Crítica - El Hombre Perfecto, de Maria Schrader: el espejismo de la felicidad

"Cuando la felicidad llama, hay que abrirle la puerta", declara la supervisora de la empresa de tecnología que acaba de confiarle a Alma (Maren Eggert), la protagonista de El Hombre Perfecto (Ich bin dein Mensch, 2021), un robot humanoide diseñado, aparentemente, para ser el hombre que "ha estado buscando toda su vida". La frase supone una premisa que se ha hecho casi inherente de cualquier avance tecnológico, pero ¿realmente un algoritmo puede hacernos felices, o se trata más bien de un espejismo que aceptamos sin chistar? La película, por suerte, ofrece una respuesta muy ambigua, pero en su discurso podemos encontrar inquietudes existenciales a través de una astuta comedia romántica que, al mismo tiempo, explora la soledad y ese caos interno en el que tanto nos ¿gusta? vivir.

El Hombre Perfecto Maria Schrader critica
Imagen: Letterbox Filmproduktion, Südwestrundfunk

Alma es una arqueóloga que, para ganar el favor de su jefe, acepta ser parte de una prueba poco convencional: vivir con robot humanoide diseñado para satisfacerla en todo sentido durante tres semanas. Los primeros días que pasa con Tom (Dan Stevens) son incómodos y hasta exasperantes; sin embargo, el ser artificial pronto pone a prueba a Alma de varias maneras, sobre todo cuando esta inadvertidamente se rinde ante los encantos de su nuevo compañero. Con el pasado de los días, Tom y Alma crean un vínculo que se fortalece cuando el primero se convierte en el principal apoyo de la segunda tras una serie de dolorosos descubrimientos.

Elegida para representar a Alemania en la pasada entrega del Óscar solo llegó a la lista corta, El Hombre Perfecto justifica en todo momento su naturaleza como película de comedia romántica y de ciencia ficción. Maria Schrader (Poco Ortodoxa), directora y coguionista, utiliza muy bien las convenciones de estos géneros para hacer preguntas muy relevantes sobre el amor, la relación entre los humanos y la tecnología, y aquellos sentimientos de los que siempre queremos escapar pero que terminan por definirnos. Íntima, austera y muy convincente, la cinta se mantiene interesante y entretenida la mayor parte del tiempo gracias a sus momentos cómicos y a los cuestionamientos existenciales que se hace.

De inicio, lo que más llama la atención es Stevens; el británico ofrece una sorprendente interpretación que verdaderamente nos hace creer que estamos ante un ser artificial. Sus movimientos, sus expresiones y, sobre todo, su mirada, aluden a un artificio fríamente calculado. Su carisma es fundamental para conseguir que nos enamoremos de él, a diferencia de Alma, quien en un comienzo lo desprecia por lo que significa. Stevens hace de Tom algo irresistible desde que lo conocemos; su acento incluso se convierte en parte integral de su caracterización, aludiendo a los supuestos deseos de la mayoría de las mujeres alemanas. En suma, Stevens nos regala uno de los personajes robóticos más memorables de los últimos tiempos, que hasta nos hace pensar en qué pasaría si se encontrara con la Ava de Ex-Máquina (Ex Machina, 2014).

El Hombre Perfecto Maria Schrader critica
Imagen: Letterbox Filmproduktion, Südwestrundfunk

Sin embargo, es el personaje de Eggert el que disfruta del mayor desarrollo. A través de Alma, El Hombre Perfecto se hace varias preguntas sobre la condición humana, principalmente si la felicidad es una fantasía que nos hacemos. Por medio de la relación que entabla con Tom, Schrader hace referencia a esa actuación que hacemos para nosotros mismos para escapar de la soledad. La metáfora también aplica de forma literal: ¿cuánto tiempo pasamos pegados al teléfono y cuánto interactuando con seres humanos de carne y hueso? Hoy en día, pareciese que lo primero es lo que realmente nos hace felices, pero ¿es así? De cualquier manera, Schrader también incorpora en ese discurso la desesperación que nos hace sucumbir ante lo fácil y lo primero que encontramos. ¿Es inherente entonces nuestro estado permanente de vivir en una constante "mentira"?

Es en este sentido que la película abraza la ciencia ficción, porque el aspecto tecnológico apenas y tiene cabida en la trama. De hecho, si no fuera porque sabemos que Tom es un robot, y por otro pequeño detalle virtual al inicio, no habría nada que delatase la temática. Y, aun así, el relato explora a fondo la relación entre hombre y máquina, una de las máximas del género. Irónicamente, la singularidad tecnológica momento en el que la inteligencia artificial adquirirá consciencia propia, concepto recurrente en la ciencia ficción, no es lo que le preocupa a Schrader, sino más bien cómo el humano intenta descubrirse, o pensar que lo hace, a sí mismo a través de la tecnología, específicamente de los algoritmos diseñados para darnos lo que cree que nos gusta.

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Imagen: Letterbox Filmproduktion, Südwestrundfunk

El filme ahonda también en la insatisfacción, sentimiento al que estamos sometidos casi todo el tiempo. ¿Cuántas veces no hemos sentido que nuestra pareja no nos llena? Schrader, por supuesto, no descubre el hilo negro, pero articula muy bien ese caos interno en el que nos gusta vivir casi permanentemente, de manera muy similar a la que Joachim Trier plasmó en La Peor Persona del Mundo (Verdens Verste Menneske, 2021). La llegada de "el hombre perfecto" a la vida de Alma significa un dolor de cabeza para ella en todo sentido. A pesar de la lealtad absoluta y el futuro romántico que su compañero promete, esta se aferra a un pasado lleno de desilusión y tristeza. No por nada Schrader decidió presentarla como una arqueóloga. Pero, como la supervisora le dice: "Para tener un futuro debes tener un pasado".

El Hombre Perfecto no ofrece ninguna complacencia. Si bien la trama se muestra ligera a pesar de las cuestiones filosóficas que toca, Schrader se niega a dar respuestas; todo queda abierto, así como la vida misma. A través de su visión femenina que nos regala una tierna y muy diferente escena sexual a la que solemos ver en cintas dirigidas por hombres somos testigos de una linda historia de amor que subraya lo bueno y lo malo de nosotros, desde nuestra constante búsqueda de la felicidad hasta la cuidadosa capacidad que desarrollamos para autosabotearnos todo el tiempo. Pero ¿qué pasa cuando esa felicidad es artificial?, ¿vale la pena dejarse llevar por ella? Como dice Alma en una de las últimas escenas, cuando su padre es víctima de un robo y la policía le dice que fue raro, porque no había nada valioso en la casa: "El valor es relativo". Lo que hace feliz a alguien no necesariamente tiene el mismo efecto en los demás.

El Hombre Perfecto se encuentra actualmente en cartelera. 

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