Crítica - Heroico: mexicanos al grito de guerra

En una de las clases del Heroico Colegio Militar que retrata Heroico (2023), los alumnos escuchan al profesor hablar sobre derechos humanos y por qué el Ejército Mexicano es uno de los máximos responsables de procurarlos. La escena es irónica no solo por las incontables noticias y sucesos que han empañado desde hace décadas a esta institución, sino también por los crudos momentos que la anteceden en la película, en la que un grupo de ultraviolentos superiores humillan, agreden y algo más a los cadetes de rangos inferiores. Se trata, sin duda, de un paralelismo de cómo funciona la sociedad mexicana, en la que un arraigado sistema de clases sociales es mantenido a través de la intimidación, la corrupción y la disparidad económica. Y aunque la cinta funciona como una denuncia de los abusos que sufren los aspirantes a convertirse en soldados, su discurso se torna problemático en diversas partes, apelando a algo cercano a la explotación.

Heroico critica
Imagen: Teorema, Filmadora, Film i Väst

David Zonana dejó una muy grata impresión hace algunos años con Mano de Obra (2019), un filme que aborda también la corrupción del individuo como uno de los más grandes problemas de este país. Como discípulo de Michel Franco, el realizador ha asimilado en todos sentidos algunos de los recursos y el enfoque de su maestro, adoptando una mirada desentendida y fría a estos temas sociales. En este nuevo esfuerzo, Zonana apuesta por algo más contundente, pero siguiendo la misma línea; en esta ocasión, explora las bases del espíritu militar mexicano, tan cuestionado en tiempos recientes. Para ello, la historia nos adentra en la educación de los cadetes y en cómo la disciplina que pretende forjarlos como servidores de la patria más bien es una herramienta perfecta de deshumanización y homogeneización.

Por obvias razones, Heroico parece una extensión de Nuevo Orden (2020), polémica cinta de Michel Franco que retrata a un grupo de gente morena cometiendo cualquier cantidad de atrocidades en contra de personas blancas. Esta representación, y otros comentarios desafortunados durante algunas entrevistas, le valieron al director mexicano severas críticas por lo que muchos consideraron una visión irresponsable construida desde el privilegio. Ahora, Zonana expande la idea de Franco sobre el papel de la raza en la perpetración de la violencia. Ambos muestran el desahogo de aquellos marginados por su color de piel a través de una serie de humillaciones, golpizas y demás actos de total barbarie. De nuevo, estamos ante el peligroso pensamiento de que la tez y la condición social llevan inevitablemente a la violento.

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Imagen: Teorema, Filmadora, Film i Väst

Aun así, la película comienza con paso seguro y sin ningún tipo de rodeo. Luis (Santiago Sandoval) es un joven de origen indígena que acaba de entrar al Colegio Militar para conseguir un seguro médico que le permita darle la atención que necesita su madre. Zonana nos introduce en el cruel mundo de la instrucción militar, enarbolado aquí por el sargento Sierra (un maravilloso Fernando Cuautle), un joven sádico y despojado de cualquier empatía que usa su rango no solo para destruir psicológica y físicamente a los "potros" recién ingresados, sino también para cometer crímenes fuera de los cuarteles. En la primera mitad, la historia se mantiene sutil en cuanto a la violencia, únicamente sugiriéndola. En clave de terror psicológico, el director construye un ambiente pesadillesco en el que Sierra y sus secuaces convierten en un infierno la estadía de los nuevos reclutas. Heroico, por supuesto, señala las violaciones a los derechos humanos y los cuestionables métodos que practican las Fuerzas Armadas, así como esa cultura de toxicidad masculina que disfruta de mostrar su poderío cada vez que sea posible.

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Imagen: Teorema, Filmadora, Film i Väst

Sin embargo, en la segunda mitad, la violencia explícita toma un papel más preponderante, sometiendo al espectador a un par de escenas innecesarias que, además de redundantes, dan la impresión de que solo están en el corte final para impactar solamente porque sí. Un instante de crueldad hacia los animales y un acto de maldad absoluta llevan al espectador al límite, creando una sensación de incomodidad y perturbación gratuita. La pregunta es: ¿por qué mostrarla en pantalla y no simplemente sugerirla como en un comienzo? Es aquí donde las decisiones creativas resultan más que cuestionables. Lo que empieza como una examinación de cómo el servicio militar resulta el último recurso para los oprimidos termina convirtiéndose en un regodeo estilizado de la ultraviolencia.

"No importa de dónde vengas ni quién eres", le dice el general a cargo de la instalación a Luis mientras que deja ver que el uniforme es la única forma de aspirar a algo más grande para personas como él y el joven cadete, hechos a un lado por una sociedad racista y elitista. Zonana nos presenta al Ejército Mexicano como una pequeña sociedad regida por el sadismo y una brutal jerarquía que ofrece la posibilidad de maltratar a otros. Los sometidos finalmente tienen la oportunidad de someter. El problema está en la representación, que parece estar diseñada para complacer a un sector como los festivales europeos, que encuentran en este tipo de dramas una manera de compadecerse del dolor del tercer mundo.

Heroico está actualmente en cartelera.

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