Separar la obra del artista ha representado un dilema moral que en los últimos tiempos ha dividido opiniones. ¿Realmente es posible valorar una obra de arte sin tomar en cuenta los posicionamientos y las actitudes del autor o autora? En Tár (2022), el cuestionamiento es parte integral de una historia en la que, precisamente, seguimos los actos poco éticos de una compositora y directora de orquesta destinada a convertirse en una leyenda de la música. En su más reciente película —la primera en 16 años—, el siempre elusivo Todd Field nos presenta un intenso estudio de personaje que hace alusión tanto a la llamada "cultura de la cancelación" como al significado del arte en una época de hiperconectividad y juicios precipitados.
Imagen: Focus Features, Standard Film Company, EMHAG Productions |
Lydia Tár (Cate Blanchett) es la compositora y directora de orquesta más grande sobre la Tierra. Su obra la ha posicionado como una de las más importantes de la historia contemporánea; y ahora como directora de la Orquesta Filarmónica de Berlín está a un paso de la consagración por su próxima grabación en vivo de la Quinta Sinfonía de Mahler. Pero no todo es maravilloso, pues sus métodos de enseñanza y trabajo llevan al límite a cualquiera, y su falta de empatía resulta evidente. Pero cuando serias acusaciones la ponen bajo reflectores poco deseados, todo lo que Lydia ha construido corre el riesgo de venirse abajo. Así, la artista se encuentra ante el reto más complicado de su exitosa carrera.
Multinominada en los Óscar y ganadora de numerosos premios —entre ellos la Copa Volpi del Festival de Venecia para Cate Blanchett—, Tár se presenta como una película biográfica de una figura ficticia; no habrá quien no haya entrado a Wikipedia para saber más sobre esta compositora. El biopic, por supuesto, suele ensalzar la vida del personaje en cuestión, pero aquí nos adentramos en lo más profundo de la personalidad de un individuo problemático cuyas prácticas y comentarios ponen en duda su integridad. Y, aun así, Field no emite juicio alguno acerca de su protagonista, dejando toda la tarea interpretativa al espectador. Separar la obra del artista o no es la elección que debe hacer.
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Blanchett, por supuesto, es el alma de la película. Su casi apoteósica actuación nuevamente nos hace preguntarnos si estamos ante la interpretación de una mujer que existió o existe en verdad. La australiana absorbe por completo con sus movimientos, su porte y una elocuencia demasiado atractiva; es fácil olvidar que estamos viendo a una actriz y no una directora de orquesta real. La actriz hace de la hipocresía algo adictivo; entre más somos testigos de los enredos profesionales y personales de Lydia, más queremos empaparnos de su incontestable y magnética presencia.
Pero, además del talento de Blanchett, tenemos que hablar del guion de Field. La verbosidad de sus diálogos solo es superada por lo afilado de las palabras —principalmente, las de Lydia—, que se clavan en los demás como cuchillas. El autor basa buena parte del filme en conversaciones, pero ninguna se basa en la exposición; cada una de ellas desenvuelve una capa más de la intrincada psique de la protagonista. Y si bien los personajes secundarios no tienen el mismo desarrollo o simplemente son accesorios del principal, sus intervenciones nos permiten entender el efecto tóxico que Lydia tiene en donde quiera que se pare.
Un aspecto llamativo de Tár es la forma en que Field presenta la inspiración artística, casi como una maldición o una presencia fantasmagórica que no hace más que perturbar al artista, lo que, por momentos, acerca el filme a uno de terror. La paranoia hace de Lydia una persona vulnerable cuando está sola; una faceta extra que complica todavía más a un personaje que desde un inicio muestra sus tácticas para manipular y ejercer todo el poder que le ha conferido su reputación, algo que invariablemente nos recuerda al increíblemente detestable Terence Fletcher de Whiplash: Música y Obsesión (Whiplash, 2014).
¿El arte puede existir a costa de lo que sea?, ¿qué pasa cuando una mujer es la señalada por actos de violencia sexual o psicológica? Field le da vuelta al problema de la cancelación con una historia que parece sugerir que la grandeza suele venir con delirios, una ineludible necesidad de controlar y un menosprecio generalizado por las opiniones de los demás. Se trata, sin duda, de una obra inteligente que nos da todos los recursos para pensar nuevamente en el papel del artista y la influencia que tiene en quienes apreciamos su obra.
Tár se encuentra actualmente en cartelera.
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