Durante una cena familiar —momento predilecto para que la verdad siempre salga a relucir en el cine—, la famosa actriz Fabienne Dangeville (Catherine Deneuve) no se tienta el corazón al recordarle a Hank (Ethan Hawke), su yerno, lo mediocre que es su carrera; y a Lumir (Juliette Binoche), su hija, lo poco que le importa haber sido una mala madre cuando ella era chica. Más resentimientos, por supuesto, no tardan en surgir; sin embargo, Fabienne se mantiene inmutable y hasta orgullosa. Pero ¿sus palabras realmente vienen del alma o son una mera fachada para ocultar el dolor y la frustración que lleva dentro de sí? La Verdad (La Vérité, 2019), la nueva película de Hirokazu Koreeda, es un estudio de personaje que, precisamente, trata de desnudar a una mujer que, a pesar de lo extenuante que resulta, parece vivir en personaje en todo momento.
Imagen: 3B Productions, Bun-Buku, MI Movies, France 3 Cinéma, Canal+, Ciné+, France Télévisions, Garidi Films |
Fabienne es una reconocida actriz mayor que, mientras filma una nueva película de ciencia ficción, decide lanzar sus memorias. Al mismo tiempo llega a su casa de visita Lumir, su hija guionista, con su familia, quienes pretenden pasar un tiempo con ella para "celebrar". Pero las cosas comienzan a tornarse incómodas cuando Lumir cuestiona la veracidad de algunos de los hechos mencionados en el libro de su madre, en el que su relación es representada como casi perfecta. Con el paso de los días, madre e hija reviven anécdotas del pasado, pero también vuelven a abrir viejas heridas que nunca sanaron. Por si fuera poco, durante el rodaje, Fabienne se encuentra cara a casa con su propia fragilidad al interactuar con Manon (Manon Clavel), la joven y bella coprotagonista que le recuerda a una rival del pasado.
Con La Verdad —selección oficial del Festival de Cine de Venecia 2019—, el prolífico director japonés entrega su primera cinta filmada fuera de Japón y en idiomas ajenos al suyo. De cualquier manera, Koreeda vuelve a explorar su tema predilecto: la familia. En su primera incursión en el cine occidental, el cineasta se vale de un reparto en su mayoría francés para hablar sobre el carácter escénico de la familia, y de cómo este se alimenta de las actuaciones de cada uno de sus miembros. Por tal razón, no resulta nada extraño que una parte importante de la trama nos lleve a un set cinematográfico, donde la realidad se mezcla con la ficción, y las caretas, irónicamente, comienzan a caer.
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Después de la aclamada Un Asunto de Familia (Manbiku Kazoku, 2018) —ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes en el 2018—, Koreeda configura su estilo y sus temáticas para trasladarlas al cine occidental, específicamente al francés, en el que una despreocupada Catherine Deneuve es fundamental para contar esta historia sobre una familia un poco disfuncional; pero también sobre una vieja y cínica actriz que se niega a mostrar cualquier señal de debilidad, tanto en lo personal como en lo profesional. Bajo las ordenes del japonés, la casi legendaria actriz se enfrenta a un papel en el que se le ve disfrutando cada escena. Pero lo más interesante está en el terreno meta de su rol. Una reconocida actriz interpretando a una reconocida actriz —que incluso lleva uno de sus nombres reales— en el final de su carrera, reflexionando sobre su vida profesional y personal, nos hace pensar en el gran reto que Koreeda planteó para Deneueve, quien, por supuesto, cuenta con Binoche como soporte de lujo.
La también francesa, que, curiosamente, en Las Nubes de María (Clouds of Sils Maria, 2014), interpreta a una estrella de cine conflictuada por la presencia de una joven actriz, se ve ahora en la otra cara de la moneda, encarnando a una mujer sencilla pero dolida por la ausencia de su madre cuando joven. De hecho, la película de Olivier Assayas comparte varias similitudes con la de Koreeda; y aunque los abordajes son distintos, en ambas transcurre una metanarrativa que desnuda por completo a las protagonistas: dos mujeres que tienen en el set/escenario el punto débil que tratan de esconder de los demás. Aquí, juntas, Binoche y Denueve establecen una dialéctica y una confrontación emocional que se convierten en el núcleo de la historia.
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Y claro, no podemos dejar de lado a Ethan Hawke, quien, con una participación más discreta, eso sí, también le sirve al director para hacer énfasis en las interpretaciones de la vida diaria a las que hace referencia a lo largo del filme. Como un alcohólico en recuperación, condición que bien podría estar detrás de una carrera poco exitosa, Hank se muestra como un padre amoroso y un esposo comprensible que, aun así, mantiene a su hija al margen de sus episodios más bochornosos como persona, tal y como Lumir le recuerda cuando la amenaza de una recaída se cierne sobre ellos. Su sobriedad, entonces, parece ser una interpretación para mantener a salvo lo que más le importa en el mundo: el amor y el respeto de su hija.
Estas mentiras piadosas —que, en ocasiones, suelen ser los cimientos de una familia— a las que apela Koreeda pululan por la trama. Al final, cuando la verdad detrás de algunas de ellas sale a la luz, Fabienne y Lumir finalmente pueden llevar su relación hacia un siguiente nivel, quizá no a la reconciliación completa, pero sí hacia la comprensión; aunque, como queda claro en las últimas escenas, siempre habrá espacio para los secretos y ciertas omisiones, porque, simplemente, así es la naturaleza de cualquier familia.
La Verdad es un muy buen inicio para Koreeda en el cine occidental, pero eso no significa que las particularidades de su estilo queden enterradas. Charlotte, por ejemplo, protagoniza una tierna subtrama muy al estilo de sus obras situadas en Japón. Por momentos, pareciera que estamos viendo escenas de Nuestra Pequeña Hermana (Umimachi Diary, 2015). Además, la comida, tal y como suele ser recurrente en la filmografía del director, juega un papel muy importante en la (des)unión familiar,
La verdad de estos personajes, sobre todo la de Fabienne, es la que ellos quieren creer y defender a como dé lugar; pero cuando los fantasmas del pasado son demasiado abrumadores, y ya no es posible confiar en la memoria —como algunos claman en la cinta—, la soledad que viven dentro de los personajes que interpretan para los demás desaparece, al menos por un momento. Al final, estas ficciones emergen como una faceta más de la dinámica familiar, siempre necesarias para poder vivir la realidad que las envuelve.
La Verdad se encuentra en cartelera.
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