No hace mucho, Netflix encontró en Noah Baumbach un autor dispuesto a comprometerse de lleno al streaming. Historia de un Matrimonio (Marriage Story, 2019), su más reciente esfuerzo en conjunto, probablemente no haya sido el mayor éxito de la plataforma en su todavía breve historia, pero la cinta generó una conversación constante y el suficiente reconocimiento como para considerarla un triunfo. Aquel filme sobre el final de una pareja generó lágrimas e identificación por doquier, además de que obtuvo unas cuantas nominaciones a importantes premios para varios de los involucrados. Por todo lo anterior, resulta comprensible que Netflix haya apostado ahora por Malcolm y Marie (Malcolm & Marie, 2021), una propuesta con un tono y estilo distinto, aunque con la fuerza necesaria y una temática similar para, al menos, involucrar al público de la misma manera.
Imagen: Little Lamb, The Reasonable Bunch, Netflix |
Después de estrenar su más reciente película, Malcolm (John David Washington), un director de cine en ascenso, y Marie (Zendaya), su novia, regresan a la hermosa casa que les ha proporcionado la productora. Aunque el primero llega del mejor ánimo para celebrar el buen recibimiento que tuvo su obra, la segunda pronto se muestra incómoda por algo. Tras darse cuenta de ello, Malcolm aborda la situación de la peor manera posible, hasta que descubre la razón del enojo de Marie: haberla omitido en su discurso de agradecimiento. Aun cuando el cineasta trata de arreglar las cosas, la discusión sube de tono conforme avanza la noche, dejando al descubierto viejas heridas, distintas perspectivas sobre su vida laboral y personal y el verdadero sentir que tiene cada uno hacia el otro.
Sam Levinson, quien se ha hecho ya de un nombre con su exitosa serie Euphoria para HBO, impactado como todo el mundo por la pandemia, se convirtió en pionero al ser prácticamente el primer cineasta en trabajar durante un momento de total riesgo e incertidumbre. Malcolm y Marie se filmó el verano pasado en apenas un par de semanas, con un minúsculo equipo de producción y prácticamente inaugurando los protocolos que la industria fílmica adoptaría para poder seguir operando. El resultado es una película minimalista, filmada en 35 mm en un bello blanco y negro y soportada enteramente por la interacción entre sus dos y únicos personajes: dos individuos imperfectos y vulnerables sumidos en lo que pareciera ser un enfrentamiento infinito.
Levinson, quien ha desarrollado ya un estilo muy particular tras la irregular Nación Asesina (Assassination Nation, 2018), su segundo filme, y la aclamada serie ya mencionada, se aleja un poco del distintivo ritmo frenético de estos proyectos para adentrarse en un terreno más cercano al de ese par derecientes capítulos especiales de Euphoria, en los que ambas protagonistas, por separado, son parte de una profunda conversación que refleja su fragilidad adolescente. De hecho, ya sea para bien o para mal, Zendaya no puede escapar aquí de la sombra de Rue, pues la adicción a las drogas y una actitud nihilista conforman el pasado de Marie, una actriz que simplemente nunca pudo despegar su carrera precisamente por esta razón.
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Malcolm y Marie toca diversos temas que, sin duda, darán bastante de qué hablar en próximos días. Por supuesto, el aspecto principal de este relato es la confrontación entre los personajes titulares, la cual va construyendo una imagen muy clara de ellos. Mientras que Malcolm es un tipo que oculta una notoria vulnerabilidad bajo una fachada de superioridad intelectual, Marie es una jovencita ordinaria que asume su fragilidad como una parte más de su vida. Los golpes en los que ambos incurren pretenden demoler esta construcción que tienen de sí mismos, sin importar el daño que puedan causar en el proceso. Esto, sin duda, trae consigo una pregunta inevitable: ¿es posible seguir con alguien después de este intercambio tan cruel? Levinson se encarga de dejarlo todo abierto a la interpretación.
Pero debajo de este conflicto de pareja yacen otros cuestionamientos, algunos más valiosos que otros, que el director y escritor se hace, principalmente, sobre el estado de la industria de la que él forma parte. Durante gran parte de la cinta, Malcolm se convierte en un crítico de la crítica cinematográfica; su desprecio hacia quienes "pretenden" saber de cine parece señalar esa necesidad del gremio por encontrar significados donde, muchas veces, no los hay. Esto nos regala algunos momentos sumamente divertidos, como cuando Malcolm lee la primera crítica de su película, favorecedora, por cierto, haciendo añicos la interpretación de quien la redactó. Pero con ello, pareciera también que Levinson se adelanta a los acontecimientos y prepara un mecanismo de defensa para quien se atreva a cuestionar sus decisiones creativas.
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Malcolm y Marie brilla cuando Zendaya proyecta toda la tristeza que embarga a su personaje. Cuando la discusión se interna en este territorio, y cuando toma la batuta, el guion muestra una notable astucia; que Marie le dé vuelta a cada uno de los argumentos previamente expuestos por su pareja demuestra un interés real por exponer el punto de vista de una persona que reclama su lugar en una dinámica en la que aparentemente lo ha perdido. Sin embargo, este proceso lleva a Levinson a, quizá inocentemente, tomar partido por el discurso de Marie, quien, al final, podría tener la última palabra después de todo. El narcisismo, habladuría y agresividad innecesaria de Malcolm terminan por colocarlo como un antagonista, uno muy carismático y divertido, pero antagonista a fin de cuentas.
De cualquier manera, el tema que más llama la atención es el de la autoría de una obra, lo cual desata una pelea por enésima vez entre los amantes. ¿Quién es realmente el autor en una película? La respuesta no es tan fácil de contestar como uno pensaría. Para Malcolm, por obvias razones, solo hay una persona responsable de la creación; pero para Marie, no. Sus opiniones opuestas suponen no solo una parte del pesar de esta, sino un verdadero cuestionamiento sobre la creación cinematográfica: ¿en dónde empieza y termina la contribución de uno? Es cierto que recrear la realidad no basta, pero la autenticidad, como lo hace ver la joven lastimada, también es fundamental para la creación artística.
Malcolm y Marie es un entretenido ejericio que aprovecha al máximo los recursos disponibles dadas las circunstancias; desafortunadamente, Levinson insiste en hacerse presente en la historia a través de los diálogos con varios recursos meta que pretenden acomodar al director como un tercer e invisible personaje. Todo cambia cuando Washington y Zendaya se preocupan por exhibir los puntos más débiles de sus personajes. Es en ese momento en el que Malcolm y Marie realmente tiene algo valioso que decir.
Malcolm y Marie está disponible en Netflix.
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