En una escena de Secretos de un Escándalo (May December, 2023), una famosa actriz llamada Elizabeth (Natalie Portman) asiste a una sesión de preguntas y respuestas a la preparatoria de la localidad donde investiga para su próximo papel. Ahí, esta revela la delgada línea que existe entre realidad y ficción, sobre todo cuando se trata de la filmación de una película. Elizabeth habla de la forma en que pretende experimentar placer durante, por ejemplo, una escena íntima; y también de cómo los personajes moralmente ambiguos son los que le resultan más atractivos. Este instante adquiere un significado trascendental cuando abrimos el panorama y nos damos cuenta de que poco a poco se inmiscuye tan sutil como invasivamente en la vida de su sujeto de estudio: una mujer que se involucró en una relación inapropiada con un menor de edad.
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| Imagen: Gloria Sanchez Productions, Killer Films, MountainA |
Tristemente relegada en la temporada de premios —aunque nominada a Mejor Guion Original en los Óscar—, lo nuevo de Todd Haynes (Carol, Velvet Goldmine) es una retorcida exquisitez —con una evidente influencia bergmaniana— que ahonda en la ambigüedad moral de las personas y los efectos que esto tiene en sus relaciones, principalmente, cuando las otras se desenvuelven de la misma manera. La película es notablemente incómoda, pues, además de tratarse de un tema tan delicado como el abuso, esta obliga al espectador a enfrentar la perversidad del acto con cierto humor negro y un estilo kitsch del que Pedro Almodóvar seguramente está muy orgulloso. Con la toxicidad o pena que emana de sus personajes, el filme crea una dinámica peculiar que nos lleva por un territorio oscuro en el que el cada uno parece vivir en una realidad muy distinta.
En Secretos de un Escándalo, la guionista Samy Burch delinea tres fascinantes personajes. Elizabeth es una actriz comprometida pero maquiavélica cuya presencia deja al descubierto las fracturas al interior de una familia aparentemente normal. Gracie (Julianne Moore) es una madre y esposa completamente desubicada que no puede estar tranquila sin que todo y todos a su alrededor estén bajo su control —el hecho de que Elizabeth no se someta a ella le saca de quicio—. Y luego está Joe (Charles Melton), un hombre que, a pesar de estar en edad madura, se comporta como un adolescente, pero se mantiene bajo el yugo absoluto de su ahora pareja, quien lo manipuló atrozmente cuando apenas era un niño. El triángulo que crea la historia es enfermizo y casi telenovelesco; conforme va avanzando, nos va arrojando pequeñas pistas sobre los secretos que los protagonistas guardan, cada uno definiendo ya sea sus más profundos deseos o sus extrañas ocurrencias.
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| Imagen: Gloria Sanchez Productions, Killer Films, MountainA |
Quizá el aspecto más interesante de la película es el que gira alrededor de la ficción. Estamos ante una obra que desmenuza el trabajo histriónico y muestra la obsesión en la que puede llegar a convertirse el encanar a alguien más. Los tres personajes en cuestión viven algo así como una quimera. La fijación de Elizabeth con Gracia es más que perturbadora. "Se está volviendo más real", declara al director cuando finalmente la vemos repetir por enésima vez una escena en el filme sobre Gracie; su insana obsesión se entiende como una fascinación por habitar una vida ajena que le causa un tremendo interés. Su contraparte, en cambio, parece no tener remordimiento alguno sobre lo que hizo en el pasado; su familia, para ella, es la más armoniosa del mundo. Y Joe, la víctima de todo esto, simplemente trata de sobrellevar una existencia que le fue otorgada mandándose mensajes con una ¿amante?, fumando con su hijo y cuidando de sus larvas.
Haynes y Burch crean una metáfora visual muy interesante con el asunto de las mariposas que Joe cuida desde que nacen hasta que están listas para partir solas. La transformación se asoma en los tres protagonistas, pero específicamente en Elizabeth, quien se envuelve en un capullo durante toda la cinta para nutrirse —¿o succionar?— de lo que todos aquellos cercanos a Gracie tienen para darle. La culminación de lo anterior se representa inquietamente en dos momentos: en la escena del monólogo y en la final, cuando la usurpación ha concluido. Lo excesivo de Portman, por supuesto, es fundamental no para hacer creíble el actuar de su personaje, sino para enfatizar la oscuridad en la que se sume para cumplir su objetivo.
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| Imagen: Gloria Sanchez Productions, Killer Films, MountainA |
Secretos de un Escándalo mezcla brillantemente los ingredientes para hacer de lo exagerado —la música, por ejemplo, cumple un papel tan obvio y hasta de mal gusto, pero ciertamente irresistible— algo inevitablemente interesante. El relato, inspirado en uno real, parece hacer referencia a cómo la industria del entretenimiento banaliza y se aprovecha de las experiencias de abuso. "Esto es lo que hacen los adultos", le dice casi indiferentemente Elizabeth a Joe después de un acto que solo puede ser definido como otro momento de atropello emocional. Tanto en Gracie como en Elizabeth nos topamos con una representación absoluta de la inmoralidad que aflora en una obscena necesidad de ver en los demás un reflejo de lo que queremos que sean.
Secretos de un Escándalo está actualmente en cartelera.
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