Venom: una pobre e infantil representación del antihéroe

Las críticas hacia las producciones de los Estudios Marvel generalmente están divididas. El tono cómico, la fórmula narrativa y la caracterización de sus protagonistas suelen ser argumentos de quienes las detestan; y aunque ciertamente tienen razón en varios puntos, la productora ha demostrado que son casi los únicos capaces de realizar adaptaciones convincentes de estos populares personajes. Sony y Fox han fracasado en casi todos sus esfuerzos, solo Logan y un par de películas de Spider-Man y los X-Men se salvan de esta embarazosa categoría. Ahora, uno de estos estudios decidió que era buena idea crear su propio universo cinematográfico sin su mayor estrella. Venom, la primera entrega de este todavía utópico proyecto, es un mal comienzo no solo por la idea misma, sino por una pésima ejecución y la sensación de que hemos regresado más de diez años en el pasado en cuanto a cintas de superhéroes se refiere. 

Eddie Brock (Tom Hardy) es un famoso periodista de investigación que se dedica a revelar las malas prácticas de distintas instituciones y personajes de San Francisco. Su siguiente blanco es Carlton Drake (Riz Ahmed), un visionario billonario y filántropo del sector tecnológico dueño de la compañía Life Foundation, y que recientemente se ha hecho en secreto de varios especímenes extraterrestres denominados "simbiontes", los cuales tienen la capacidad de vincularse con otros seres vivos para sobrevivir en un ambiente hostil. Cuando Brock falla en exponer lo que realmente ocurre en Life Foundation y su vida queda hecha trizas, este decide infiltrarse en la compañía para probar sus acusaciones. Es ahí donde uno de los simbiontes, Venom, se une a él dándole poderes inimaginables y un hambre insaciable. Furioso y sorprendido, Drake descubre que sus planes para la raza humana pueden hacerse realidad con la ayuda de los simbiontes.

Por cosas como Venom, el cine de superhéroes es percibido como un producto inferior que solo busca satisfacer un interés económico aprovechándose del atractivo del género para las masas. Si bien Sony hicieron bien las cosas en un comienzo con la primer versión cinematográfica de Spider-Man (la cual también tiene sus puntos bajos), el segundo intento dejó bastante que desear; ahora, con el arácnido ocupado en sus propias aventuras con los Avengers, el estudio se ha empeñado en crear un universo habitado con los villanos de los cómics del superhéroe. Venom, como un antihéroe y uno de los personajes más representativos de esta mitología, parecía el menor de los males entre una seguidilla de malas decisiones; sin embargo, el resultado confirma la poca visión del equipo creativo y la extraña caracterización de un protagonista tibio y sin encanto alguno.

Hardy, popular actor que ha sabido involucrarse muy bien con el cine de género casi todo el tiempo, encarna a Eddie Brock, un tipo con un buen trabajo, a punto de casarse y probablemente en la mejor etapa de su vida. Como cualquier película de origen de esta naturaleza, la exposición del argumento es extensa, tediosa y aburrida. Durante el primer tercio de la trama, el espectador es sometido a la lenta degradación física y emocional de Brock, cuya existencia se vuelve un completo caos de un momento a otro. Al mismo tiempo, se nos presenta a Drake como el estereotipado villano sin escrúpulos y doble cara, líder además de una corporación en busca de la supuesta salvación de la humanidad a costa del sufrimiento de la misma. El enfrentamiento entre ambos es redundante y poco convincente, sin mencionar que Hardy y Ahmed lucen sumamente ridículos en sus papeles cuando tratan de ponerse serios, sobre todo el segundo, quien ya tuvo un rol similar en Jason Bourne no hace mucho.


Venom es una película de superheróes que por momentos a punta hacia la misma dirección de Deadpool, pero las restricciones inherentes de la clasificación le impiden desenvolver la personalidad monstruosa e implacable del antihérore. Si bien la franquicia del mutante mercenario tampoco es del todo buena, esta al menos cuenta con un actor que se ha integrado casi como un simbionte a su personaje. En este caso, Hardy no puede hacer mucho con líneas trilladas y una caracterización sumamente endeble que no examina del todo la traumática experiencia de Brock, la cual es dejada de lado rápidamente y de forma conveniente para el desarrollo de la acción, las peleas y uno que otro deceso. Al final, la cinta termina por ser complaciente para que el público infantil pueda encontrar en el terrorífico protagonista un ser relativamente bondadoso y simpático que solo devora a los malos.

Quizá el aspecto más irritante del filme es la manera en la que los riesgos se maximizan de pronto y casi de la nada. A pesar de todo, el relato de Brock comienza como uno personal en el que el desdichado periodista busca reivindicarse como profesional. Esto, por supuesto, también le sale mal, lo que le hace encontrarse con el alienígena y entablar una tortuosa relación con él. Pero cerca del final, todo cambia de golpe. La lucha de Venom y Brock toma una perspectiva global cuando Drake cambia repentinamente sus planes, Así, el dúo ahora tiene que salvar al mundo de una inminente invasión, el cliché por excelencia de los superhéroes. Aquí es donde la historia nos hace recordar la ridiculez de los primeros y monumentales fracasos del género, como Ghost Rider, Los Cuatro Fantásticos, etc.


Que Venom también sea una película de compañeros es algo inesperado y hasta bienvenido en cierto punto; desafortunadamente, la relación entre ambos se inclina más por la comedia que por realmente representar la lucha entre dos seres autodenominados como "perdedores", los cuales buscan sobrevivir en un mundo empobrecido y sumamente violento controlado por corporaciones como Life Foundation y maniáticos como Carlton Drake. La premisa suena atractiva, pero la ejecución ha resultado pésima. Por si fuera poco, los trazos de comedia romántica y horror dan como resultado una mezcla poco convincente que daña la esencia del mismo y emblemático personaje. En pocas palabras, la cinta es un completo desastre por donde se le quiera ver.

Con el anhelo de emular a los Estudios Marvel y tener su propio universo cinematográfico (o mina de oro), Sony sin duda ha llenado las salas con el estreno de esta producción, pero en el proceso ha permitido que el género dé varios pasos para atrás, los cuales habían sido posibles gracias a la dedicación y detalle de películas como De Regreso en Casa, Infinity War o Logan. Resulta incomprensible que talentos como Hardy, Michelle Williams y hasta un gran fotógrafo como Matthew Libathique sean parte de este trabajo, cosa que indudablemente les hará sentir vergüenza más pronto de lo que creen. ¿Que si habrá segunda parte? Esperemos que no, pero esa boba escena post-créditos y el éxito en la taquilla casi lo dan por hecho. Una verdadera pena.

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