La educación es un tema que parecía haber quedado en el olvido dentro del cine mexicano. El rezago trascendió más allá del aula. Inesperadamente, en este 2023 ya hemos visto dos cintas que señalan los problemas en el sistema y la necesidad de apuntalar los métodos para tratar de revertir muchos de los problemas que carcomen nuestra sociedad. El Último Vagón (2023) y Radical (2023) son una prueba clara de que algo sigue sin funcionar en la educación pública. Las razones las conocemos, pero ¿cuáles son las soluciones? La película en cuestión, basada en hechos reales, nos presenta una especie de héroe contemporáneo decidido a cambiar las cosas desde su trinchera; un profesor comprometido a desarrollar el potencial de sus pupilos. Desafortunadamente, un enfoque superficial y cuestionables decisiones creativas impiden que la historia resuene como debería.
Imagen: 3Pas Estudios, Epic Magazine, The Lift, Participant, Pantelion Films, TelevisaUnivision |
Dirigida y escrita por el keniano Christopher Zalla, y ganadora del Premio de la Audiencia en el Festival de Sundance, Radical es el nuevo vehículo protagónico del siempre controversial Eugenio Derbez, de las pocas estrellas nacionales que suelen traer consigo un éxito económico asegurado. Esta vez no es la excepción, y basta con darse una vuelta por las funciones de Los Asesinos de la Luna (Killers of the Flower Moon, 2023) y de esta para notar las diferencias de convocatoria. El actor, desenvolviéndose ahora en el drama, vuelve con una obra que parece estar hecha a su medida, y no solo porque también funja como productor, sino por todo lo que se acomoda dentro de la narrativa para hacer brillar a su protagonista en todo momento, tanto en lo dramático como en lo cómico. Y eso es también lo que condena a la cinta; a pesar de que el mismo Derbez asegure que "salió de su zona de confort" para este papel, resulta imposible no darse cuenta de que se trata de una apuesta nada arriesgada y que va completamente a la segura, apelando incluso a las emociones sencillas.
El filme recoge parte de lo hecho por Sergio Juárez, un profesor de Matamoros que, en 2013, acaparó los titulares gracias a que su método ayudó a que una de sus alumnas obtuviera la mejor calificación en Matemáticas en la prueba Enlace a nivel nacional. Derbez, por supuesto, da vida al maestro, quien en la trama se nos presenta como un tipo dedicado y casi obsesionado con darle a los niños de la escuela en la que trabaja una buena educación. Esto da pie a uno de los primeros problemas narrativos: cuando los créditos aparecen, poco o nada sabemos sobre el protagonista; en varias escenas se sugiere sobre su pasado y sus motivaciones, pero las oportunidades que el espectador tiene de dar un vistazo a su conflicto interno son casi nulas. De hecho, su "radical" método apenas es mostrado.
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En su lugar, Zalla opta por seguir las vidas de varios alumnos, lo cual se vale de la manipulación emocional para conseguir su objetivo. Está, por ejemplo, una niña que debe cuidar a sus hermanos en todo sentido debido al estado en el que se encuentra su madre. También está Nico (Danilo Guardiola), un jovencito que se debate entre seguir con su educación o unirse al crimen organizado. Y, por último, tenemos a Paloma (Jennifer Trejo), una prodigio limitada por sus bajos recursos y su propio padre. Cada una de estas subtramas apela a lo sentimentaloide; los vínculos que se entablan con estos personajes son superficiales y poco inspirados —algunos incluso aludiendo a la romantización—, además de que ya se han visto en incontables ocasiones. Es cierto que el reparto infantil ofrece buenas actuaciones en general, pero los diálogos pobremente construidos les suelen hacer sonar como adultos en diversas partes.
Zalla apuesta todo a la trágica representación de la niñez y su entorno en México. Sí, siempre será importante visibilizar las dificultades que enfrentan todos aquellos desfavorecidos por el sistema; sin embargo, Radical dispone de lo más burdo para hacerlo. Basta con señalar la escena inicial, en la que vemos a un grupo de maleantes torturando a unos hombres, para darse cuenta de ello. La representación de la violencia y la miseria en la historia no tiene otro sentido más que impactar al espectador y sumirlo en un estado de cierta culpa efímera. Al final, la visión que Zalla despliega raya en la ingenuidad y en lo complaciente. Sabemos que el desenlace dichoso es inevitable, pero la manera en que se llega a él es lo que hace del filme algo poco valioso.
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El Último Vagón, de Ernesto Contreras, es un buen ejemplo del mismo tema tratado de forma efectiva. Si bien aquella también recorre algunos lugares comunes, sus personajes y el resultado terminan por ser más entrañables debido a un mejor guion, relaciones más orgánicas y un enfoque en la vida infantil que no todo el tiempo es fatalista. Radical no es una película terrible, porque no se puede negar que está bien producida, y que tiene uno que otro momento divertido, pero que su único propósito sea llevar artificialmente a la audiencia a las lágrimas, y que se extienda innecesariamente, deja al descubierto el poco entendimiento de lo que estaba en juego: ahondar en la crisis educativa en el país por medio de una historia humana.
Radical está actualmente en cartelera.
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