"No puedo aceptar que algo vivo tenga que morir", le dice Ingrid (Julianne Moore) a una fanática que espera a que firme el libro que acaba de escribir, precisamente, sobre la muerte. En La Habitación de al Lado (The Room Next Door, 2024), Pedro Almodóvar se pone en modo reflexivo para meditar acerca de nuestra relación con la muerte y poner nuevamente el tema del suicidio asistido sobre la mesa. A través del poco convencional pero sumamente profundo vínculo entre dos mujeres maduras que se enfrentan a una situación tan bella como extrema, el español manifiesta su sentir acerca de la eutanasia y se muestra expectante al rol que tendrá en un futuro cada vez más desolador para nuestra especie.
Imagen: El Deseo |
En su primer largometraje en inglés, y ganador también del León de Oro en el Festival de Venecia, Almodóvar hace equipo con dos actrices con las que resultaba natural trabajar. Que haya colaborado con Tilda Swinton en el relativamente reciente mediometraje La Voz Humana (The Human Voice, 2020), y que Moore venga de participar en una película de cierta influencia suya como lo es Secretos de un Escándalo (May December, 2023), eran dos emocionantes señales para esperar con ansía su siguiente filme. Y vaya que las expectativas fueron cumplidas. La británica y la estadounidense unen fuerzas para proyectar con pasión y sutileza un discurso que transita entre el fatalismo y la añoranza.
Almodóvar establece una dialéctica con sus protagonistas: mientras una se entrega cada vez más a la muerte, la otra se aferra a la vida, aunque más por temor que por convicción. La solicitud de una de ellas les llevará a convivir por un tiempo, donde una aprenderá de la otra durante sus últimos días juntas, cada una llegando a comprender la posición contraria, incluso rompiendo esa barrera que las define como individuos, tal y como queda claro en una bellísima toma en la que el director de fotografía Edu Grau y el cineasta evocan a Bergman para acentuar esta asimilación.
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De hecho, La Habitación de al Lado es una obra sumamente referencial. Hopper, Woolf y Joyce no solo se hacen sentir visual o narrativamente, sino también en los diálogos de los personajes, que debaten constantemente sobre el propósito del arte en los tiempos del fin del mundo. Damian, el intelectual interpretado por John Turturro, emerge como una especie de augurio apocalíptico que parece estar poseído por el mismo Almodóvar. Su crítica a la ultraderecha y a los sistemas de salud, y un aparente desinterés por las cosas conforme envejece, podrían estar manifestando el sentir del mismo realizador; pero con tantas referencias en la cinta, surge una exquisita contradicción y una confrontación personal que deja al descubierto los matices de un hombre que encuentra en el arte una forma de vida. Un director que dialoga con su propia muerte.
El filme encierra en su discurso una gran variedad de cuestionamientos además de aquel relacionado con la muerte. La guerra, por ejemplo, es una preocupación que se asoma a partir del fatalismo del relato. Martha, una corresponsal de guerra, recuerda con dolor sus diferentes misiones y deja al descubierto los estragos emocionales que causaron en ella. Pero un flashback permite que brote un aliciente: el sexo, una manera de contrarrestar el constante miedo a la muerte. A esto mismo vuelve Almodóvar en una escena posterior, aunque a la inversa, cuando el instructor físico se niega a tocar a Ingrid para evitar "ser cancelado" aun cuando es parte de su trabajo. La deshumanización ha llegado a tal grado de satanizar todo contacto físico. ¿Cuál es el punto entonces de existir?
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La Habitación de al Lado evita caer en cualquier tipo de sentimentalismo o didactismo; sus imágenes netamente almodovarianas —el uso de verdes y rojos resulta exquisito— y los sentimientos de los personajes hacen el trabajo. Con su enigmática secuencia final, que, de nuevo, recurre a la influencia bergmaniana para volver a poner en duda hasta dónde termina una protagonista y dónde empieza la otra, la cinta desafía intelectual y moralmente al espectador: ¿qué pasa cuando la supervivencia es una decepción?; ¿qué hacer cuando ya no eres dueña o dueño de tu cuerpo?; ¿por qué es mejor no volver a los lugares que te hacen feliz? Preguntas sutilmente incisivas para llevarse a casa.
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