Crítica - La Última Función de Cine: el inconmensurable poder de las películas

La magia del cine, por su supuesto, nunca ha sido pasada por alto por el cine mismo. Desde sus primeros años de existencia hemos sido testigos de obras que han ponderado el poder que las historias en este caso, las que se muestran a 24 cuadros por segundo tienen en las personas. Desde George Méliès hasta Steven Spielberg, el llamado séptimo arte se ha retratado a sí mismo provocando no solo una especie de catarsis en el espectador, sino también en el creador, quien encuentra en su reflejo una oportunidad de entablar una conversación introspectiva en la que el medio devela  facultades sanadoras. La Última Función de Cine (Chhello Show, 2021) es otro ejemplo de esto; y aunque llega cuando pareciera que el tema ya ha alcanzado el punto de lo derivativo, se distingue por una frescura y una honestidad que a su vez enmarcan una difícil transición social en un país de contrastes como la India.

La Ultima Funcion de cine critica
Imagen: Monsoon Films Private Limited, Jugaad Motion Pictures, Chhello Show LLP

Samay (Bhavin Rabari) es un niño que, después de ver una película en el cine local, se obsesiona con ello. Su conservador y severo padre (Dipen Raval) le prohíbe volver, pero el jovencito hace caso omiso y organiza a sus compañeros para buscar la forma de organizar sus propias funciones. Al mismo tiempo, Samay entabla una amistad con Fazal (Bhavesh Shrimali), el proyeccionista del cine más cercano, a quien soborna con comida para que lo deje ver las cintas a escondidas de su papá y del dueño. Pero los tiempos de cambio se respiran en su comunidad; la modernidad no solo amenaza el negocio de te su padre en las vías del viejo tren, sino también las proyecciones análogas de las que Samay se ha enamorado y que le dan trabajo a Fazal. Así, el chico pronto debe enfrentarse a la cruda realidad.

Aceptémoslo, La Última Función de Cine se vale de manipulación emocional absoluta para llegar a la audiencia. Pero ¿es tan malo dejarse llevar por ella? Pan Nalin que también escribe y produce se basa en algunas de las experiencias de su infancia para crear algo así como una nueva versión de Cinema Paradiso (Nuovo Cinema Paradiso, 1988), el clásico italiano que, igualmente, enaltece el poder de la amistad y de la proyección de imágenes en una sala repleta de gente. Y si bien hay varias similitudes entre ambas, la obra en cuestión escapa exitosamente de cualquier señalamiento de plagio o algo por el estilo al situar la trama en un punto de inflexión tanto para el cine mismo como para un sector de la sociedad que vive al día.

La Ultima Funcion de cine critica
Imagen: Monsoon Films Private Limited, Jugaad Motion Pictures, Chhello Show LLP

Además de profesar su amor a este arte, Nalin hace alusión a la eterna confrontación entre lo viejo y lo nuevo. La llegada de los proyectores digitales y los trenes eléctricos supone, en teoría, mejoras en la calidad de los servicios que ofrecen, pero ¿qué pasa con todas aquellas personas que dependen del pasado para sobrevivir? En una sociedad que solo ve hacia adelante, quienes están atrás no tienen más remedio que adaptarse para no rezagarse. Por supuesto, no todos lo logran, y justo a esa inclemencia social se refiere el director al mostrar las dificultades que la familia de Samay enfrenta. El optimismo y la cierta ternura que la historia destila en un comienzo de pronto se dirigen hacia un pesimismo y una clara suspicacia por los supuestos beneficios de la modernidad. ¿Quiénes son los que realmente disfrutan de las bondades de la transformación?

Y el aspecto cinematográfico tampoco queda ajeno. La segunda parte del filme se adentra en el terreno de la desesperanza con una hipnótica secuencia que retrata de manera poética la muerte del cine análogo. En ella, Samay hace su propio viaje introspectivo intentando aferrarse como pueda a un tiempo pasado. Pero más allá de la transformación del celuloide en brazaletes y cubiertos baratos, y de un padre que se niega a que su hijo elija el cine como medio de vida, yace una luz, la misma que hace el cine posible. Mientras vemos las pulseras que antes solían ser historias completas convertidas ahora en una forma de expresión cultural, Nalin nos invita a seguir creyendo que los relatos seguirán surgiendo de todos lados. Y si a eso agregamos la mención a distintos iconos del cine indio e internacional, nos queda una secuencia final con la misma intención que la de Babylon (2022), pero con un impacto mayor y menos grandilocuente. Porque incluso en la intimidad podemos encontrar grandeza.

La Ultima Funcion de cine critica
Imagen: Monsoon Films Private Limited, Jugaad Motion Pictures, Chhello Show LLP

Ver a Samay y a sus amigos poner en práctica todo su ingenio para crear funciones de cine improvisadas crea una conexión con otro joven entusiasta que vimos recientemente en la pantalla  grande. En Los Fabelman (The Fabelmans, 2022), Sammy el Samay de Spielberg encontró en las películas una forma de alterar la realidad, mientras que el jovencito indio descubrió una manera de vivir otra: escapar en busca de la luz. "Los políticos cuentan historias para ganar votantes; los comerciantes cuentan historias para vender sus cosas, y los ricos cuentan historias para ocultar su riqueza", le dice Fazal a su joven amigo tratando de hacerle ver el poder que tienen. En sus más recientes trabajos, Nalin y Spielberg rinden un homenaje a las historias, pero no a las que nos cuentan para convencer, comprar o perdonar, sino a las que nos emocionan y nos moldean cuando las vemos como un rayo de luz.

La Última Función de Cine está actualmente en cartelera.


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