"La historia no la hicieron tipos como yo", clama el fiscal Julio César Strassera (Ricardo Darín) cuando su esposa trata de hacerle ver lo que podría lograr si se lo propone. En Argentina, 1985 (2022), somos testigos de la eterna contienda entre David y Goliat, de una lucha que, de pronto, se ve ganable contra todo pronóstico. Sacándole todo el jugo a las convenciones del drama legal, la película emerge no solo como una entretenida propuesta excelentemente filmada, sino también como un recordatorio de una victoria social casi única en el mundo y que nunca puede ser olvidada. Emotiva, relevante e inesperadamente divertida, la cinta cautiva por su manufactura, sus actuaciones y su compromiso con la memoria.
Imagen: La Unión de los Ríos, Kenya Films, Infinity Hill, Amazon Studios |
La dictadura argentina ha terminado, pero las heridas provocadas en el país sudamericano se mantienen abiertas. Por ello, el gobierno democrático del presidente Alfonsín se ha propuesto enjuiciar a los responsables. Y así comienza el Juicio a las Juntas, que pretende llevar a prisión al expresidente Videla y a los militares culpables de secuestros, homicidios y torturas durante su mandato. Aunque reacio a llevar el caso al considerarlo perdido desde el inicio, el fiscal Strassera comienza a reunir las pruebas con ayuda de un equipo inexperto pero comprometido, dándose cuenta poco a poco de que, a pesar de las amenazas, existe la posibilidad de triunfar y reclamar la justicia que han estado esperando todo ese tiempo.
Santiago Mitre invita a toda una nación y al mundo entero a recordar el que es, posiblemente, el momento más importante en la historia contemporánea argentina. Filmada como un thriller hollywoodense de antaño, Argentina, 1985, presenta los hechos apegada a un relato estrictamente clásico; su estructura podrá ser enteramente lineal, pero eso no le impide encontrar toda una gama de oportunidades para aumentar la tensión u ofrecer instantes de genuina emotividad. Mitre y Mariano Llinás entregan un guion pulcro y sumamente efectivo que no necesita de mayores enredos ni grandes aspavientos para mostrar toda su efectividad.
Gran parte de la brillantez de la película tiene que ver, por supuesto, con la extraordinaria actuación de Ricardo Darín, quien recorre las distintas facetas de su personaje con gran versatilidad. La renuencia que muestra al principio deja al descubierto la vulnerabilidad de un Strassera temeroso y derrotado antes de que empiece la batalla; pero conforme avanza la trama, Darín le da una fuerza abrumadora al protagonista, haciéndolo pasar del héroe reacio al paladín de la justicia que puso en riesgo su integridad y la de su familia para traer un poco de consuelo a las víctimas y sus seres queridos. El alegato final, conmovedor y contundente, debería ser suficiente para que el argentino entre en la conversación del Óscar a Mejor Actor.
Imagen: La Unión de los Ríos, Kenya Films, Infinity Hill, Amazon Studios |
Afortunadamente, Mitre y Llinás exploran no solo la vida personal de Strassera para examinar las consecuencias de involucrarse en una empresa como esta, sino también la de Luis Moreno Ocampo (Peter Lanzani), fiscal adjunto y pieza clave del juicio. Mientras las escenas familiares con Strassera ofrecen un vistazo a la unión en busca de un objetivo común, las que involucran a Ocampo y su familia muestran la otra cara de la moneda: una Argentina nublada por ideas políticas peligrosas y una paranoia ideológica culpable de atroces crímenes. Mitre y Llinás, por supuesto, no temen ponerse del lado correcto de la historia, pero ello no significa que la caracterización de los antagonistas caiga en la ridiculización; aunque con pocas intervenciones —casi todas de forma pasiva—, la aparición de Videla y su séquito dejan una sensación de inquietud, sobre todo cuando Strassera se dirige a la audiencia mientras el acusado ya mencionado lee un libro como si su posible condena no fuera importante.
Pero es quizá el inesperado aspecto cómico lo que más sorprende de Argentina, 1985. Mitre y Llinás son muy cuidadosos al introducir una variedad de momentos muy divertidos que logran mezclarse muy bien con las escenas más solemnes o crudas —la mayoría de relatos escalofriantes sobre secuestros y torturas—. La presentación del equipo legal de Strassera, conformado por jóvenes sin experiencia alguna, trae consigo momentos de genuina comedia, así como cuando el fiscal y su asistente (Claudio Da Passano) tratan de pensar en alguien que pueda ayudarlos, dándose cuenta de que casi todos son "fachos". Destaca también el papel del hijo de Strassera (Santiago Armas), un adolescente astuto realmente comprometido con la causa de su padre y su país.
Imagen: La Unión de los Ríos, Kenya Films, Infinity Hill, Amazon Studios |
Principal favorita para obtener una nominación a Mejor Película Internacional en la próxima entrega del Óscar, el filme ostenta enormes valores de producción; aunque buena parte de la historia transcurre en oficinas o en la corte, los vestuarios, los peinados y demás detalles realmente adentran al espectador en la Argentina de los 80. El montaje también es determinante, pues la inclusión orgánica de material de archivo brinda mayor emoción a las escenas en las que las víctimas cuentan las terribles experiencias que vivieron al haber sido privados de su libertad durante la dictadura.
Argentina, 1985 es un testamento de la memoria histórica. Como un homenaje a quienes hicieron posible la justicia, la película sobresale no solo por el nivel de detalle invertido en la recreación del juicio y todo alrededor de este, sino también por su intención de hacer que el sufrimiento no se olvide jamás. "Nunca más", son las palabras con las que Strassera finaliza un discurso que hace estallar de emoción a quienes se encuentran en la sala del juicio; la frase trasciende el medio cinematográfico y se instala en el espectador como un recordatorio de que la historia, efectivamente, la hacen tipos como Strassera, aquellos que desafían a todo y a todos en busca del bien común.
Argentina, 1985 está disponible en Prime Video.
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