Crítica - Duna: Parte Dos, ciencia ficción de proporciones bíblicas

Ya con las bases sentada en Duna (Dune, 2021), Denis Villeneuve mueve sus piezas en Duna: Parte Dos (Dune: Part Two, 2024) con más dinamismo y tira la casa por la venta con una titánica producción cuya envergadura, probablemente, solo será superada por la eventual tercera parte. En esta ocasión, lo que creíamos conocer sobre ciertos personajes da un giro importante para avivar las brasas de la intriga política, familiar y militar que definen la saga. El director francocanadiense, adepto de lo visual, le devuelve la majestuosidad una vez más al blockbuster, que tanto ha perdido en los últimos tiempos. Sin embargo, irónicamente, es esa misma grandilocuencia en la que se pierde un poco, lo que da como resultado una obra impactante pero ciertamente irregular en distintos lapsos.

Duna Parte Dos critica
Imagen: Legendary Pictures, Warner Bros. Pictures, Villeneuve Films

"Aquel que puede destruir algo tiene el control real sobre ello". En esta segunda entrega, el fundamentalismo se convierte en la temática principal de la narrativa del épico viaje de Paul Atreides (Timothée Chalamet), dejando un tanto atrás lo relacionado con el ecologismo y la preservación ambiental. Villeneuve y el coguionista Jon Spaihts abordan la segunda parte de la emblemática novela de Frank Herbert para ahondar en el papel que tiene la religión en la influencia sobre las masas. Nuestro héroe en la primera parte aquí se ve convertido en un mesías fabricado que se le ha salido de control a quienes pensaban que lo tendrían atado con una correa, un fenómeno que tantas veces hemos visto ocurrir en la historia de la humanidad. La película transita sus mejores momentos cuando se enfoca en las confabulaciones políticas y en una intriga que no le pide nada a El Juego de Tronos (Game of Thrones, 2011-2019).

Villeneuve es un cineasta comprometido totalmente con lo visual, y una secuencia en particular es el ejemplo perfecto en esta ocasión. La introducción del nuevo villano, Feyd Rautha (Austin Butler), transcurre en un entorno casi antinatural en el que un blanco y negro lechoso y perturbador muestra la brutalidad que lo define. Aquí, Villeneuve y el fotógrafo Greig Fraser capturan la extrañeza de la arena de gladiadores donde transcurre la acción de una forma que destaca la frialdad y que contrasta notablemente con los tonos ocre del retrato de Arrakis. Y si a eso agregamos un diseño de producción que recuerda a la obra de H. R. Giger, nos queda una de las partes visualmente más atractivas de la película.

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Imagen: Legendary Pictures, Warner Bros. Pictures, Villeneuve Films

Sin embargo, Duna: Parte Dos cae en varios de los vicios más representativos del blockbuster contemporáneo. En el último acto, por ejemplo, cuando tiene lugar la épica batalla final, la acción transcurre demasiado rápido y apenas obtenemos un vistazo de lo que ocurre. Las comparaciones con la epicidad de El Señor de los Anillos: Las Dos Torres (The Lord of the Rings: The Two Towers, 2002) resultaron aceleradas. El montaje tampoco ayuda del todo, y esto se manifiesta en buena parte de la trama. Los cortes no son tan finos, y el paso de una escena a otra no se siente tan natural; Villeneuve utiliza la elipsis de manera poco efectiva, pues, a pesar de las casi tres horas de duración, muchas escenas se sienten apresuradas y hasta inconexas, principalmente, en el último acto.

También resulta un tanto decepcionante darse cuenta del poco tiempo en pantalla que tienen Léa Seydoux, Christopher Walken y Florence Pugh. Si bien es cierto que esta no es su historia, queda la impresión de que su peso en la secuela sería mayor por su alto perfil. Walken, particularmente, no convence con una irrelevante y muy plana interpretación, a la que se le pudo haber sacado más jugo dado el importantísimo papel de su personaje en el drama alrededor de la caída de la familia Atreides. Caso aparte es el de Butler, que de nuevo encarna a un tipo más que llamativo; él cumple con creces, pero es el guion el que no le ayuda tanto, pues lo unidimensional de Rautha y el camino por el que lo dirigen Spaiths y Villeneuve no está al nivel de la expectativa.

Lo de Javier Bardem como Stilgar es digno de examinar. Sí, él quizá sea uno de los que más sobresalen en el filme, pero su alivio cómico y el tono en el que se mueve parecen fuera de lugar en ocasiones. Algo parecido ocurre con Josh Brolin, aunque sus intervenciones son menores, y su participación sí se inclina más hacia lo dramático.

Duna Parte Dos critica
Imagen: Legendary Pictures, Warner Bros. Pictures, Villeneuve Films

Aun con todo esto, Duna: Parte Dos consigue que sus imágenes se queden grabadas en el espectador. Impresionantes son los momentos en los que los gusanos de arena se vuelven los protagonistas, como en la secuencia en que Paul se prepara para montar uno. Y, afortunadamente, en la narrativa también hay trazos de algo más significativo; el alzamiento de Muad'Dib como un peligroso mesías ofrece una perspectiva distinta del héroe, alimentada también por la siempre enigmática presencia de Lady Jessica (Rebecca Ferguson) y la oposición que Chani (Zendaya) representa. Es en esta dinámica de lucha de poderes donde la cinta se siente más fresca, y no en los aspectos trillados del blockbuster que presenta. Ahora, lo ideal sería que Villeneuve regrese temporalmente a un cine más íntimo y deje descansar la franquicia por un rato. Puede que esta segunda parte continúe sintiéndose como un planteamiento en varios sentidos, pero las ganas de ver qué más puede hacer con esta propiedad se mantienen intactas.

Duna: Parte Dos está actualmente en cartelera.

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