Reseña - Bohemian Rhapsody: la obsesión cinematográfica con la recreación

La vida de Freddie Mercury fue objeto del deseo para Hollywood por mucho tiempo. Hace algunos años, un proyecto con Sacha Baron Cohen como protagonista finalmente comenzó a tomar forma; desafortunadamente, y según diversas publicaciones, Brian May y Roger Taylor, únicos integrantes de Queen en la actualidad, se opusieron rotundamente a darle seguimiento por la forma tan explícita en la que su antiguo compañero sería representado. Por tal razón, no resulta extraño darse cuenta que Bohemian Rhapsody, materialización de este sueño, sea una versión sumamente ligera, complaciente y muy familiar de los años de fama del legendario vocalista. Como un biopic convencional, la cinta sigue una fórmula que nos muestra el ascenso del músico, su posterior caída y una redención que ciertamente lo ensalza como uno de los más grandes de la historia, pero que se aleja un tanto de su faceta más oscura.

Farrokh Bulsara (Rami Malek) es un extrovertido joven británico proveniente de una familia parsi que trabaja como maletero en un aeropuerto de Londres, Las fricciones con sus padres conservadores lo han llevado a soñar con hacer algo diferente; por lo que, a sabiendas de la gran voz que posee, decide probar suerte con una banda local conformada por Brian May (Gwilym Lee) y Roger Taylor (Ben Hardy). Mientras el grupo, ahora conocido como Queen, comienza a triunfar en el país gracias a su sonido único, Freddie (su nuevo nombre) conoce a una chica llamada Mary (Lucy Boynton), con quien pronto desarrolla una relación romántica. Así, el cantante y sus compañeros de pronto se encuentran ante una vida que nunca imaginaron, llena de éxitos, dinero y una inmensa popularidad. Convertido en toda una estrella, Freddie comienza a tener dudas no solo sobre su papel en el grupo, sino acerca de su propia identidad y sexualidad, lo que lleva su carrera hacia un lugar sumamente complicado dadas las creencias y circunstancias de la época.


Los biopic musicales no son cosa fácil. ¿Cómo adaptar la vida de un artista con millones de fans alrededor del mundo sin caer en la recreación e incorporar al mismo tiempo la esencia que lo caracteriza? La mera presencia de Mercury despierta la curiosidad de cualquiera, pero la injerencia de los demás integrantes y de un importante estudio y las malas decisiones de un director como Bryan Singer, que terminó despedido por su comportamiento en el set, nos muestran la versión de Queen que ellos quieren que veamos, una muy superficial que no indaga realmente en las tribulaciones del cantante y las complicaciones de una vida marcada por una terrible enfermedad. La verdad, por supuesto, no es importante; pero para May, Taylor y los ejecutivos de Fox, lo es todo.

La cinta recoge los hechos más importantes en la vida de Mercury durante su carrera con Queen y se enfoca en la relación que tuvo con sus compañeros, padres y, principalmente, Mary Austin, su amante convertida en mejor amiga. Como cualquier obra del género, esta nos presenta al protagonista como un soñador cuya apariencia y estilo de vida no son aprobados del todo por su tradicionalista padre. Por golpe de suerte o empeño, Mercury obtiene la oportunidad de su vida al incorporarse a Smile, grupo que eventualmente se cambia el nombre a Queen y se convierte en el más popular sobre la Tierra. De ahí, Singer y sus guionistas conciben una trama que funciona como una lista de curiosidades acerca de la vida del vocalista. ¿Cómo surgió lo del micrófono sin base? ¿Quién hizo el logo de la banda? ¿Por qué se puso Freddie Mercury? ¿Cómo conoció a Austin? ¿Qué hacía antes de ser famoso? Todas estas preguntas son contestadas para el beneplácito del público, pero para el detrimento de un relato que pierde mucho tiempo en ello.


De igual forma, Singer orquesta también algunas escenas que nos dejan asomarnos a la concepción de los más grandes clásicos de Queen, como el exhaustivo proceso de grabación para la titular "Bohemian Rhapsody", la riña previa al surgimiento de la línea de bajo de "Another One Bites the Dust" o la participación de todos los integrantes y sus parejas para crear el inconfundible ritmo de "We Will Rock You". Estos momentos ciertamente llenarán de nostalgia a los fans de antaño e iluminarán a los escuchas causales del grupo, pero nada más. El esfuerzo por recrear es tan grande que el desarrollo de los personajes es pobre o nulo. Para Singer y compañía, la idea es asemejarse lo más posible a la verdad más amigable de la historia de Queen y su vocalista.

Aunque se temía que Bohemian Rhapsody no abordaría el tema de la sexualidad de Mercury, al final este aspecto toma un lugar preponderante en la trama, aunque de una manera un tanto extraña y no tan convincente. La atracción hacia su mismo sexo parece ser una tentación prohibida, un camino que lo lleva hacia la decadencia y la soledad. A su lado solo queda el infame Paul Prenter (Allen Leech), manager y amante, quien convenientemente se convierte en el villano de la película con sus malos consejos y manipulaciones, lo que deja a Mercury como una víctima que al final abre los ojos y resurge de las cenizas. Por si fuera poco, su padecimiento con el SIDA queda como una mera anotación.


El clímax dramático de la cinta llega con la icónica presentación del grupo en Live Aid. La secuencia completa, recreada en su totalidad durante la filmación, enaltece la grandiosidad de Mercury y del grupo y cumple con su cometido emocionando al espectador. Sin embargo, dejando de lado toda la cuestión de copiar hasta el más mínimo de detalle de lo que ocurrió en esa ocasión, el guión se toma algunas libertades que le dan un toque melodramático a la situación, como el éxito de la recaudación para la hambruna en África después de que la banda tomara el escenario. Malek, por su parte, se esfuerza por imitar al cantante con sus movimientos y ademanes, pero su actuación apenas nos deja ver una parte del conflicto en su interior.

Bohemian Rhapsody es un biopic más y una oportunidad desaprovechada de hacer algo distinto. El viaje de Mercury para descubrir quién es no resulta convincente, pues el tono ligero y familiar termina por llevar la trama hacia un final amable y triunfalista. Por momentos, Singer y su equipo tratan de adentrarse en terrenos oscuros representando las luchas internas, las fallidas relaciones del protagonista y el momento en el que enfrenta al SIDA; sin embargo, el guión apenas rasca en la superficie y el resto de las escenas es empleado para indagar en las curiosidades la banda. Estamos ante un rápido y entretenido resumen de uno de los grupos de rock más influyentes de todos los tiempos y no la película definitiva sobre la vida de Freddie Mercury que nos habían prometido.

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