Crítica - 1976, de Manuela Martelli (Netflix): el peligro de abrir los ojos

En una tienda de pinturas, una mujer explica el encargado el color que quiere a través de unos ejemplos en su revista de viaje. El hombre atiende su petición y trabaja en la mezcla. De pronto, gritos en la calle y algunos portazos llaman la atención de los que están dentro, pero el sobresalto solo los distrae de lo que están haciendo por un momento. La mujer finalmente obtiene el color que estaba buscando y se retira, sin embargo, algo no está bien. Una gota de pintura cayó en su zapato; la mancha es totalmente visible y no tarda en darse cuenta de ello. En 1976, el dolor por la desaparición de aquellos que se atrevían a disentir en el Chile de la dictadura se muestra en forma del despertar de una mujer acomodada cuya burbuja finalmente se rompe, dejando al descubierto lo que realmente ocurrió en ese periodo.

Imagen: Cinestación, Magma Cine, Wood Producciones

En 1976, Carmen (Aline Kuppenheim), una ama de casa de una familia de clase alta, aceptar ayudar al padre Sánchez (Hugo Medina), quien le pide sin muchas explicaciones que cuide de un herido llamado Elías (Nicolás Sepúlveda). Esta pronto se percata de que el joven que yace en cama con un balazo en la pierna no es un criminal, sino más bien un perseguido por el gobierno de Pinochet. Carmen poco a poco va conociendo más sobre un movimiento secreto que se opone a todo lo que creía que estaba bien en su país. Este acercamiento también trae consigo una sensación constante de paranoia; a partir de su nueva responsabilidad, su vida tranquila se ha convertido ahora en una colección de instantes de angustia y desesperación. Sin poder confiar en nadie, Carmen descubre cómo se siente ser perseguida.

La actriz Manuela Martelli (Machuca) debuta como directora con un efectivo e inquietante thriller que maneja a la perfección la sensación de persecución. Canalizando el espíritu de Hitchcock, la chilena construye una atmósfera amenazadora que lentamente se va apoderando de la protagonista, sumiéndola en un estado de alarma permanente, lo cual finalmente le hace abrir los ojos ante lo que ocurre en las entrañas de la sociedad de la que es parte. 1976 toma una perspectiva poso usual, e incluso polémica para algunos, para una historia acerca de la dictadura chilena; pero resulta más que interesante mostrar ese otro lado de la moneda para entender cómo la indiferencia también fue responsable de tanto atropello en aquel tiempo.

Imagen: Cinestación, Magma Cine, Wood Producciones

Kuppenheim asume por completo la responsabilidad de cargarse la película al hombro. La veterana actriz ofrece una poderosa interpretación como una mujer que finalmente despierta del letargo. Dicen que "la ignorancia es felicidad", y eso es evidenciado en el círculo en el que se mueve Carmen. "Los chilenos somos muy oscuros", dice alguien cercana a ella. Este aparente estado de dicha se ve interrumpido por la llegada de Elías a su vida, cuya herida debe limpiar, pero no solo la física, sino la que lo ha convertido en un paria. El guion —que, por cierto, prefiere minimizar los diálogos—, de Martelli y Alejandra Moffat, trabaja muy bien la transformación de la protagonista; es a través de pequeños detalles que vamos atestiguando cómo todo lo que conocía se viene abajo.

Otro de los puntos fuertes de 1976 es la fotografía. Yarará Rodríguez consigue tomas casi espectrales de Kuppenheim, acentuando la situación pesadillesca que experimenta. Otro detalle notable es el sonido, que también juega un papel decisivo al momento de crear un ambiente lleno de tensión. Y también tenemos que hablar de la música de Mariá Portugal; sus sintetizadores enmarcan a la perfección el estado de alerta de una mujer que por primera vez se enfrenta al peligro. Lo mejor de todo es que ninguno de estos elementos es sobreexplotado; los recursos visuales, los sonidos y la música son puntuales, apareciendo solo para enfatizar determinada situación y no para explicarle algo al espectador.

Imagen: Cinestación, Magma Cine, Wood Producciones

1976 nos recuerda a Observada (Watcher, 2022) por su enfoque hitchcockiano, pero también a Argentina, 1985 (2022), y no porque se parezca a esta última, sino por lo diferente que tratan un tema similar, ambas con destreza y mucho respeto hacia el dolor. Mientras que la de Santiago Mitre aborda la tragedia desde un punto de vista legal, Martelli opta por lo misterioso y lo enigmático. En 1985, los culpables tienen rostro, nombre y apellido, y hasta diálogos; por otro lado,  en la cinta en cuestión nunca vemos a nadie identificarse plenamente como miembro del gobierno, y mucho menos sus rostros. De cualquier manera, eso no significa que el peligro sea menor; durante toda la trama nunca tenemos la certeza de quiénes son en realidad los sujetos con los que Carmen interactúa, y esa ambigüedad es la que hace de 1976 algo intrigante y atemorizante. Al final, la vida tiene seguir, pero salir a la calle o hablar por teléfono nunca volverán a ser igual; alguien podría estar observando o escuchando.

1976 está disponible en Netflix.