Crítica - Araña Sagrada: el sistema como el más grande perpetrador

Ali Abbasi muestra sus inquietudes cuando nos invita a los retorcidos y brutales mundos en el que se desenvuelven sus relatos. Ya sea con la poco convencional relación entre dos troles, en Criaturas Fronterizas (Border, 2018); o entre un hombre y una niña curtidos por la violencia que los rodea, en The Last of Us (2023-), el director iraní radicado en Dinamarca apela a lo más oscuro del ser para representar cómo la marginación, el extremismo o las duras circunstancias de la vida ponen a un individuo al borde del precipicio moral, llevándolo a cometer todo tipo de atrocidades. Pero, en esta ocasión, el cineasta lleva su propuesta a un siguiente nivel, que no necesariamente podría significar una evolución. En Araña Sagrada (Ankabut-e Moqaddas, 2022), nos encontramos con una revictimización que, a pesar de dejar al descubierto a todos los responsables de una serie de feminicidios en el Irán de principios de siglo, trata un tema delicado con la misma violencia que el perpetrador real.

Araña Sagrada critica
Imagen: Profile Pictures, ONE TWO Films, Why Not Productions, Nordisk Film Production, Wild Bunch International

Arezoo (Zar Amir Ebrahimi) es una periodista que acude a la ciudad de Mashhad para investigar los asesinatos cometidos por el coloquialmente conocido "Asesino de Arañas", quien, aparentemente, está eliminando a las prostitutas locales para limpiar las calles de pecado. Arezoo pronto encuentra obstáculos para hacer su trabajo; la indiferencia de la policía y la misoginia rampante en cada rincón de la ultraconservadora población la tienen atada de manos. Por ello, la periodista no tiene más remedio que arriesgar su propia vida para dar con el asesino y tratar de ayudar a las mujeres desamparadas y a merced de la violencia que impera en la ciudad.

Nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes, Araña Sagrada ficcionaliza los acontecimientos ocurridos alrededor del criminal ya mencionado, quien asesinó a 16 mujeres entre 2000 y 2001, lo cual desató todo tipo de reacciones sociales, algunas incluso alabando sus acciones por considerarlas "necesarias". Abbasi se concentra tanto en los asesinatos como en el juicio posterior. Su mirada es inquisitiva, pero por momentos se torna innecesariamente explotadora. La secuencia inicial, en la que vemos una felación de forma directa llevada a cabo por una de las víctimas, es el primer indicio de la dirección que tomará el relato. Posteriormente, las extendidas escenas de asesinato retratan el sufrimiento femenino en todo su esplendor. Sería demasiado hablar de un regodeo, pero la representación es perturbadora. Abbasi incomoda, sin embargo, el costo es demasiado alto.

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El director y escritor también toma otra decisión igual de problemática. Si bien la cinta sigue a Arezoo investigando los casos la actuación de Ebrahimi, por cierto, es lo mejor de esta; no por nada ganó el premio a Mejor Actriz en Cannes, el punto de vista de Saeed Hanaei (Mehdi Bajestani), el asesino, es su otro pilar. Cuando no lo vemos brutalizando mujeres, lo encontramos en casa o en su trabajo viviendo una vida normal con su esposa e hijos. Probablemente, la intención de Abbasi no sea humanizar al victimario, pero que su historia personal relegue a la de protagonista es lo que resulta cuestionable. El filme nos acerca al empoderamiento femenino en el entorno más hostil imaginable, pero su enfoque poco a poco nos va alejando de la propuesta inicial.

A pesar de ello, Araña Sagrada funciona al hacer señalamientos políticos, sociales y religiosos. La hipocresía, la corrupción y la opresión que destilan de un sistema en el que las mujeres apenas y gozan del derecho a salir a la calle son expuestos aquí en forma de autoridades gubernamentales y religiosas que solo pueden ver a la protagonista como una revoltosa, una hereje o un pedazo de carne. También es interesante la manera en que Abbasi retrata el culto a la personalidad alrededor de Hanaei cuando, de la noche a la mañana, se convierte en algo así como un héroe para aquellos que alegan cumplir al pie de la letra el Corán. En el último acto, somos testigos de una perversión social que Abbasi llega a lo perturbador con una devastadora escena final con todo y su grado de controversia.

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Araña Sagrada es muy efectiva al momento de crear una atmósfera inquietante a través de una banda sonora que enmarca a la perfección el temor y la frustración de la periodista. La fotografía también momentos destacados, como cuando la cámara hace un tilt up mostrando la ciudad como una enorme telaraña de la que es imposible escapar. Desafortunadamente, la decisión narrativa de darle mucho peso a la perspectiva del asesino no solo atenta contra el feminismo que distingue a la heroína del filme, sino que también le resta algo de tensión a la narrativa. Varios elementos apuntan a crear algo parecido a Zodiaco (2007, Zodiac), pero que sepamos la identidad del asesino desde un comienzo no juega en favor del thriller que debería ser. Abbasi toma riesgos para visibilizar una lucha en contra de un régimen indiferente y una sociedad adoctrinada, pero muchas de sus decisiones creativas no demuestran el respeto necesario ni a las víctimas ni a la causa.

Araña Sagrada está actualmente en cartelera.

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