El multiverso le cayó como anillo al dedo a Marvel: qué mejor manera de exprimir la nostalgia de los fans al máximo, "arreglar" los errores de las películas del pasado y generar millones de dólares en el proceso. Spider-Man: Sin Camino a Casa (Spider-Man: No Way Home, 2021) fue prueba inequívoca de ello. Por supuesto que el estudio se agarraría de ahí durante el tiempo que fuera posible. La tendencia, claro está, está arraigada en Hollywood desde hace tiempo, con resultados diversos tanto en lo económico como en lo artístico. Deadpool y Wolverine (2024) lleva la añoranza por los viejos tiempo al extremo dedicando sus casi dos horas de duración a eso: hacerle recordar a los fans aquellos momentos que definieron su amor por los cómics y sus muchas veces pobres adaptaciones. Y no hay ningún problema con ello, pero Marvel, de nuevo, se olvida de lo más importante: acompañarlo con una buena historia.
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Con los derechos de los X-Men de vuelta en casa, no había duda de que Wolverine regresaría una vez más a la pantalla grande, aun cuando su despedida parecía ser el mejor cierre para uno de los personajes más emblemáticos que nos ha dado el género. Ahora, como dice el buen Deadpool (Ryan Reynolds), "obligarán" a Hugh Jackman a interpretarlo hasta que tenga 90 años. Y pues aquí estamos, con una oportunidad que, francamente, a pesar del inmejorable cierre que tuvo en Logan (2017), no se podía dejar pasar: verlo compartir pantalla con el antihéroe más popular. El resultado es tan divertido como decepcionante. He aquí una muy entretenida buddy comedy con ciertos tintes de una hilarante comedia romántica que, sin embargo, se alimenta de todos los vicios que han empañado a Marvel Studios en los últimos tiempos.
Deadpool y Wolverine deposita su peso en el impacto de sus cameos, los cuales rinden un homenaje a la época en que 20th Century Fox —ahora propiedad de Disney— tenía su propio universo de superhéroes de Marvel. Si bien su trascendencia en la trama es poca o nula, su aparición sí que tiene algo que decir, al menos brevemente, sobre la necesidad de cierre para todos esos personajes que quedaron en el limbo, opacados por nuevas versiones o simplemente meras promesas. La idea metanarrativa es interesante, y encaja a la perfección con la naturaleza del mercenario que se mueve entre realidad y ficción, y que también enfrenta una crisis existencial sobre su papel en el mundo; sin embargo, el concepto se ve opacado constantemente por toneladas de exposición, malos diálogos y una avalancha de chistes no tan buenos.
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Aunado a ello, la historia se construye y se desenvuelve como siempre: un entorno genérico que parece reciclado de otras series y filmes del MCU; una villana con cero desarrollo —y cuya motivación cambia de un instante a otro en el tercer acto—, y una fotografía plana con poca imaginación. Si quitamos los cameos, las groserías y las escenas gráficas, nos queda la misma película que Marvel ha querido vendernos desde Endgame (2019). Mucho se le ha comparado con Sin Camino a Casa, pero la gran diferencia entre ellas radica en la relevancia de los personajes sorpresa, en ese caso, las otras versiones de Spider-Man y los villanos de las cintas anteriores. Con todo y sus errores, el corazón del filme se sentía a través de la dinámica en conjunto de los protagonistas y la forma en que interactuaban con su mundo. Aquí eso mismo se siente más artificial.
Pero si hay algo rescatable en la película es la gran química que tienen Jackman y Reynolds. El sueño de ver la versión definitiva de Deadpool junto al icónico Wolverine se hace realidad gracias al carisma de ambos actores, que demuestran su capacidad para crear un show de comedia y acción orientado 100 por ciento a adultos. Si bien el desarrollo de ambos personajes es nulo o escaso, se nota el empeño de los actores por darle a los fans justo lo que querían. El bromance que despliegan aquí, probablemente, es uno de los más divertidos de los últimos tiempos dentro del mainstream.
Marvel Studios, 20th Century Studios, Maximum Effort, 21 Laps Entertainment |
De cualquier manera, cuesta trabajo encontrar algo más de valor en Deadpool y Wolverine. Marvel abusa de la nostalgia y muestra una evidente incapacidad de encontrar escritores que puedan sacar facetas más interesantes de sus personajes más icónicos, cosa que sí se logró, por ejemplo, en Loki (2021- ) y Guardianes de la Galaxia Vol. 3 (Guardians of the Galaxy Vol. 3, 2023), donde los protagonistas fueron desarrollados con corazón y un poco más de perspicacia. Aquí, desafortunadamente, esto queda en un lejano tercer plano. Y que este texto no se malentienda por una búsqueda de algo profundo en donde no lo hay; se trata, simplemente, de un deseo por un equilibrio entre calidad narrativa y un espectáculo que no esté basado enteramente en el pasado.
Deadpool y Wolverine está actualmente en cartelera.
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