En Belfast (2021), lo nuevo de Kenneth Branagh, todo resulta demasiado idílico como para tomarlo como un recuerdo. Los adultos cuentan chistes; los niños se enamoran; los abuelos dan consejos sobre cualquier cosa... En pleno inicio de una guerra civil —que a la postre le costaría la vida a cerca de 3,500 personas— la familia de Buddy (Jude Hill), el protagonista, se mantiene al margen del incipiente conflicto yendo al cine, festejando la Navidad y conviviendo en todo momento. Si bien los problemas de pareja y las dificultades financieras los aquejan, su unidad les permite resistir estos embates. Esto, por supuesto, no fue igual para cientos de familias que perdieron a seres queridos a causa de una lucha impulsada por el odio. Branagh, claro está, puede contar la historia que quiera, pero hay algo ciertamente fantasioso en ella que termina por opacar una terrible realidad.
Imagen: TKBC |
Buddy es un niño de 9 años que vive con su familia en el Belfast de 1969. La tensión social está a tope, pues el conflicto entre católicos y protestantes ha escalado hasta desatar la violencia en las calles. Buddy, confundido, trata de distraerse conviviendo con sus amorosos abuelos, intentando que la niña que le gusta le haga caso y yendo al cine con sus padres. Al mismo tiempo, su papá (Jamie Dornan), busca una mejor suerte para ellos fuera del país, aunque su mamá (Catríona Balfe) se muestra renuente a abandonar todo lo que conocen. Conforme las cosas se tornan más peligrosas, y la vida en la casa que han llamado hogar se vuelve insostenible, Buddy y los suyos deben tomar una difícil decisión para asegurar su futuro como familia.
Nominada a siete premios Óscar, Belfast sigue la tendencia a la que muchos autores se han unido en los últimos años: conversar con su pasado para rendirle un homenaje a las cosas, a las personas o a los sucesos que los definieron como individuos o como cineastas. Si bien el británico no es estrictamente un autor, su voz y sus actuaciones se han hecho sentir en Hollywood por décadas, posicionándolo como una figura importante de la corriente clasicista del medio. Pero, a diferencia de Quentin Tarantino, Alfonso Cuarón, Pedro Almodóvar, Paolo Sorrentino y Paul Thomas Anderson, Branagh nos presenta sus memorias como una puesta en escena donde todo parece estar demasiado controlado; nada, aparentemente, puede salir mal, a pesar de lo que vivió en esa época. El resultado, entonces, es una película de tono ultraligero que se resiste a enfocarse en lo más oscuro de la división social para seducir al público con un relato trillado y complaciente.
Para ello, el director y guionista recurre a un elenco que cumple con el cometido de proyectar lo idílico de su propuesta. Hill, como Buddy, es un derroche absoluto de ternura. La inocencia del joven actor se traduce a la perfección en el alter ego del director; cada palabra que dice y cada acción que realiza están cuidadosamente planeadas para construir un personaje irresistible. Algo similar ocurre con sus padres, cuyo absoluto amor por él y su hermano dan como resultado un hogar en donde solo las fuerzas externas son responsables de su relativa desgracia. Y si a eso agregamos la presencia de los abuelos —interpretados por Ciarán Hinds y Judi Dench—, quienes inundan las habitaciones del lugar con su infinita sabiduría, parecería que al interior de esta familia no pasa nada malo, y eso es indudablemente aburrido.
Imagen: TKBC |
Branagh, concentrado totalmente en crear la fantasía perfecta, hace caso omiso al conflicto que sucede alrededor de la familia. Si bien el ambiente de tensión se siente en diversos momentos —principalmente, cuando el papá se niega a cooperar con los líderes protestantes—, la falta de contextualización sugiere un deseo de mostrar únicamente lo bueno, lo cual no necesariamente está mal, aunque sí que desconcierta cuando, al final, una leyenda nos indica que lo que acabamos de ver está dedicado a los que se fueron, a los que se quedaron y a los que perdieron la vida. No es que el director les esté faltando al respeto, pero su propuesta no encaja del todo en el sufrimiento y la intolerancia que marcaron a un país entero durante muchos años.
Todo esto permite entender por qué Belfast está presentada como una obra de teatro o como una película dentro de una película. El constante uso de segundos y terceros planos y que el enfrentamiento final esté construido como un duelo sacado de un western nos hacen sentir que, efectivamente, estamos viendo algo producto del artificio. Branagh, sin duda, se toma muy en serio aquella máxima de que el cine no debe imitar la realidad, y en eso tiene un gran acierto; pero, en lugar de buscar un reflejo o algo un poco menos convencional, se decanta por una versión idealizada y sumamente pulcra de un periodo trágico, abusando incluso de varios clichés.
Imagen: TKBC |
Aun así, Belfast encuentra su mayor virtud en la calidez que el nominado al Óscar Hinds le aporta a su personaje. Cada una de las intervenciones del abuelo rayan en lo memorable. Su química con Hill es especial, pues no queda duda de que realmente estamos viendo a un nieto aprendiendo de un hombre que se enfrenta silenciosamente a su propia mortalidad conforme avanza la historia. La eterna Dench tampoco decepciona con un papel más limitado y no tan crucial; sin embargo, es Hinds por lo que se recordará a esta película.
En distintos momentos, el guion de Branagh somete a Buddy al dilema de seguir un camino fácil o uno complicado pero más satisfactorio. Y aunque pareciera que la decisión será tomada por él, su punto de vista se hace sentir dentro de la familia. De hecho, los personajes se enfrentan al hecho de ver cómo sus vidas escapan de su control; "¿qué quieres tú?", se escucha frecuentemente durante toda la cinta, con lo que Branagh trata de darle voz y voto a sus protagonistas, a pesar de los tiempos tumultuosos en que viven. Si tan solo hubiera encontrado la manera de entrelazar con mayor efectividad este concepto con el contexto del conflicto norirlandés, Belfast posiblemente podría haber resultado más atractiva en todo sentido.
Belfast se encuentra actualmente en cartelera.
Comentarios
Publicar un comentario