Resulta curioso cómo en el último año hemos visto distintas cintas con enfoques variados sobre lo que significa alcanzar la fama. Nace una Estrella, Guerra Fría, Vox Lux, y ahora Alcanzando tu Sueño (o Teen Spirit, si no prefieren el ridículo nombre que le pusieron en México), lidian de alguna forma u otra con las implicaciones de obtener reconocimiento global por el don de la voz. Por supuesto, cada una de estas propuestas está dirigida a un público distinto, con una selección musical acorde, y calidad variable. Alcanzado tu Sueño es probablemente la peor de todas: una película sumamente superficial que trata de disfrazar la intención de presentar música pop de moda con una trillada historia sobre el ascenso a la fama.
Violet (Elle Fanning), es una joven de ascendencia polaca que vive en la Isla de Wight, Inglaterra. Condenada a una vida de trabajos monótonos, manteniendo la granja familiar y las órdenes de su poco comprensiva madre, la chica encuentra una oportunidad para mostrarle al mundo uno de sus grandes talentos: su voz. Participando en el reality show "Teen Spirit", Violet se da cuenta de que necesita práctica para continuar avanzado de ronda, por lo que le pide ayuda a un borracho local llamado Vlad (Zlatko Buric), un antiguo cantante de ópera con un triste pasado. Juntos comienzan a practicar para mejorar la habilidad de Violet, quien también tendrá que enfrentar la envidia del medio y las tribulaciones juveniles habituales para poder triunfar en la competición.
En Alcanzando Tu Sueño, Max Minghella, el joven actor convertido en director trata de revitalizar el relato del ascenso a la fama valiéndose de la música más popular entre los jóvenes y un concepto muy familiar para ellos. Si Nace Una Estrella lo hace con el country y el rock, y Vox Lux lo intentó con un pop más experimental, Alcanzando Tu Sueño pretende hacer lo mismo con el power pop. Desafortunadamente, no hay nada en la película que no hayamos visto antes, y por si fuera poco, Minghella no puede justificar en ningún momento sus intenciones de llevar este proyecto a la pantalla. El discurso que intenta desplegar se diluye todo el tiempo, o resulta contradictorio en muchas ocasiones. En suma, se trata de un pretexto para adornar con música popular algunas buenas tomas.
Fanning interpreta a una joven enojada con la vida, cualidad común de un adolescente, pero que francamente resulta molesta durante la primera parte de la cinta. Harta de tener que dedicarse a diversas tareas de campo, tener dos trabajos, y de soportar a los insufribles compañeros de su escuela, Violet apuesta por entrar a las audiciones de un reality show musical. Fanning realiza un trabajo ordinario, pero la actitud de la protagonista, quien parece ahogarse en un vaso de agua, hace que luzca un tanto detestable para el público. La vida de Violet es presentada casi como una tragedia social, e incluso con un extraño mensaje de superación personal alrededor de la cuestión de la migración.
Minghella nunca puede decirnos qué es lo que pasa realmente con Violet. Sí, está enojada porque vive en un pueblo, por ser "pobre", y porque su padre los dejó hace mucho por culpa de su madre. Su apatía ante el mundo solo es superada por sus ganas de escapar y su pasión por la música, la cual es menospreciada por su madre. Todas estas características son parte de un personaje tibio y demasiado inocente que de pronto se ve involucrada en un mundo diferente y engañoso, en el que indudablemente tendrá que hacer unos sacrificios para lograr su objetivo, el cual nunca queda del todo claro. ¿Quiere ser famosa? ¿Desea solamente saber que pudo hacerlo? ¿Debe demostrar a las envidiosas chicas de su pueblo que es mejor que ellas? Ninguno de los argumentos expuestos en la trama parece respaldar una idea en particular.
Pero valiéndose del cliché típico de esta clase de películas, Violet encuentra en Vlad un nuevo amigo y una especie de figura paterna. Buric, famoso por su papel de Milo en la trilogía de Pusher de Nicolas Winding Refn, interpreta a un hombre acabado y lastimado, probablemente por su adicción al alcohol. Su miseria también parece estar relacionada con un vínculo roto con su hija, a quien dejó de ver por alguna razón. Por consiguiente, Violet y Vlad encuentran en el otro un refugio para sus problemas mientras se preparan para ganar el concurso. La química entre ambos actores es peculiar, y aunque en un principio resulta un poco incómoda dada la enorme brecha generacional entre ambos, sus diferencias dan como resultado uno o dos momentos cómicos; sin embargo, la casi unión familiar que desarrollan resulta poco sorpresiva y redundante.
La selección musical es un tanto incoherente a pesar de estar concentrada en el pop. Este aspecto parece ser uno de los más importantes para Minghella, pero los números musicales estelarizados por Fanning no tienen la potencia que este hubiera deseado. Y aunque la presencia femenina es lo que aparentemente le otorga cohesión al soundtrack, la mayoría de los temas no tiene otra función más que adornar las escenas y mostrarnos los gustos musicales del personaje. Grimes, Robyn y hasta No Doubt salen del viejo iPod de Violet tratando de explicarnos su sentir de forma muy literal. Y habiendo fallado todo lo demás, la voz de Fanning era lo único que quedaba para aportar cierto valor, pero esta no tiene distinción alguna, es como si estuviéramos escuchando a cualquier otra cantante de la actualidad.
Alcanzando Tu Sueño por momentos resulta una crítica hacia el oscuro mundo que aguarda en la industria musical, de cómo los sueños de gente ordinaria terminan siendo retorcidos por los avariciosos ejecutivos, representados aquí brevemente por una Rebecca Hall que nos recuerda a los jueces de cualquier cantidad de reality shows; pero también hay instantes en los que Minghella parece decirnos que a veces está bien entregarnos a este tipo de banalidades, tanto como espectador como participante. Pero el director falla en casi todo, incluso en forjar esa relación padre-hija entre los protagonistas, dos personas lastimadas por algo que nunca entendemos realmente.
En Alcanzando Tu Sueño, Max Minghella, el joven actor convertido en director trata de revitalizar el relato del ascenso a la fama valiéndose de la música más popular entre los jóvenes y un concepto muy familiar para ellos. Si Nace Una Estrella lo hace con el country y el rock, y Vox Lux lo intentó con un pop más experimental, Alcanzando Tu Sueño pretende hacer lo mismo con el power pop. Desafortunadamente, no hay nada en la película que no hayamos visto antes, y por si fuera poco, Minghella no puede justificar en ningún momento sus intenciones de llevar este proyecto a la pantalla. El discurso que intenta desplegar se diluye todo el tiempo, o resulta contradictorio en muchas ocasiones. En suma, se trata de un pretexto para adornar con música popular algunas buenas tomas.
Fanning interpreta a una joven enojada con la vida, cualidad común de un adolescente, pero que francamente resulta molesta durante la primera parte de la cinta. Harta de tener que dedicarse a diversas tareas de campo, tener dos trabajos, y de soportar a los insufribles compañeros de su escuela, Violet apuesta por entrar a las audiciones de un reality show musical. Fanning realiza un trabajo ordinario, pero la actitud de la protagonista, quien parece ahogarse en un vaso de agua, hace que luzca un tanto detestable para el público. La vida de Violet es presentada casi como una tragedia social, e incluso con un extraño mensaje de superación personal alrededor de la cuestión de la migración.
Minghella nunca puede decirnos qué es lo que pasa realmente con Violet. Sí, está enojada porque vive en un pueblo, por ser "pobre", y porque su padre los dejó hace mucho por culpa de su madre. Su apatía ante el mundo solo es superada por sus ganas de escapar y su pasión por la música, la cual es menospreciada por su madre. Todas estas características son parte de un personaje tibio y demasiado inocente que de pronto se ve involucrada en un mundo diferente y engañoso, en el que indudablemente tendrá que hacer unos sacrificios para lograr su objetivo, el cual nunca queda del todo claro. ¿Quiere ser famosa? ¿Desea solamente saber que pudo hacerlo? ¿Debe demostrar a las envidiosas chicas de su pueblo que es mejor que ellas? Ninguno de los argumentos expuestos en la trama parece respaldar una idea en particular.
Pero valiéndose del cliché típico de esta clase de películas, Violet encuentra en Vlad un nuevo amigo y una especie de figura paterna. Buric, famoso por su papel de Milo en la trilogía de Pusher de Nicolas Winding Refn, interpreta a un hombre acabado y lastimado, probablemente por su adicción al alcohol. Su miseria también parece estar relacionada con un vínculo roto con su hija, a quien dejó de ver por alguna razón. Por consiguiente, Violet y Vlad encuentran en el otro un refugio para sus problemas mientras se preparan para ganar el concurso. La química entre ambos actores es peculiar, y aunque en un principio resulta un poco incómoda dada la enorme brecha generacional entre ambos, sus diferencias dan como resultado uno o dos momentos cómicos; sin embargo, la casi unión familiar que desarrollan resulta poco sorpresiva y redundante.
La selección musical es un tanto incoherente a pesar de estar concentrada en el pop. Este aspecto parece ser uno de los más importantes para Minghella, pero los números musicales estelarizados por Fanning no tienen la potencia que este hubiera deseado. Y aunque la presencia femenina es lo que aparentemente le otorga cohesión al soundtrack, la mayoría de los temas no tiene otra función más que adornar las escenas y mostrarnos los gustos musicales del personaje. Grimes, Robyn y hasta No Doubt salen del viejo iPod de Violet tratando de explicarnos su sentir de forma muy literal. Y habiendo fallado todo lo demás, la voz de Fanning era lo único que quedaba para aportar cierto valor, pero esta no tiene distinción alguna, es como si estuviéramos escuchando a cualquier otra cantante de la actualidad.
Alcanzando Tu Sueño por momentos resulta una crítica hacia el oscuro mundo que aguarda en la industria musical, de cómo los sueños de gente ordinaria terminan siendo retorcidos por los avariciosos ejecutivos, representados aquí brevemente por una Rebecca Hall que nos recuerda a los jueces de cualquier cantidad de reality shows; pero también hay instantes en los que Minghella parece decirnos que a veces está bien entregarnos a este tipo de banalidades, tanto como espectador como participante. Pero el director falla en casi todo, incluso en forjar esa relación padre-hija entre los protagonistas, dos personas lastimadas por algo que nunca entendemos realmente.
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