Reseña - El Ejército de los Muertos: el atraco fílmico de Zack Snyder

Zack Snyder goza de un estatus casi divino en el cine de género. Durante década y media, el siempre controversial director ha entregado una buena cantidad de películas que, de alguna u otra manera, han podido encontrar un espacio perdurable dentro de la cultura pop, ya sea para bien o para mal. Tras generar bastante conversación con sus adaptaciones de novelas gráficas 300 (2006) y Watchmen: Los Vigilantes (Watchmen, 2009), el cineasta se convirtió en el Kevin Feige de DC, quien, supuestamente debería guiar su universo extendido en el cine. Y, bueno, ya conocemos la historia; la tragedia azotó, la narrativa se descarriló, y Snyder finalmente fue echo a un lado. Aun así, su estatus se ha conservado relativamente bien, por lo que Netflix no tardó en ficharlo para una de sus megaproducciones. Pero como todo "dios", hay quienes se niegan a creer en él, y es con productos como El Ejército de los Muertos (Army of the Dead, 2021) que las dudas se vuelven a cernir sobre su figura. 

Después de un descuido militar, un zombi en poder del gobierno de Estados Unidos queda suelto en Las Vegas, convirtiendo a toda la ciudad y desatando el caos. Al enterarse de que las autoridades planean lanzar una bomba atómica en el lugar para acabar con la amenaza, Bly Tanaka (Hiroyuki Sanada, en otro de sus eternos papeles secundarios irrelevantes), dueño de un casino, se acerca al exmercenario Scott Ward (Dave Bautista) con una tarea complicada: recuperar $200 millones de dólares abandonados en su complejo de Las Vegas; la recompensa: una tajada del dinero. Aunque dubitativo al principio, Scott acepta, y pronto se embarca en una nueva aventura de la que podría no salir vivo. Después de conformar un nuevo grupo de mercenarios, Scott se adentra en la ciudad infestada por zombis, y otros más que desafían cualquier concepto anterior del muerto viviente.

El Ejercito de los Muertos reseña
Imagen: The Stone Quarry, Netflix

Para muchos, Zack Snyder es ahora el nuevo Michael Bay. En los 90 y principios de los 2000, si lo que se estaba buscando era una película llena de explosiones, efectos por computadora e innumerables secuencias de acción, solo se podía recurrir a un hombre: Bay. Snyder, por su parte, ha dedicado su vida en Hollywood a deleitar a un público muy selecto; y a pesar de una gran legión de fans, la crítica no ha estado de su lado todo el tiempo. Por tal razón, las comparaciones con Bay no necesariamente resultan un halago. A pesar de alejarse de los enfoques a veces infantiles de Marvel, la "oscuridad" de sus obras no forzosamente significa un mejor trabajo o uno más profundo. Con El Ejército de los Muertos, el estadounidense finalmente se olvida de la seriedad y se divierte como nunca, pero eso tampoco quiere decir que la calidad narrativa haya estado por encima de todo.

El Ejército de los Muertos recoge el concepto de los zombis usado ya hasta el cansancio para construir una frenética cinta de acción, aunque con un pequeño detalle: una historia de atraco insertada en medio. La fusión de subgéneros quizá no resultaba totalmente innovadora, pero sí que despertaba cierta curiosidad por ver lo que Snyder haría al regresar a este tipo de películas El Despertar de los Muertos (Dawn of the Dead, 2004) fue su debut cinematográfico. Así, podría decirse que el filme cumple con lo prometido, pero solo sí espera un montón de clichés apretujados en una trama genérica, habitada por personajes tan simplones como imbéciles, que seriamente ponen en duda la capacidad como escritor del director.

El Ejercito de los Muertos reseña
Imagen: The Stone Quarry, Netflix

El filme sigue una estructura similar a las de populares títulos de atracos, como La Gran Estafa (Ocean's Eleven, 2001): un hombre Dave Bautista, en este caso reúne a expertos en tareas específicas para llevar a cabo una misión casi imposible. Pero a diferencia de la dirigida por Steven Soderbergh, los personajes de Snyder parecen un montón de marionetas moviéndose erráticamente entre escombros y cadáveres, tomando las peores decisiones posibles, o incluso no haciendo algo relevante, como Marianne (Tig Notaro), quien permanece en el techo del casino durante buena parte de la trama (esto también se debe a que Notaro reemplazó a un actor despedido por acusaciones de conducta sexual inapropiada, por lo que sus escenas tuvieron que ser insertadas posteriormente). Matthias Schweighöfer, como el alemán experto en bóvedas, aparece para proporcionar el alivio cómico, pero las bromas rara vez conectan; de hecho, muchas resultan arcaicas. Ana de la Reguera, como María, cumple un papel de relleno y de interés romántico, que se cuece en apenas un par de minutos, para olvidarse de nuevo de la manera más hilarante posible. Pero el caso más infame es el de la hija de Scott, Kate (Ella Purnell), quien también desaparece por un largo rato, solo para emerger nuevamente casi al final, encabezando una todavía menos interesante subtrama de rescate. 

Y aunque lo anterior es suficiente para mermar el interés por la película, son otros aspectos introducidos a la fuerza por Snyder los que realmente hacen de El Ejército de los Muertos algo insoportable. La odiosa historia de reencuentro entre padre e hija carece de cualquier impacto emocional, no solo por la falta de química entre los actores, sino por lo trillado de la situación. Los trazos melodramáticos, que evocan a Armageddon (1998) de nuevo, Bay—, son otro impedimento para mostrar tan siquiera el mínimo interés por estos personajes. 

Aunado a ello, Snyder pretende darle un tinte político a su cinta con distintas referencias al estado de su nación. Temas como la inmigración, la división política, el machismo y la falta de libertades se hacen sentir de alguna u otra forma; sin embargo, pareciera que el director y guionista tenía una lista de todas las agendas sociales a las que debería adherirse para mantenerse en la conversación. Y esto, por supuesto, no está mal, pero no se siente del todo honesto.

Curiosamente, el filme se asemeja bastante a Estación Zombie 2: Península (Peninsula, 2020), y no solo en que ambos presentan un atraco en medio de una invasión zombi, sino también en la forma en la que se entregan por completo a la acción, olvidándose por completo de la trama.

El Ejercito de los Muertos
Imagen: The Stone Quarry, Netflix

Otra decisión que llama bastante la atención es el hecho de que Snyder funja como su propio fotógrafo. Su estilo se asoma de la peor manera posible; la poca profundidad de campo de varias tomas es llevada al extremo, haciéndolas parecer como escenas extraídas de algún programa televisivo. Esto no solo deja al descubierto cierto egoísmo del director por apropiarse de un rol en el que no tiene experiencia alguna, sino un estilo visual que atenta contra la esencia cinematográfica. 

El Ejército de los Muertos se toma bastantes libertades como película de zombis, y esto no es necesariamente un problema. Si bien hay pedazos sumamente aburridos y redundantes, Snyder ofrece entretenimiento sin compromiso por varios lapsos, pero la duración de 2 horas 20 representa un obstáculo difícil de vencer

Con su más reciente esfuerzo, Snyder finalmente se consagra como el nuevo Michael Bay: excelente administrando recursos y supervisando la filmación, pero pésimo transmitiendo emociones a través de las imágenes. Si estamos ante el nuevo "dios" del blockbuster, lo mejor será entonces permanecer como ateo.

El Ejército de los Muertos está disponible en Netflix.

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