Reseña - Parásitos: una intensa comedia negra sobre el clasismo

Casi derrotado, sumamente triste, y sin nada más que perder, Ki-taek (Song Kang-ho) murmura: "Si haces un plan, la vida nunca resulta de esa manera". El contexto de esta frase le otorga un mayor impacto y cierta desolación; una contundente declaración que podría describir la vida de las decenas de desplazados que yacen a su alrededor en un viejo edificio acondicionado como refugio temporal.

En Parásitos, ganadora de la Palma de Oro en el festival de Cannes este año, hay ricos y pobres, y cuya diferencia, más allá de la riqueza, radica en la posibilidad de planear su existencia. Mientras los más desgraciados viven al día, lo más afortunados se dan el lujo de pensar en qué gastarán sus recursos mañana, pasado y así. La universalidad de esta situación hacen de la cinta una crítica que resuena notablemente en las sociedades contemporáneas.

La familia Kim sobrevive como puede. Viviendo en un medio sótano en un barrio pobre, Ki-taek, su esposa Chung-sook (Chang Hyae-jin), su hijo Ki-woo (Choi Woo-shik), y su hija Ki-jeong (Park So-dam) arman cajas para pizza buscando ganar algo de dinero, lo cual apenas les alcanza para comprar un poco de comida.

Todo cambia cuando un amigo de Ki-woo llega con una interesante proposición: hacerse pasar por profesor de inglés y darle clases a una niña rica. Ki-woo se hace con el trabajo gracias a su astucia, y pronto también ve la oportunidad de obtener un poco más de la familia Park. Con la ayuda de los suyos, el engaño se hace todavía más grande, pero un inesperado descubrimiento no solo pondrá su plan de cabeza, sino que les hará reflexionar sobre su papel en la sociedad.


Después de una serie de muy buenas películas, Bong Joon-ho finalmente se consagra globalmente con Parásitos, una película que muestra una vez esa preocupación suya por dotar a sus obras de una carga crítica hacia distintos aspectos del capitalismo, el consumismo y el clasismo.

Aunque enclavadas en mundos distópicos o situaciones fantásticas, el trabajo del cineasta siempre ha logrado retratar con precisión los sentimientos de los oprimidos, asediados siempre por la adversidad y humillación de los ricos. Ahora, en Parásitos, Bong Joon-ho se aleja del cine de género para enmarcar esta eterna confrontación en un entorno más reconocible y en total sintonía con nuestros tiempos.

En un tono cómico, pero ciertamente decadente, Bong Joon-ho comienza Parásitos dejándonos entrar a la casa, si se le puede llamar así, de los Kim, un casi sótano al que apenas entra la luz del día, y por el que algunos insectos se pasean por las sobras de comida como si nada.

A pesar del infortunio del que son víctimas, los cuatro mantienen una buena convivencia y disfrutan de la compañía del otro; pero más importante aún, algunos de sus sueños permanecen intactos. Ki-woo, por ejemplo, ansia entrar a la universidad para salir de esta situación y ayudar a su familia. Ki-taek también mantiene la esperanza, aunque esta llegue en forma de una extraña piedra regalada a modo de tributo por un amigo de su hijo. Esto nos hace preguntarnos: ¿están los Kim aferrados a una utopía o a algo verdaderamente posible?


Arriba, en todos los sentidos, están los Park, una familia acaudalada que vive en una hermosa casa vanguardista diseñada por un reconocido arquitecto. Con amplios espacios, una iluminación perfecta, y un staff completo a su disposición, estas personas gozan del privilegio de su clase. Los Park no parecen malas personas. Los padres son un par de bobos derrochadores obsesionados con sus hijos y con un montón de nimiedades.

Los Kim, más astutos que ellos, se ponen en su camino de forma inadvertida inicialmente, pero la batalla que eventualmente emprenden deja al descubierto ese vicio humano de querer aplastar a los demás. En una sociedad corroída, en la que sus integrantes solo se preocupan por ellos mismos, y la supervivencia se convierte en el único fin, todos son parásitos.

La paulatina pero segura ascensión de los Kim nos recuerda a Snowpiercer, también de Bong Joon-ho, aunque en un formato vertical. En aquella menospreciada cinta de ciencia ficción, el director nos presenta una estructura similar, pero de forma horizontal.

En un tren donde se encuentra el último reducto de la humanidad, los que van adelante disfrutan de toda clase de comodidades y placeres, mientras que los que van atrás deben vivir en la inmundicia y someterse a la brutalidad de los pudientes. El coreano, llamando a esta su película de "pasillo", denomina a Parásitos como la de "escalera". La presentación es distinta, pero la idea es la misma. La eventual revuelta, al final, luce inevitable.


Pero quizá el más grande acierto de esta obra radica en el súbito cambio de tono, cuando las cosas se ponen serias, y lo que está en juego de pronto es de vida o muerte. Los giros de tuerca que aguardan en Parásitos no se pueden dilucidar ni a un kilómetro de distancia, y revelarlos claramente le restaría impacto a la cinta, pero estos contribuyen a crear una inesperada tensión digna de cualquier thriller.

Los Kim, casi victoriosos, son puestos a prueba y reciben una cucharada de su propia medicina que destruye por completo el plan casi perfecto que perpetraron desde el comienzo. La vida, como sabiamente dice Ki-taek, en realidad no puede planearse.

En Parásitos, Bong Joon-Ho expone los deseos y frustraciones de un grupo de individuos víctimas de su propia sociedad. El golpe de suerte que han tenido ni siquiera parece satisfacerlos del todo. La pretensión y superficialidad con la que se ha encontrado les resulta enfermiza, sobre todo a Yi-wook, quien, antes del clímax, se pregunta realmente si alguna vez podría encajar en un ambiente como ese.

Pero Yi-taek es quien realmente explota al final al protagonizar una venganza producto de una acumulación de humillaciones y sentimientos encontrados. En los últimos desoladores instantes de la cinta, los deseos son meros sueños que quizá nunca su cumplan, mientras que las frustraciones son más reales que nunca. Quizá alguien tuvo lo que se merecía, pero otro más siempre deberá ocupar el lugar de arriba.

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