Crítica - Juegos Inocentes: semillas torcidas

El factor de la repetición de lo semejante quizá no sea

aceptado por todos como fuente del sentimiento en cuestión. 

Según mis observaciones, en ciertas condiciones y en combinación

con determinadas circunstancias, despierta sin duda 

la sensación de lo siniestro/ominoso, que por otra parte nos recuerda 

la sensación de indefensión de muchos estados oníricos.


Sigmund Freud

Das Unheimliche


En la habitación casi a oscuras hay un niño que dormita. Algunos haces de luz se cuelan mientras el aire que lanzan las aspas de un ventilador no deja de salir de entre sus rejillas, alcanzando los rincones más cercanos. La máquina oscilante se vuelve arrullo. El brazo del niño cede al sueño y busca el suelo. El plano cambia. Su rostro visto de frente, ahora tan cercano, cae lentamente hacia atrás y la cámara también se retrae. El desenfoque es inmediato y violento. Vuela y se escapa. El encuadre sale del cuarto y sigue su planeo alejándose de las vistas exteriores de un edificio de departamentos del que apenas se adivinan unos cuantos ventanales iluminados. Como una conciencia que se restablece, antes del próximo corte la imagen recuperará el foco.


Juegos Inocentes critica
Imagen: Zentropa Sweden, Film I Väst, Snowglobe, Svenska Filminstitutet, Norsk Filminstitutt, Eurimages, Protagonist Pictures, YLE


En Juegos Inocentes (De Uskyldige, 2021) existe una constante búsqueda por extraer desasosiego de lo mundano, como en imperceptibles movimientos telúricos subterráneos que van cobrando fuerza hasta que erosionan la corteza de la cotidianidad.

Esta segunda película de Eskil Vogt —coguionista de La Peor Persona del Mundo (Verdens Verste Menneske, 2021)— como director funciona como una pieza compañera, o mejor dicho, como una hermana menor —para establecer dinámicas de tensión propias de una parentela— de La Maldición de Thelma (Thelma, 2017), en la que el noruego propone una historia de crecimiento/descubrimiento que centra sus esfuerzos en la etapa de dolencias y cambios físico-emocionales que acompañan el tránsito a la vida adulta. Una cinta donde ya anunciaba sus escarceos de seducción con lo fantástico, hacía sondeo de terrenos sobrenaturales y bordeaba el cine de género.


Juegos Inocentes critica
Imagen: Zentropa Sweden, Film I Väst, Snowglobe, Svenska Filminstitutet, Norsk Filminstitutt, Eurimages, Protagonist Pictures, YLE

Sin olvidar varias de las tentativas presentes en su ópera prima —Blind (2014)—, que lo perfilaron como un cineasta de las sensaciones, un realizador con interés por lo evocativo y lo atmosférico, Vogt vira acá hacia las miradas de la niñez a la vez que continúa el desarrollo de un estilo que no parece guardar demasiadas semejanzas con el de Joachim Trier, director con quien sigue colaborando de manera frecuente y exitosa.

Su aproximación juega con espacios y motivos relacionales terminantemente realistas, que podrían ponerse a tono con algunas obras recientes que tratan el convulso mundo de los patios escolares, las amistades y los conflictos tempranos —como Un Pequeño Mundo (Playground, 2021) o Close (2022)—, para luego entrar de lleno en el uso de un tropo del cine de terror tan conocido como es el infante maligno/diabólico. Los niños malvados con poderes psíquicos que pueblan las novelas de Stephen King, los campos de Village of the Damned (1960) e “It's a Good Life”, episodio de The Twilight Zone (La Dimensión Desconocida, 1959-1960), se encuentran acá con una sensibilidad escandinava junto a cierta vena estilo Michael Haneke que da rienda suelta a muestras de crueldad, cuestionamientos sobre la naturaleza del mal, la pérdida de control y el bamboleo entre la malicia y la inocencia.


Juegos Inocentes critica
Imagen: Zentropa Sweden, Film I Väst, Snowglobe, Svenska Filminstitutet, Norsk Filminstitutt, Eurimages, Protagonist Pictures, YLE

La infancia como un misterio de percepciones trastornadas que debe, irremediablemente, librar sus propias batallas. Y aunque en variadas oportunidades se recurra a lo tenebroso y a la construcción arquetípica de lo inquietante, es sorprendente como la película permite un flujo permanente de horror diurno. De condición incluso pública y abierta.

Quizá la claridad sea una pizarra en blanco mucho más insoportable que aquello a lo que habitualmente se teme por ocultarse más allá de lo reconocible y lo familiar.

Juegos Inocentes está actualmente en cartelera.

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