Reseña - Historia de un Matrimonio: devastador y divertido drama de un divorcio

Mientras se prepara para entrar a la sala donde comenzará su juicio de divorcio, Nicole (Scarlett Johansson) mira con atención la carpeta que su feroz abogada Nora (Laura Dern) acaba de dejar en la silla. En esta se puede apreciar el apellido de la afligida mujer, así como una cifra sumamente larga que denota su número de caso. Esto la deja pensativa y hasta contrariada. Al haber llegado hasta las últimas consecuencias en busca de separarse de su esposo Charlie (Adam Driver), Nicole se da cuenta que no son más que una cifra y un saco de dinero para aquellos quienes los están representando.

Mientras los abogados llenan sus arcas, la pareja, y una infinidad más, enfrenta el peor momento de su vida lo mejor que pueden, tratando de ser buenos padres, trabajando en medida de lo posible, y continuando con una existencia que será muy distinta de ahora en adelante.

Nicole se encuentra insatisfecha con su matrimonio. Como la actriz principal de la compañía teatral de su esposo Charlie, la mujer siente que no es más que una extensión de este último, lo que le ha privado de desarrollarse profesionalmente en otros planos. Cuando finalmente se separa de él en los mejores términos posibles, Charlie  ve el problema como algo temporal que eventualmente se arreglará.

Todo cambia cuando Nicole ve a una abogada que le hace ver la necesidad y posibles beneficios de entablar la demanda de divorcio, claro, por una considerable suma de dinero. Sin más remedio, temiendo por la amenaza de perder la custodia de su su hijo Henry (Azhy Robertson), Charlie también busca ayuda legal para enfrentar el embate legal.

Aunque Noah Baumbach ha sido consistente durante toda su carrera, el cineasta finalmente se consagra en el medio con Historia de un Matrimonio, una excepcional película que explora el doloroso y extenuente proceso de separación de un par de individuos lastimados por las intenciones de los otros.

Y si bien Baumbach es el principal responsable del impacto emocional de esta historia gracias a un guión casi perfecto, el cual refleja absolutamente la humanidad y vulnerabilidad de sus personajes, son Johansson y Driver quienes se convierten en el corazón de la cinta con sus soberbias y convincentes actuaciones, posiblemente las mejores de su carrera, principalmente en la de Driver.

Historia de un Matrimonio comienza precisamente con eso, con los esposos contando a un psicólogo y al público lo mejor del otro. Lo que sigue a continuación, sí, es un relato sobre una lenta y triste separación, pero también una celebración del matrimonio, la unión de dos personas imperfectas, decepcionadas y lastimadas tratando de encontrar consuelo.

Aunque solo presenciamos el final de esta relación, Baumbach nos hace sentir que conocemos a los protagonistas de toda la vida. Los detalles, experiencias y toda clase de cosas que cuentan o hacen referencia a su unión marital nos permiten conocer aquella felicidad que alguna vez existió en su hogar, por más fugaz que haya sido.


Baumbach acierta al hacer esta película tanto de Nicole como de Charlie, sin tomar lado y evitando juzgar sus acciones. En el proceso, el director expone neutralmente las razones por las que ambos han decidido seguir por separado.

Baumbach, habiendo escrito el guión tras su separación con la actriz Jennifer Jason Leigh, no busca culpables, sino más bien el punto en el que todo se fue al carajo.

Nicole pronto deja ver la sensación de inferioridad que le dejó años de estar casado con un hombre que desestimaba sus opiniones e ideas, cosa que Charlie ha ignorado inconscientemente durante todo este tiempo. Más adelante, este revela las razones por las que dejó de sentir atracción hacia su esposa, llevándolo a tomar una mala decisión, lo cual tiene duras consecuencias en el desarrollo del personaje.

Es cierto que Historia de un Matrimonio no nos insta a ponernos de un lado u otro, pero el hecho de que todo el peso legal caiga sobre Charlie nos permite empatizar un poco más con él, con un tipo que cometió varios errores durante su vida como casado, y que ahora paga con su propio sufrimiento. Driver resulta fundamental para poder entender el dolor de la situación.

"Me siento como un criminal", le dice a su primer y apacible abogado Bert Spertz (un hilarante Alan Alda con una breve pero puntual participación), con un rostro que no muestra más que aflicción y frustración, reteniendo lo más posible un mar de lágrimas. Todo esto se acentúa cuando comienza a tener dificultades con su hijo, quien parece pasarla mejor con su madre casi todo el tiempo. No es que Baumbach muestre preferencia por Charlie, sino más bien lo concibe como un individuo viviendo las consecuencias de sus actos, conscientes e inconscientes.


A pesar de la situación tan seria que enfrentan, Baumbach halla los momentos perfectos para incorporar una serie de cómicas situaciones. Ejemplo de ello es en la que Charlie se entera de la demanda, donde la torpeza de su hermana Cassie (Merritt Wever) y su madre Sandra (Julie Hagerty) aligeran la incomodad del asunto.

Otro memorable instante es cuando una lúgubre trabajadora social visita a Charlie para observarlo mientras convive con su hijo, lo que resulta en una dinámica tan improbable como chusca. Alda también contribuye a la comedia como el bonachón abogado del esposo que solo parece empeorar las cosas con sus poco útiles consejos.

Pero quien brilla igualmente además de los protagonistas es Dern como la temible abogada, dispuesta a quitarle todo a Charlie con tal de complacer a su clienta. La veterana actriz dota de una extravagancia única a la despiadada y astusta forma de ser de la representante, la cual nunca puede proyectar realmente el verdadero sentir de Nicole.

También es posible ver esta película como una triste pero obvia revelación: nunca dejamos de conocer a las personas. Nicole lo dice textualmente como una consigna en contra de su todavía esposo, y con eso quedan claros los sentimientos que nunca han podido dejarla en paz. De esto no solo se aprovecha Nora, sino también el otro soez abogado que contrata Charlie, Jay (Ray Liotta). Durante el juicio, los dos sacan lo peor de sus clientes sorprendiéndolos al hacerlos escuchar una retorcida versión de sí mismos contada por sus alguna vez amados. Pocas cosas son más dolorosas que esto.


En Historia de un Matrimonio, los esposos irónicamente se convierten en personajes de un drama que nunca imaginaron. Los distintos momentos en los que Baumbach los enfrenta, sobre todo una escena en particular cerca del final donde ponen todas las cartas sobre la mesa después del infierno que han vivido, resultan emocionalmente devastadores.

El conflicto de pareja que desarrolla el director es tan natural y familiar que cualquier encontrará aunque un mínimo parecido con una relación actual o pasada, y he ahí la importancia de la obra, de mostrar sin tapujo alguno lo que realmente implica un vínculo como el matrimonio. 

De cualquier forma, Baumbach ofrece un atisbo de esperanza, una posibilidad de reconciliación a pesar de todo que nos deja con una enorme sonrisa en el rostro, y un gran alivio en el corazón. Los recuerdos vivirán para siempre; tiempos mejores ya vendrán más adelante.

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