Reseña - Relic: el horror de la fragilidad mental

Una enfermedad mental puede convertirse en un verdadero horror no solo para quien la sufre, sino para toda la familia. En Relic, el padecimiento es el motor de un drama con tintes de terror que genera una profunda sensación de desesperación alrededor de una situación incontrolable. Si bien sería un tanto injusto clasificar esta cinta dentro del género de terror desde cierto punto de vista, valdría la pena traer a colación las distintas películas que han usado los conceptos que lo definen para contar distintas historias sobre las relaciones humanas y las atrocidades que trae consigo la descomposición social.

En la obra en cuestión, el desamparo ante el lento pero seguro resquebrajamiento del cuerpo y mente de una persona suponen el real e insostenible suplicio.


Edna (Robyn Nevin), una octogenaria que vive sola en las afueras de Melbourne, desaparece misteriosamente. Kay (Emiliy Mortimer) y Sam, (Bella Heathcote), hija y nieta, no tienen más remedio que ir a su casa y averiguar qué pasó con ella. A pesar de que la relación entre Kay y Edna no es la mejor, esta última muestra una notable preocupación por dar con el paradero de la primera.

Cuando finalmente aparece de la nada, y aparentemente sin recuerdo de alguno de lo que sucedió en días pasados, Kay y Edna no tardan en confrontarse de nuevo cuando discuten sobre qué pasará a continuación. Pensando en ingresarla a un asilo, Kay tiene dudas sobre el estado mental de su madre, pero todo empero cuando Sam descubre algo todavía más inquietante en la condición de su abuela.

Natalie Erika James hace su debut cinematográfico con Relic, un trabajo con algunos trazos autobiográficos, concentrados principalmente en el tiempo que la cineasta pasó cuidando a su abuela con Alzheimer, y que utiliza ciertos recursos del cine de horror para crear conciencia alrededor del cuidado de una persona mentalmente inestable.

Si bien la demencia es la condición en la que la australiana-japonesa se enfoca para construir su relato, el toque personal resulta evidente tanto por la intimidad con la que filma como por el desarrollo de la trama, la cual concluye de manera inesperada dados los estándares del género, si es que pudiéramos considerarla como parte del mismo.


Relic goza de tres actuaciones femeninas convincentes. Representando generaciones distintas, Nevin, Mortimer y Heathcote encarnan muy bien lo que significa congeniar con otros individuos que, a pesar de que la sangre los une, a veces les cuesta entender lo que el otro quiere. La tensión entre las tres es muy notoria desde el principio.

En una escena, por ejemplo, Kay y Sam discuten sobre el futuro de la segunda, el cual, al menos en ese momento, parece estar destinado a servir tragos en un bar. Por otro lado, cuando Kay finalmente puede interactuar con su madre, otra relación en mal estado no tarda en asomarse. La severidad e impaciencia de Kay pronto se ven contrariadas por la necedad y rebeldía de su madre. Esta discordancia generacional enseguida se convierte en uno de los temas principales de la película.

El deterioro mental de Edna se hace más notorio conforme avanza la cinta, creando distintas situaciones muy cercanas al horror y ejemplificando más o menos lo que sucede en la cabeza de una mujer cada vez más ajena a su realidad. En un comienzo, es Sam quien atestigua los súbitos cambios de humor de su abuela, haciéndola víctima eventualmente de otro de los aspectos del género que James utiliza para diseñar su narrativa: la casa embrujada.

Con este, la directora nos adentra en la frágil mente de la abuela a través de una serie de pasillos con triques arrumbados y extrañas bifurcaciones que regresan al mismo sitio. La casa dentro de la casa es lúgubre, complicada y en pleno estado de derrumbe. Enseguida, Sam se vuelve víctima de la desesperación en todos los sentidos al verse atrapada en este lugar. ¿Cómo ayudar entonces a una persona que ha dejado de ser ella misma?


Relic sin duda nos recuerda otro drama familiar, todavía más honorífico, que exploraba a detalle la eventual fractura entre madre e hijos. En El Legado del Diablo, referente contemporáneo del género, el trauma como herencia representa una angustia casi imposible de superar. Aunque en la cinta en cuestión James apunta a algo parecido, la búsqueda de la empatía permanece como su único objetivo desde el comienzo. El final, lleno de compasión y una incontenible tristeza, son prueba de ello.

También podríamos establecer una conexión temática con The Babadook (Jennifer Kent, 2014), otra película australiana donde una casa aparentemente embrujada, la muerte y el duelo son los ingredientes principales. Relic bien podría ser el preámbulo y una respuesta anticipada a lo que propone la obra de Jennifer Kent. La resignación es la única arma que tenemos para afrontar la muerte de nuestros seres queridos; por tanto, no asimilarla podría resultar en una amenaza muy poderosa para nuestra estabilidad emocional. 

Es verdad que Relic es lenta y hasta cierto punto tediosa. Algunos cabos sueltos, como las referencias a familiares fallecidos y el papel de algunos aspectos arquitectónicos de la casa, dejan al descubierto minúsculas omisiones en el guión; sin embargo, la forma en la que James representa el impacto de la enfermedad mental en tres generaciones de mujeres en busca del reencuentro resulta el acierto más grande de su ópera prima. Habrá que seguir con atención su carrera. 

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