Reseña - Annette, de Leos Carax: una ópera rock sobre la toxicidad y la explotación

Al principio de Annette (2021), lo que parece ser la voz del director Leos Carax advierte ¿amigablemente?: queda prohibido respirar, hablar o hacer cualquier ruido que pueda entorpecer la experiencia de su más reciente creación. La tarea es complicada, pues contener el aliento durante más de dos horas no parece una posibilidad. Pero Carax ofrece una alternativa: hacerlo todo en la mente, incluso pedorrearse o cualquier otra actividad física que sea ruidosa. Sin embargo, esto también supone un problema: ¿cómo contener las reacciones ante el estrambótico disparate que propone el emblemático cineasta francés? Por ello, y por otras razones, la petición de Carax resulta inhumana, aunque ciertamente comprensible cuando comienzan a sonar las primeras notas de un musical que, prácticamente, no para hasta el final.

Annette reseña
Imagen: CG Cinema, Tribus P Films, Detailfilm, Eurospace, Scope Pictures, PIANO

Henry McHenry (Adam Driver) es un exitoso y transgresor comediante de stand up. Su nueva relación con la cantante de ópera Ann Defrasnoux (Marion Cotillard) acapara todos los reflectores, y todo parece felicidad alrededor de la pareja. Las cosas se complican cuando los caminos profesionales de cada uno comienzan a separarlos. La llegada de Annette, su prodigiosa hija, exacerba el alejamiento, y Ann comienza a preocuparse por la estabilidad emocional de su esposo y su posible escabroso pasado. Mientras, Henry pierde el rumbo de su carrera y el favor del público, lo cual pronto afecta su relación con Ann, a quien ha dejado de considerar auténtica. Después de un trágico incidente, la vida de Henry vuelve a cambiar, pero ahora con Annette y su magnífico don al frente. 

Después de otra larga ausencia, Carax está de vuelta con su película más "accesible" hasta ahora, si a eso se le puede llamar a un musical en el que prácticamente todos los personajes de comunican cantando todo el tiempo. Curiosamente, la idea vino de un lugar hasta cierto punto improbable, aunque conociendo la idiosincrasia de Sparks una de las bandas más infravaloradas de todos los tiempos quizá no tanto. Los hermanos Russell y Ron Mael, que como Sparks han lanzado más de una veintena de álbumes de estudio, son los creadores de una ópera rock a la que dejan a Carax como conductor, siendo probablemente el único capaz de traducir en pantalla su inusual concepto. Y aun cuando esta colaboración tiene momentos de brillantez, el relato no logra mantenerse del todo en la segunda mitad, cuando la historia intenta explicarse a sí misma y la gran sorpresa que alberga la cinta pierde impacto.

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Imagen: CG Cinema, Tribus P Films, Detailfilm, Eurospace, Scope Pictures, PIANO

Empecemos con lo bueno. Adam Driver, quien ha mostrado un interés por adentrarse en papeles complicados bajo las órdenes de directores poco convencionales basta con ver lo hecho en El Hombre que Mató a Don Quijote (The Man Who Killed Don Quixote, 2018) para darse cuenta de ello, es el corazón de la cinta. Driver da vida a Henry McHenry, un comediante que parece englobar la controversia alrededor de las figuras públicas masculinas que basan todo su trabajo en lo políticamente incorrecto. Como Henry, el cotizado actor hace uso de su cuerpo como en pocas ocasiones, y no precisamente porque su musculoso torso desnudo sea protagonista en distintos momentos, sino por la incomodidad que genera en el espectador. Su imponencia física es fundamental para desarrollar el personaje, un tipo cegado por el éxito que poco a poco es consumido por su propia toxicidad, característica finalmente visibilizada con el movimiento #MeToo después del destape de los abusos perpetrados por Harvey Weinstein y demás.  

En cuanto a la estructura narrativa, las composiciones de Sparks exaltan la teatralidad de Annette. Los breves pero llamativos números musicales exponen las emociones de los personajes y mueven la trama hacia delante, algo que se agradece considerando la duración de la película. Carax traslada el molde de la secuencia musical de Kylie Minogue en la enigmática Holy Motors (2012) a su nueva obra, que lleva hacia otro límite el artificio. Cada escena parece una nueva oportunidad para presentar los números de forma distinta e impactante, y no precisamente a través de grandes sets, que incluso sí existen como aquel en que Ann y Henry discuten a bordo de un barco en medio de una tormenta, sino a través de osados movimientos de cámara y exprimiendo al máximo a sus actores. De hecho, una de las escenas más notables ni siquiera tiene a Driver como pieza clave. En ella, El Director (Simon Helberg), compañero de Ann, expresa su sentir acerca de lo que vive Ann a través de la música, que dirige sus afligidas palabras en una montaña rusa emocional, acentuada todavía más por el cíclico movimiento de la cámara.

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Y ahora lo tan bueno. A pesar de la notable interpretación de Driver, el personaje sufre una transformación que carece de un argumento sólido. Henry se nos presenta como un tipo desinteresado en la fama y el dinero, y cuya única razón de ser es "poder decir la verdad sin que lo maten". Su caracterización comienza a titubear cuando nace el conflicto con Ann, quien goza de un éxito mayor en el ámbito profesional. Esto lo lleva a "mirar hacia el abismo", que es lo que lo conduce por una senda de autodestrucción con terribles consecuencias para aquellos a su alrededor. Pero este descenso hacia la oscuridad nunca se solidifica del todo. Y si a ello agregamos la opacidad con la que Cotillard interpreta a Ann, resulta complicado identificar en dónde radica la razón del sufrimiento del protagonista. Aunque el guion arroja algunas pistas como el hecho de que uno se dedique a "matar" a su público y la otra a "salvarlo", las diferencias entre Ann y Henry son demasiado difusas como para ser convincentes.

Además, los Mael dejan a la deriva el tema de la toxicidad para internarse en el de la explotación infantil. Annette bien podría ser la continuación natural de, por ejemplo, Mapa a las Estrellas (Maps to the Stars, 2014), de David Cronenberg; sin embargo, el guion no indaga en lo absoluto en el conflicto interno de la niña. Cualquiera podría pensar que esta omisión tiene que ver con su naturaleza la más grande sorpresa que tiene preparada la cinta, pero su eventual "liberación" desecha esta hipótesis. A pesar de dar título al filme, no es sino hasta el final que podemos dar un vistazo al sentir de una chiquilla traumatizada por las acciones de sus padres. Se trata de una suerte de Nace una Estrella (A Star Is Born, 2018), donde el creador finalmente es vencido emocionalmente por su creación.

En su deseo de llegar a un público más amplio, y respetando demasiado la historia de los Mael, Carax concibe una película bastante obvia. Si bien sus instantes satíricos son graciosos y su relato es más que relevante, poco se deja a la imaginación, porque, vamos, la misma naturaleza de la niña define desde el comienzo su eventual futuro a manos de su padre. Por momentos, Annette parece más aleccionadora de lo que uno esperaría, pero esto es, probablemente, resultado de la incursión hacia el mainstream. De cualquier manera, la cinta emerge como un extraño experimento que, aunque no funciona de principio a fin, consigue generar todo tipo de reacciones, desafiando la regla que el mismo Carax impone al comienzo. Pero de eso se trata, y por más imperfecto que sea su nuevo trabajo, siempre es un placer adentrarse en la fascinante mente de este director.

Annette se encuentra actualmente en cartelera. Disponible en MUBI a partir del 26 de noviembre.

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