Crítica - El Triángulo de la Tristeza: la clase emética

El hijo dorado consentido del Festival de Cannes, Ruben Östlund, propone en su sexto largometraje, El Triángulo de la Tristeza (Triangle of Sadness, 2022), un desborde en consecuencia de las exploraciones persistentes de dinámicas sociales en ámbitos diversos, sumando ahora elementos más explícitos a la tendencia actual que apunta a simular conflictos de clase hiperbólicos en los que las altas esferas, ese ya casi mitológico —igualmente cuestionado y deseado— 1 %, son puestas en escenarios para extremar vilezas y hacer estallar sus burbujas palaciegas de comodidad personal y económica.

Formado en un documentalismo deportivo singular y explosivo, Östlund fue encontrando su nicho en un minimalismo crítico, el cual llegaría a su punto más alto con  Fuerza Mayor (Turist, 2014), obra que perfila a través de las grietas de una familia hegemónica-idealizada varias de sus preocupaciones habituales, tanto técnicas como temáticas: planos sostenidos sin cortes donde se cuela una búsqueda por autenticidades eruptivas entre la inmediatez y la casualidad mientras indaga en cuestiones como los mandatos de género, el miedo paralizante y la psicología de grupos.

El Triangulo de la Tristeza critica
Imagen: Imperative Entertainment, Film i Väst, BBC Films, 30WEST, Plattform Produktion, Piano

En su película más reciente, la acción se divide en tres momentos decisivos —cuatro, si contamos el prólogo breve que se encarga de ironizar el mundo de las marcas y sus blancos de mercado diferenciados—. El primero, “Carl & Yaya”, quizá el más sólido y certero en sus observaciones sobre la pareja de modelos/influencers titular —interpretados por Harris Dickinson y Charlbi Dean en un escarceo y juego de poder constante y lleno de fricciones—, es la presentación de los personajes eje, quienes aunque irán cediendo foco a una coralidad interpretativa, más tarde se vuelven la llave de entrada para las partes 2 y 3: “El Yate” y “La Isla”, respectivamente.

Organizadas con la experiencia de un orquestador de sketches, Östlund recurre a lo satírico episódico para ir detonando situaciones de corte sociológico, en algunas ocasiones agudas/mordaces, y en otras más complacientes/superficiales.

Podría decirse que desde el nombre mismo de la cinta la sátira tiende a la saturación, pero acá el plato cinematográfico, repleto de dedicatorias, y que pretende salpicar a todos los estratos y clases sociales, termina en un recargado pero inocuo desfile de excentricidades burlescas que perturban apenas. Como la mosca que ronda a Carl con la insistencia del sonido incidental, motivo sugestivamente perpetuo que pasa a fugaz y bruto guiño a William Golding.

El Triangulo de la Tristeza critica
Imagen: Imperative Entertainment, Film i Väst, BBC Films, 30WEST, Plattform Produktion, Piano

La secuencia de la cena del capitán, que busca ser célebre a toda costa —y en la que la sutileza y el referido minimalismo que a veces usaba el realizador han saltado por la borda—, da paso a una seguidilla estrepitosa de vómitos y desechos corporales que inundan la nave y orillan al filme a un naufragio provocado por caricaturas propias de malos chistes —“un comunista estadounidense y un capitalista ruso entran a un bar...”; “un anciano vendedor de armas recibe una granada en la mano...”—.

Para terminar, las escenas en la isla alimentan de forma contenciosa y abierta el mismo miedo que se asoma al final de Parásitos (Gisaengchung, 2019) y durante todo Nuevo Orden (2020), aquel que dice que quien está abajo saldrá con violencia vindicativa a desquitarse contra quienes están arriba. A pesar de que Abigail —una sobria y portentosa Dolly de Leon— jamás asesta ese golpe funesto y artero, la cámara ya se ha encargado de caracterizarla como una amenaza primitiva, desencajada y salvaje. Al menos el plano restante será la huida frenética de alguien en busca de una catártica libertad mínima corriendo entre lacerantes ramajes interminables.

El Triángulo de la Tristeza está actualmente en cartelera de cines independientes.


Juan Ramón Ríos. Cinero/escritor.

Comentarios

  1. No sé quién es Juan Ramón Rios, pero claramente no sabe nada de cine. Consigan críticos de verdad.

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  2. Es fácilmente la peor reseña que he leído en mi vida. Este tipo no sabe redactar, no sabe de cine y hasta parece que no vio la película. Ya no puedo tomar en serio a esta página.

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  3. Ya investigué a este pelele y al parecer es un don nadie que se cree mucho porque consiguió una mención (ni siquiera ganó) en un concurso poco conocido de crítica. Encontré su cuenta de Letterboxd y todos sus escritos son deplorables. Pretencioso a más no poder y con un nulo conocimiento de cine y redacción.

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  4. Este idiota no entendió Parasite y tampoco Triangle of Sadness. Sospecho que ni siquiera vio esta última.

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  5. No permitan que este wey vuelva a tocar un teclado

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