No hace mucho, Queen nos presentó la versión propia de su brillante trayectoria, y cualquiera podría haber pensado ¿quiénes mejor que ellos para hacerlo? Quizá tengan razón, al fin y al cabo, las autobiografías son algo muy común en el medio artístico. Los hechos parecen respaldar este argumento con una descomunal taquilla, la cual incluso ha traído consigo la posibilidad (¿o amenaza?) de una secuela sobre la vida del legendario Freddie Mercury. Pero hay un gran problema con la popular Bohemian Rhapsody, además de la obsesión por apegarse lo más posible a la realidad y hacer una especie de película de origen de superhéroe: ¿qué habría pensado realmente Mercury de la forma en la que fue representado? Este filme podría haber aprendido una o dos cosas de Rocketman, la adaptación cinematográfica sobre la vida de otra leyenda, Elton John, en la que la grandilocuencia e intimidad se mezclan a la perfección para entregar la cinta biográfica ideal.
Reginald Dwight es un niño británico de clase media y un prodigio musical descubierto por su abuela. Aunque su madre Sheila (Bryce Dallas Howard) no le presta atención y su padre se aleja durante su infancia, Reginald comienza a pulir sus habilidades, pero sufriendo al mismo tiempo por la falta de apoyo de su propia familia. Durante su juventud, Reginald (Taron Egerton) se convierte en músico de tiempo completo, y en breve comienza a trabajar con el compositor Bernie Taupin (Jamie Bell), quien eventualmente se vuelve su mejor amigo y confidente. Así, como Elton John, y alcanzando la fama de inmediato, el joven músico comienza a disfrutar de los placeres de la fama, su identidad sexual y la popularidad absoluta, aunque no pasa mucho tiempo para que este se dé cuenta de que el precio a pagar es demasiado alto.
Resulta curioso que Dexter Fletcher, el director, haya participado en ambas películas, las cuales tratan sobre estrellas musicales británicas que fueron contemporáneas, y que el resultado haya sido tan distinto. Claro, debemos recordar que Fletcher solo llegó a Bohemian Rhapsody para supervisar los toques finales, esto después de que Singer fuera despedido por su conducta. En Rocketman es donde realmente podemos ver su talento para relatar de forma poco convencional la vida de una figura tan popular como la de Elton John. Junto al guionista Lee Hall, Fletcher añade un toque fantástico a las vivencias del músico, y al mismo tiempo nos adentra en las frustraciones de un personaje lastimado por aquellos que lo rodean.
Pero además de Fletcher y Hall, esto no sería posible sin Egerton, quien entrega el mejor papel de su todavía corta carrera. Sin tener que preocuparse por imitar a John, ni satisfacer su ego, el británico hace un excelente trabajo y demuestra que es posible encarnar a una leyenda y canalizar emociones ajenas haciendo suyo al personaje sin tener que transformarse en él. La comparación con el ganador del Óscar Rami Malek es inevitable. Si su plana interpretación (¿o copia?) de Freddie Mercury le valió uno de los más grandes premios de la industria, sin siquiera cantar los icónicos temas de Queen ¿qué merecerá entonces un Egerton que asume con gran valentía su rol como cantante y que además demuestra finalmente su talento como actor? El tiempo lo dirá.
Tampoco podemos pasar por alto el aporte del mismo John, quien se abre completamente para que el público conozca sus intimidades, miedos y momentos más oscuros. En Rocketman nos topamos con un niño carente de afecto, un joven ensimismado con la fama, y una superestrella sufriendo por el vacío en el que ha convertido su vida. A diferencia del Freddie Mercury de Bohemian Rhapsody, este Elton John emerge como una figura más humana, frágil y en comunión con su identidad sexual. Aunque al final obtenemos una especie de historia de redención típica de este tipo de películas, su naturaleza es realmente lo que la hace destacar del resto.
Los creadores de Rocketman sabían que buena parte de su audiencia acudiría a las salas para escuchar las famosas canciones que hicieron historia, por lo que la decisión de incorporarlas de forma inesperada es probablemente una de las más gratas sorpresas de la cinta. Estas aparecen orgánicamente en momentos decisivos de la trama exponiendo los sentimientos de John y los demás personajes. Al principio, por ejemplo, vemos a toda su familia cantando "I Want Love", la cual engloba el complicado entorno que envuelve la dinámica en su hogar. Y al final, la interpretación de "I'm Still Standing" enaltece la figura de un hombre que ha regresado del abismo para seguir adelante. Las partes musicales son entretenidas no solo por la familiaridad de los temas, sino por la forma en la que los números fueron montados alrededor del relato, el cual no se detiene para darle espacio a la música.
Pero tampoco estamos ante una obra perfecta. Quizá su defecto más grande está en los personajes secundarios, los cuales no se desarrollan por completo y solo cumplen un papel alrededor de John. La unidimensionalidad de los mismos hace que el espectador recurra al protagonista en busca de más profundidad; por suerte, Egerton no decepciona, pero fuera de este no hay más. Algunos de los personajes secundarios son claramente caricaturescos, como la malvada madre, quien lanza los comentarios más viles de la película; y John Reid (Richard Madden), el maquiavélico manager que hace una nueva aparición después de Bohemian Rhapsody (también trabajó con Queen). A diferencia de hace unos meses, en esta ocasión se nos presenta a un hombre turbio y amenazante que se introduce en la vida de John de la forma más dulce, solo para mostrar su verdadero rostro más adelante. Probablemente habría sido buena idea desarrollarlo más.
Rocketman no se guarda nada. Las drogas y excesos abundan en sus imágenes, además de que no hay reserva alguna por mostrar una escena sexual gay, un tabú que todavía perdura en Hollywood y el cine comercial. Al haber trabajado en Bohemian Rhapsody, Fletcher seguramente trajo consigo varias ideas de lo que no se debe hacer en una cinta biográfica, sobre todo de alguien que está vivo. En este trabajo, el director utiliza las mayores vulnerabilidades de John para dar a conocer los sentimientos y emociones de un hombre que alguna vez se vio perdido, no por nada vemos a un Egerton caracterizado en una sesión de rehabilitación confesando todas sus adicciones. Es un hecho que Rocketman no se acercará en lo absoluto a la taquilla de Queen, pero sus creadores pueden estar tranquilos, ya que le han rendido un homenaje a Elton John mostrando su verdadera cara al mundo sin apegarse demasiado a la realidad.
Resulta curioso que Dexter Fletcher, el director, haya participado en ambas películas, las cuales tratan sobre estrellas musicales británicas que fueron contemporáneas, y que el resultado haya sido tan distinto. Claro, debemos recordar que Fletcher solo llegó a Bohemian Rhapsody para supervisar los toques finales, esto después de que Singer fuera despedido por su conducta. En Rocketman es donde realmente podemos ver su talento para relatar de forma poco convencional la vida de una figura tan popular como la de Elton John. Junto al guionista Lee Hall, Fletcher añade un toque fantástico a las vivencias del músico, y al mismo tiempo nos adentra en las frustraciones de un personaje lastimado por aquellos que lo rodean.
Pero además de Fletcher y Hall, esto no sería posible sin Egerton, quien entrega el mejor papel de su todavía corta carrera. Sin tener que preocuparse por imitar a John, ni satisfacer su ego, el británico hace un excelente trabajo y demuestra que es posible encarnar a una leyenda y canalizar emociones ajenas haciendo suyo al personaje sin tener que transformarse en él. La comparación con el ganador del Óscar Rami Malek es inevitable. Si su plana interpretación (¿o copia?) de Freddie Mercury le valió uno de los más grandes premios de la industria, sin siquiera cantar los icónicos temas de Queen ¿qué merecerá entonces un Egerton que asume con gran valentía su rol como cantante y que además demuestra finalmente su talento como actor? El tiempo lo dirá.
Tampoco podemos pasar por alto el aporte del mismo John, quien se abre completamente para que el público conozca sus intimidades, miedos y momentos más oscuros. En Rocketman nos topamos con un niño carente de afecto, un joven ensimismado con la fama, y una superestrella sufriendo por el vacío en el que ha convertido su vida. A diferencia del Freddie Mercury de Bohemian Rhapsody, este Elton John emerge como una figura más humana, frágil y en comunión con su identidad sexual. Aunque al final obtenemos una especie de historia de redención típica de este tipo de películas, su naturaleza es realmente lo que la hace destacar del resto.
Los creadores de Rocketman sabían que buena parte de su audiencia acudiría a las salas para escuchar las famosas canciones que hicieron historia, por lo que la decisión de incorporarlas de forma inesperada es probablemente una de las más gratas sorpresas de la cinta. Estas aparecen orgánicamente en momentos decisivos de la trama exponiendo los sentimientos de John y los demás personajes. Al principio, por ejemplo, vemos a toda su familia cantando "I Want Love", la cual engloba el complicado entorno que envuelve la dinámica en su hogar. Y al final, la interpretación de "I'm Still Standing" enaltece la figura de un hombre que ha regresado del abismo para seguir adelante. Las partes musicales son entretenidas no solo por la familiaridad de los temas, sino por la forma en la que los números fueron montados alrededor del relato, el cual no se detiene para darle espacio a la música.
Pero tampoco estamos ante una obra perfecta. Quizá su defecto más grande está en los personajes secundarios, los cuales no se desarrollan por completo y solo cumplen un papel alrededor de John. La unidimensionalidad de los mismos hace que el espectador recurra al protagonista en busca de más profundidad; por suerte, Egerton no decepciona, pero fuera de este no hay más. Algunos de los personajes secundarios son claramente caricaturescos, como la malvada madre, quien lanza los comentarios más viles de la película; y John Reid (Richard Madden), el maquiavélico manager que hace una nueva aparición después de Bohemian Rhapsody (también trabajó con Queen). A diferencia de hace unos meses, en esta ocasión se nos presenta a un hombre turbio y amenazante que se introduce en la vida de John de la forma más dulce, solo para mostrar su verdadero rostro más adelante. Probablemente habría sido buena idea desarrollarlo más.
Rocketman no se guarda nada. Las drogas y excesos abundan en sus imágenes, además de que no hay reserva alguna por mostrar una escena sexual gay, un tabú que todavía perdura en Hollywood y el cine comercial. Al haber trabajado en Bohemian Rhapsody, Fletcher seguramente trajo consigo varias ideas de lo que no se debe hacer en una cinta biográfica, sobre todo de alguien que está vivo. En este trabajo, el director utiliza las mayores vulnerabilidades de John para dar a conocer los sentimientos y emociones de un hombre que alguna vez se vio perdido, no por nada vemos a un Egerton caracterizado en una sesión de rehabilitación confesando todas sus adicciones. Es un hecho que Rocketman no se acercará en lo absoluto a la taquilla de Queen, pero sus creadores pueden estar tranquilos, ya que le han rendido un homenaje a Elton John mostrando su verdadera cara al mundo sin apegarse demasiado a la realidad.
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