Crítica - Un Lugar en Silencio: Día Uno; una precuela más íntima pero irrelevante a fin de cuentas

A finales de la década pasada, John Krasinski y su equipo sorprendieron a propios y extraños con una original, emotiva y muy convincente película de terror. Un Lugar en Silencio (A Quiet Place, 2018) no solo genera una constante sensación de desesperación, sino que concentra el drama en las relaciones humanas en condiciones extremas; encontrar la normalidad en medio de lo anormal algo que la humanidad tuvo que hacer en la vida real durante la subsecuente pandemia. Convertida ya, inevitablemente, en una franquicia, la tercera entrega, alejándose más del terror, llega ahora en forma de un spin-off/precuela no necesariamente para expandir este universo, pero sí para presentar otra historia de supervivencia y conexión humana en medio de la catástrofe, lo cual tiene sus aciertos y sus errores en esta ocasión. 

Un Lugar en Silencio Dia Uno critica
Imagen: Paramount Pictures, Platinum Dunes, Sunday Night

Michael Sarnoski quien ganó notoriedad gracias a la peculiar Pig (2021) hace unos años, toma la batuta de Krasinski para dirigir y escribir Un Lugar en Silencio: Día Uno (A Quiet Place: Day One, 2024), que se remonta al primer día de la brutal invasión por parte de alienígenas capaces de escucharlo todo. A pesar de tratarse de un blockbuster con grandes escenas de acción, resulta comprensible saber por qué Sarnoski fue finalmente el elegido para estar a cargo del proyecto; estamos, sí, ante un relato de destrucción masiva que, sin embargo, se toma el tiempo para desarrollar escenas de extrema intimidad durante instantes de notable dolor, característica con la que podríamos definir la ópera prima del estadounidense. Y esto es posible, en parte, al enorme talento interpretativo de Lupita Nyong'o.

La actriz mexicana de origen keniano, teniendo que prescindir por mucho tiempo de la palabra, usa su cuerpo, especialmente su mirada, para transmitir la desesperación y el temor de la situación apremiante en la que se encuentra. Su personaje es singular también por otra razón, pues se trata de una enferma terminal con una visión cínica de la vida; simplemente espera el momento en que el cáncer finalmente se la lleve, mientras lanza chistes ácidos sobre su condición y el hospicio en el que vive sus últimos días. La decisión de construir a Sam de esta manera presenta una reflexión cuando menos curiosa: ¿qué hace alguien que se sabe prácticamente muerto al enfrentar el fin del mundo? La respuesta es tan íntima como hilarante, así que no hace falta revelarla aquí.

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Imagen: Paramount Pictures, Platinum Dunes, Sunday Night

Su contraparte, Eric (Joseph Quinn), un estudiante de derecho, no es tan fascinante como la protagonista. Si bien el popular actor británico no lo hace mal, su presencia es opacada en todo momento por Nyong'o, a excepción de una escena casi al final en la que comparte unos minutos de paz y humor con su compañera. Que se nos presente a Eric como un tipo que entra en pánico fácilmente, por otro lado, crea una contraposición con la entereza y relativa calma de Sam, alguien que sabe sus días contados sin importar qué. El problema es que no hay demasiada química entre ellos ni otras características que hagan destacar específicamente a Eric como una persona de carne y hueso. Al final, queda más como un accesorio. Vamos, el gato, protagonista de algunas de los instantes de mayor tensión en la película, resulta más memorable. 

Pero la mayor crítica contra este filme tendría que ser la falta de ideas. Si bien se trata de un episodio sin mucho en juego narrativamente hablando, para luego dar paso a la inevitable tercera entrega de la saga principal, aquí no hay nada particularmente emocionante, o que no hayamos visto antes en las dos primeras partes. Básicamente, recicla lo que vino previamente: personas procurando guardar silencio para no ser asesinadas por las letales criaturas. Los detalles de intimidad y aparente nimiedad que agrega Sarnoski tienen su gracia momentánea, pero en conjunto no consiguen crear una experiencia única. Que el gato sea lo que más se quede en la memoria deja ver el poco ingenio del guion.

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Imagen: Paramount Pictures, Platinum Dunes, Sunday Night

De cualquier manera, hay que agradecer que Un Lugar en Silencio: Día Uno no sucumba ante la tentación de explicar el origen de la invasión con estrambóticos argumentos, como lo que hizo la reciente Bird Box Barcelona (2023). Además, el CGI sigue siendo uno de los fuertes de la franquicia; sin abusar de él, el nivel de detalle de los alienígenas luce impresionante. Para ser una cinta francamente innecesaria, no se pueden pasar por alto algunos de sus valores, pero se ve complicado que la saga vuelva a impactar en el futuro como lo hizo la primera vez.

Un Lugar en Silencio: Día Uno está actualmente en cartelera.

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