Fuerza Mayor: cuando el instinto más primitivo nos devora

Hay quienes dicen que nuestro verdadero yo sale a relucir en aquellas situaciones en donde los impulsos, de cualquier tipo, toman el control. Freud lo expuso de maravilla con todo el concepto del ello, el yo y el superyó. Como miembros de una sociedad, la cual juzga cada una de nuestras acciones, estamos determinados a mantener alejado de la vista de los demás a nuestro instinto más primitivo, o sea, el ello. Por supuesto, y en la mayoría de los casos, esto lo hacemos de manera inconsciente, aunque hay situaciones muy específicas de la vida en que este se apodera completamente de uno. El sexo es una de ellas, pero ¿qué hay acerca de la supervivencia? Y lo que es más interesante: ¿cómo explicar nuestras acciones más instintivas, y probablemente cuestionables, a los demás cuando el peligro ya ha pasado? Fuerza Mayor plantea esta pregunta de la manera más cómica y cruel posible.

Tomas y su familia han decidido pasar sus vacaciones en un resort de ski de lujo enclavado en los Alpes franceses. Ebba, su esposa, desea que su marido adicto al trabajo esté realmente con ellos, por lo que su teléfono se ha de convertir en una zona prohibida durante los días siguientes. Tras pasar divertidas jornadas esquiando y admirando el hermoso paisaje, Tomas, Ebba y sus pequeños hijos comen en una de las terrazas del hotel cuando una avalancha controlada los asusta a ellos y a todos los presentes. Nada ocurre en absoluto y de no haber sido por el hecho de que Tomas salió despavorido dejando a sus seres queridos atrás todo seguiría de maravilla. Consternada y decepcionada, Ebba obliga a Tomas a enfrentar la situación durante el resto de las vacaciones, lo que se convertirá en el momento más incómodo y difícil de sus vidas.

Dirigida por el sueco Ruben Östlund, Fuerza Mayor pone un simple cuestionamiento sobre la mesa: ¿dejarías a tu familia a su suerte mientras salvas tu propio pellejo? Sí, es probable que la mayoría responda que no, que primero salvaría a los suyos y luego vería por sí mismo, pero ¿habrá manera de comprobar eso mas que en el momento decisivo? Al igual que en la experiencia de Tomas, la decisión se reduce a milésimas de segundos, eso siquiera si todavía somos capaces de tomar el control. Entonces ¿amerita juzgar al hombre tal y como su mujer severamente lo hace? 

Östlund pone a todos a prueba. Su mirada nunca emite un juicio contundente sobre lo ocurrido, las cosas están más que claras, aunque el mismo Tomás se niegue a aceptar lo que su esposa comienza a contar a todo a quien conoce en el resort. Lo sucedido cae como un anillo al dedo para Ebba, pues desde el principio podemos notar cierto resentimiento hacia él, no le perdona que ni siquiera en su periodo vacacional puede plenamente entregarse a ellos. Ahora, al ser testigo de su "cobardía", Ebba sabe que Tomas no está dispuesto a darlo todo por ella y sus hijos por más que pague las cuentas y diga que los ama. Le cuesta creerlo, pero sabe que por fin se ha dado cuenta. Por otro lado, el asunto es igual de difícil para él. Si bien intenta darle poca importancia a todo, el cambio de actitud de su esposa pronto le deja ver que la ha afectado demasiado. Por más que lo hablan y hablan, Ebba no puedo olvidarse de ello, cosa que termina por hacer sentir culpable a Tomas.

Resulta sumamente ingenioso el tema que el director ha querido abordar con esta peculiar cinta. El hecho de que la familia de uno lo tome por cobarde es el tema central de esta historia, pero Östlund también pretende indagar en las relaciones sociales, en los malos entendidos y en ese empeño distintivo del humano por juzgar y por tratar de encontrar siempre algo más allá de lo que se dice. Un par de las escenas más graciosas de la película demuestran este punto. Un día después de la avalancha, una pareja amigos del matrimonio llegan también al resort para vacacionar. Cuando los invitan a cenar, Ebba no duda en contarlo todo con lujo de detalle para el asombro y vergüenza de Tomas. Mats y Fanni, sus amigos, no tardan en sentirse incómodos con aquello, pero igualmente fijan su postura y opinión. Aunque no lo hace explícitamente, Fanni muestra su apoyo a Ebba, mientras que Mats busca dar una explicación racional a la acción de Tomas, tratando excusarlo en el proceso. Cuando la incómoda velada llega a su fin, Fanni parece haberse contagiado de la actitud de Ebba y comienza a increpar a su novio declarando que seguramente él hubiera hecho lo mismo de verse en el lugar de Tomas. Así, una noche de dimes y diretes, discusiones sin sentido y una cómica pelea derivada de darle un distinto significado a las palabras del otro los aguarda.


El gran trauma de Ebba tiene más sentido cuando la vemos interactuar con otras personas en el hotel, particularmente con una promiscua turista que asegura vivir felizmente teniendo relaciones sexuales casuales además de tener una pareja estable e hijos. Para Ebba esto es incomprensible, el hecho de que los valores y la acción de entregarse a un solo hombre no rijan la existencia de aquella mujer le parece algo vil y asqueroso. Escucharla le hace sentir un ataque directo hacia su persona y a todo lo que cree. Irónicamente, el reciente acontecimiento con su esposo le ha dejado ver que en efecto una vida como la que creía tener no podría ser perfecta después de todo.

Mientras avanza la trama, marido y mujer tratan de evitar un desastre marital sobre la marcha. Haciendo uso de tácticas de manipulación en la que involucra a sus hijos, quienes están afectados igualmente no por ver a su padre como un cobarde, sino por un posible divorcio, Tomas pone las cosas todavía más difíciles para Ebba. Y será un nuevo suceso en donde el primero tendrá que mostrar su heroísmo de una vez por todas y así revertir su suerte, sin siquiera pensar con la maña que su esposa está dirigiendo este juego.

Al final, cuando las vacaciones han terminado y se disponen a bajar de las montañas a bordo de un autobús manejado por un inexperto conductor que fácilmente podría volcarlos por el vacío, el instinto de Ebba sale a relucir cuando sale disparada del vehículo y olvidándose de todos los demás pensando que en cualquier momento se estrellarán. Mientras bajan a pie por la carretera, Tomas ya es otro. Cuando un hombre le ofrece un cigarrillo y este lo acepta a pesar de que no fuma, tal y como su hijo lo hace notar, el recientemente hostigado hombre ha tenido su pequeña e íntima venganza.


Östlund dirige esta película de manera excepcional. Los fluidos diálogos y las intensas y largas escenas en donde el conflicto marital crece desmedidamente pueden llegar a ser tan cómicas como dramáticas. La picardía y aparente serenidad con la que el director filma añaden una tensión que surge de la nada en los momentos más inesperados. De igual manera, el uso de unos ruidosos violines, las distintas tomas de las explosiones controladas en las montañas y los hermosos panoramas nevados en donde reina la calma nos mantienen a la expectativa de que algo más va a ocurrir; y sí, el problema de los protagonistas nunca está cerca de terminar.

Fuerza Mayor es una divertida exploración de las relaciones humanas desde un punto de vista muy poco convencional y dentro de una situación poco común en la que por supuesto nadie se quiere ver involucrado. Tal y como su título lo expone, esta cinta trata sobre esa fuerza natural que proviene de nuestro lado más primitivo, aquella contra la que nadie puede luchar y la que, idealmente, nadie debería juzgar.

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