Reseña - Una Vida Oculta: el inquebrantable espíritu de un hombre bueno

En Una Vida Oculta, Franz (August Diehl), un héroe desconocido, anuncia en una trágica carta a su esposa que le escribe con las manos atadas, pero con su voluntad intacta. Esta declaración resume perfectamente la nueva cinta de Terrence Malick, quien nuevamente se acerca a la relación entre el hombre y sus convicciones morales y religiosas para mostrarnos la historia de un individuo humillado y criminalizado por el simple hecho de mantenerse congruente con sus principios.

Con una notable solemnidad y el contemplativo estilo que ha caracterizado buena parte de su obra, el siempre esquivo director le rinde un homenaje a su protagonista y a la individualidad que emana de su objeción de conciencia.


Franz Jägerstätter es un granjero austriaco que vive con su familia en un apacible pueblo enclavado en las montañas. El inicio de la Segunda Guerra Mundial supone un grave conflicto en él, pues de ser reclutado para el combate, se vería imposibilitado de jurar lealtad a Adolf Hitler y sus ideales debido a sus profundas creencias morales.

A pesar del repudio de casi todos sus conocidos, Franz se mantiene firme; cuando el llamado llega, este anuncia su intención formal de no realizar el juramento. Arrestado, torturado y presionado por las autoridades militarse en busca de cambiar su opinión, Franz continúa con su objeción a sabiendas de que solo le aguarda un único destino al final de este martirio.

Una Vida Oculta resuena con gran fuerza en una época como esta. Si bien Malick se inspira en la terrible vivencia de Jägerstätter, quien más tarde fue beatificado por la Iglesia Católica al considerarlo un mártir contemporáneo, su obra toma la fortaleza de la oposición de aquellos que se han negado a seguir los retorcidos ideales nacionalistas de decenas de líderes mundiales.

Apelando a una narrativa convertida casi en poesía, el estadounidense plasma la vida de Jägerstätter como un pequeño acto de rebeldía, pero también como un contundente desafío a los ideales que intentan aplastarlo a como dé lugar.

Diehl (sí, el mismo que interpreta al infame mayor de la GESTAPO en Bastardos Sin Gloria), encarna a Jägerstätter con una seriedad apabullante. Es a través de sus miradas de desolación y decisión que el espectador hace palpables las emociones de un hombre que se mantiene estoico ante la mayor de las pruebas.

El alemán, seguramente conmovido por los actos de Jägerstätter, canaliza los estados de ánimo de un personaje que, a pesar del grave conflicto, nunca pierde la oportunidad de mostrar preocupación por su amada o de jugar con sus traviesas hijas. Diehl es sin duda el alma de la película, pero el papel de Franziska (Valerie Pachner), su esposa, resulta decisivo para entender otra perspectiva del predicamento. 


Mientras Franz vive su calvario en una prisión nazi, Franziska se enfrenta al desprecio y rechazo de los habitantes del pueblo, todos convencidos de que la postura del primero representa una grave ofensa para todos los que están en el frente y sus familias. Y no solo eso, pues la mujer también tiene que cuidar de sus tres pequeñas y seguir con el trabajo duro en la granja.

Pachner asume de forma brillante los sentimientos encontrados de Franziska, quien ofrece su apoyo incondicional a la decisión de su esposo sin importar las graves consecuencias que vendrán para ambos. Malick se vale de este soporte para darle un sentido todavía mayor a la lucha de Franz, la cual también se convierte en la de toda una familia.

Una Vida Oculta es sin duda la cinta más valiosa de Malick en casi una década, misma que ha visto al misterioso director trabajar prácticamente sin descanso desde la memorable El Árbol de la Vida, de la que rescata varios conceptos para introducirlos en su más reciente trabajo.

Aunque sus películas posteriores a la ya mencionada lo vieron internarse en terrenos contemporáneos construidos con relatos demasiado fragmentados sin rumbo aparente, el director vuelve a aquel sitio donde se ha visto más sólido en los últimos tiempos: construyendo experiencias espirituales que resaltan el valor del hombre a pesar de su minúscula existencia en el universo.

En ambas obras, Malick se plantea el papel de Dios en la lucha de los hombres justos. En Una Vida Oculta, Franz es prácticamente un santo, un individuo incapaz de un acto de maldad y que incluso acude con las autoridades religiosas más cercanas para tratar de encontrar una guía. "¿No reconocen el mal cuando lo ven?" le pregunta al obispo de su localidad tratando de darle sentido a una creencia considerada casi como una herejía. "Tienes un deber con la patria", le contesta el religioso visiblemente influenciado por la amenaza de un poder terrenal.

Pero es el padre de Franziska, cuando acude con ella para pedir clemencia a todas las instancias posibles, quien le da el significado más importante a la negativa de su yerno: "Es mejor padecer una injusticia que infligirla".


Una Vida Oculta ostenta el inconfundible estilo de Malick. La majestuosa fotografía que ensancha los bellos paisajes y los espacios que habitan los personajes (por primera vez a cargo de Jörg Widmer después de una larga colaboración con Emmanuel Lubezki), los diálogos extradiegéticos como susurros melancólicos, la subjetividad de la cámara que nos adentra todavía más en el sufrimiento del protagonista, y una edición poco convencional hacen de esta cinta una adición muy importante a la filmografía del director.

Además de El Árbol de la Vida, otra referencia inmediata que resulta pertinente, aunque no de la autoría de Malick, es Silencio, la épica religiosa de Martin Scorsese. Así como en esta última, Una Vida Oculta muestra un compromiso espiritual en ocasiones inexplicable para aquellos quienes solo pueden presenciarlo. La gracia de Dios se convierte en un personaje más; la única explicación para aguantar tanto sufrimiento.

Todos le aseguran a Franz que su acto no cambiará el curso de la guerra ni de la humanidad, pero así como Malick expone en la cita de George Eliot que muestra al final de la cinta, la vida oculta de los héroes desconocidos es lo que trae el bien a este mundo. ¿Que por qué Dios permite que algo malo le pase a un hombre bueno? Eso seguirá siendo un misterio para los creyentes.

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