Reseña - Mank: gloria y corrupción en el viejo Hollywood

En uno de los tantos momentos meta de Mank, el protagonista advierte: "No puedes plasmar la vida de un hombre en dos horas". Cuando la biografía de cualquier personalidad llega al cine, los comentarios sobre x aspecto que faltó de su vida o tal cosa que no debió haber sido incluido nunca faltan. El reto para los cineastas es condensar la vida de estas figuras de la mejor manera posible para conseguir retratos que, dejando de lado lo apegado a la realidad que pudiesen estar, resulten convincentes. 

En la esperada película sobre la vida de Herman J. Mankiewicz, personaje clave del Hollywood de antaño, lo anterior no solo se cumple al pie de la letra, sino con creces suficientes para convertirse en una de las más notables del año.

Mank reseña
Imagen: Netflix

Después de que el director Orson Welles (Tom Burke) obtiene la oportunidad de hacer una cinta con un raro control creativo total, Mankiewicz (Gary Oldman) es encomendado con escribir el guion. Un accidente pone en peligro su tarea, por lo que Welles se asegura de darle el entorno y recursos necesarios para que pueda hacer su trabajo sin distracción alguna. 

Pero conforme el plazo para entregar se acerca, el escritor se enfrenta a su alcoholismo y a las críticas de la gente más cercana, quienes consideran que el haber creado personajes basados en personalidades de la industria es un suicidio profesional. Siendo fiel a su historia, Mankiewicz poco a poco se va percatando del verdadero valor creativo de lo que está haciendo. 

Después haber apostado por Alfonso Cuarón y Martin Scorsese al tomar proyectos vistos con cierto desdén por otros estudios, Netflix ahora vuelca toda su atención en David Fincher, quien se ha convertido en uno de los tipos más importantes para la plataforma de streaming al crear algunos de sus títulos más comentados. 

Una película en blanco y negro sobre la Edad de Oro de Hollywood vaya que sonaba arriesgada para esta época; por ello, las salas y habitaciones de los espectadores emergían como el único lugar posible para distribuir lo nuevo del aclamado realizador. Con Mank, Fincher entrega su mejor trabajo desde Red Social, y se posiciona para estar presente en la próxima entrega de los Óscar.

El filme puede ser visto como un "detrás de cámaras" de Ciudadano Kane, la obra más grande del cine dependiendo de a quién se le pregunte. Mank nos transporta a una época en la que un Hollywood ¿de ensueño? hace realidad los sueños del público y de sus creadores, pero también algunas de sus pesadillas. 

Aunque, en un comienzo, nos encontramos con un Mankiewicz alejado mental y físicamente de este entorno, una gran cantidad de flashbacks nos devuelven a aquel momento en el que el protagonista fungía su papel cabalmente dentro del engranaje del sistema de los estudios. Con el tiempo, el guionista es testigo de lo peor de la industria y de la forma en la que hace valer su poder sin ética alguna. 

Así, Fincher y su padre (Jack Fincher, quien escribió el guion), nos ofrecen un vistazo a este lado oscuro desde la perspectiva de un hombre que, ante todo lo que ha presenciado, debe tomar una postura por primera vez. 

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Imagen: Netflix

Como una cinta sobre el cine, Mank bien bien podría ser vista como una "carta de amor a Holllywood"; sin embargo, esto no podría estar más alejado de la realidad. Aunque la gestación de Ciudadano Kane es el gancho que nos invita a sentarnos a disfrutar de esta parte de la vida de Mankiewicz, la trama se torna sumamente política, principalmente durante los flashbacks, en los cuales el protagonista es testigo de cómo los estudios, MGM en este caso, utilizan su maquinaria para poner en marcha una campaña de desprestigio para dañar la candidatura de un demócrata socialista (percibido como comunista por sus contrincantes). 

Este aspecto de la película es probablemente el más atractivo de la historia. A través de la decepción de Mank, podemos dar cuenta de la corrupción dentro de este sistema. 

Oldman se luce una vez más como el cínico escritor. Con una tremenda actuación, que poco a poco seduce al espectador mientras crea una imagen más empática, el actor demuestra nuevamente que es uno de los grandes de la época. 

Fincher, por supuesto, se toma varias libertades para construir esta picaresca versión del personaje. Aquí, la realidad se alimenta de la ficción por razones narrativas; pero lo contrario ocurre dentro del relato, donde Mankiewicz se inspira en William Randolph Hearst (Charles Dance) y Marion Davies (Amanda Seyfried) para concebir los icónicos personajes de Ciudadano Kane. Apelando al pasado periodístico de Mank, los Fincher consiguen hilar de gran manera los flashbacks de alta carga política con el presente en el que el mítico guion se va gestando.

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Imagen: Netflix

Desde el punto de vista técnico, Mank brilla en distintos apartados. La fotografía de Erik Messerschmidt, con ciertas alusiones al clásico de clásicos; la música de Trent Reznor y Atticus Ross (Nine Inch Nails), interpretada con instrumentos auténticos de la época, y una mezcla de audio que la hace pasar por algo filmado a mediados del siglo pasado (con todo e imperfecciones de imagen), son elementos fundamentales para realzar el valor de la película. 

Y claro, los demás actores también resultan determinantes. Aunque ninguno consigue opacar lo que ha hecho Oldman, desde Seyfried hasta una inesperadamente buena Lilly Collins, estos complementan formidablemente los estados de ánimo del personaje principal. Si bien la trama se centra por completo en Mankiewicz, el resto del reparto es desarrollado breve pero efectivamente, lo que crea un panorama todavía más amplio de la podredumbre y sueños rotos alrededor de Hollywood.

Mank, inesperadamente, decide alejarse del famoso conflicto entre Welles y Mankiewciz por el crédito del guion de Ciudadano Kane para enfocarse en un tema más apremiante y en sintonía con nuestros tiempos. Cuando el protagonista exclama que un "escritor puede ser más peligroso que un partidario sin integridad", las preocupaciones sobre aquellas narrativas enclavadas en las llamadas fake news nos vienen a la mente. 

Al final, el arma más efectiva para contrarrestarlas parece ser, igualmente, el puño y letra. Con su obra maestra, Mank deja un legado que cuestiona el poder desde el mismo poder, no por nada su productor le pide encarecidamente que escriba mucho y apunte bajo. La ética profesional nunca podrá ser sobrevalorada.

Mank está disponible en Netflix.

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