medio de un estrés post traumático, se enerva a la menor provocación. Los niños tampoco ayudan demasiado, pues sus descuidos y desobediencia contribuyen a aumentar el malestar de la madre. El maltrato físico y psicológico no se hace esperar. La madre, determinada a estar tranquila, no tarda en amedrentar y amenazar a sus hijos. Es ahí cuando las sospechas de apoderan de ellos. ¿En dónde está la amorosa y tierna mamá que les cantaba antes de dormir? El punto de vista de los gemelos se hace el nuestro. Hay algo muy extraño en aquella mujer que no encaja con alguien en su sano juicio.

Los directores austriacos se apoyan en sutiles pero efectivos recursos para crear una misteriosa y siniestra aura alrededor de la madre. Ya sea con un diseño de sonido enfocado en acentuar cada movimiento y acción de la atormentada mujer, o con bellas y espectrales escenas que parecerían convertirla en un ente maligno, su papel dentro de la historia parecería estar más que claro, pero no podríamos estar más equivocados.

A pesar de que las pesadillas de los niños alimentan sus dudas y los vendajes de la madre crean un su rostro facciones malignas, los papeles eventualmente se invierten y es ahora ella quien hará frente a toda la malicia que un niño puede desplegar. 

Pero antes de seguir, es preciso comentar algunos aspectos destacados sobre la narrativa y lo visual que los directores han pedido prestados de grandes figuras del cine europeo. Las magistrales escenas de las pesadillas, sobre todo la primera, en donde la madre recorre el bosque desnuda, parece haber sido extraída de la Trilogía de la Depresión de Lars Von Trier. Incluso podríamos pensar que su personaje pudo haber escapado de ella. En este momento todavía tenemos la impresión de que hay algo de maldad dentro de sí y sus erráticos y bellos movimientos con un sombrío panorama alrededor refuerzan esta idea. 

Después tenemos la tortura a la que someten a la madre los gemelos. Aunque sus intenciones parecen ser justas y necesarias, queda una pequeña sensación de lo que están disfrutando, lo que irremediablemente nos remite a Haneke y Funny Games. El hecho de que en su misma casa la madre esté pasando por el peor de los infiernos evocan a la gran cinta del laureado cineasta.

Y sí, que los hijos asuman el papel de los victimarios es quizá el mayor acierto de esta película. Si bien su inocencia queda manifiesta todo el tiempo con el amor que tienen por su madre, el cariño que tienen hacia los animales y los tontos juegos que practican, su lado más oscuro sale a relucir cuando pegan los labios de su madre o cuando hacen sangrar sus encías con hilo dental. El concepto del "niño maligno" no es nuevo, pero en Buenas Noches, Mamá hay un razón muy terrenal para respaldarlo. La necesidad de sentir cobijo de parte de nuestra propia madre lo puede más que todo. Pobre de aquel que trate de suplantarlo.

La revelación final, de que uno de los gemelos en realidad ha muerto y es solamente una alucinación del otro, quizá no conlleva un gran impacto, pero nos hace reflexionar todavía más sobre el asunto. Antes de ser consumida por las llamas de un incendio provocado por su hijo, la madre le pide que se deje de culpar por la muerte de su hermano. Este le pide entonces que demuestre que puede ver al otro niño y le diga qué está haciendo, pero al no poder hacerlo, el pequeño es convencido por su alucinación de consumar lo que iniciaron. Toda la película está concebida alrededor del "ver"; de hecho, el título original de la misma es literalmente "Yo veo, yo veo". Los puntos de vista que nos ofrece la historia son unos influenciados por la duda y el malestar. El hijo ve a su madre, pero no ve por lo que está pasando. La madre ve a sus hijo, pero no ve por lo que ha pasado desde la muerte de su hermano.

Buenas Noches, Mamá es el relato de una tragedia de la que nadie tiene la culpa, pero en la que a ninguno de los involucrados le queda claro. El sentimiento de culpa embarga a los personajes y los lleva a cometer acciones reprobables y violentas. La película, al igual que las mencionadas en un comienzo, innyecta situaciones cotidianas que nos preocupan a diario con una pequeña dosis de horror que cambian completamente la visión de las cosas. Enhorabuena por este tipo de historias. Ojalá sigamos viendo más.