Un Lugar en Silencio: minimalista drama de horror

La nueva ola del cine de terror continúa con su estupendo momento. Hace un año, ¡Huye! y su puntual crítica racial comenzaba a generar revuelo gracias a su original temática y por el momento en el que llegaba a las salas, uno de intensa discusión sobre la discriminación en Estados Unidos. Ahora, Un Lugar en Silencio emerge como la cinta del género que nadie puede perderse. Con una simple premisa y una valiosa implicación social, esta se aleja igualmente de los sustos baratos para introducir al espectador a un mundo hostil en donde la familia es vital para alcanzar la supervivencia. Tensión, emoción y un acercamiento a la comunicación interpersonal hacen de esta película de horror una de las más atractivas del momento.

En 2020, la humanidad ha sido diezmada por unas extrañas criaturas ciegas con un sentido auditivo ultra desarrollado, cualquier ruido las alerta para atacar y matar. Con la civilización colapsada y las ciudades abandonadas, una familia trata de seguir su vida habiendo desarrollado varias técnicas y reglas para mantenerse a salvo. Un día, Lee (John Krasinski), el padre, los guía a las tiendas desiertas en busca de provisiones. Evelyn (Emily Blunt), la madre, ayuda a sus hijos a mantenerse callados mientras recupera varias medicinas para Marcus (Noah Jupe), su hijo enfermo. Regan (Millicent Simmonds), la hija mayor que padece de sordera, cuida del más pequeño, Beau, quien por accidente recoge un juguete ruidoso que provoca fatales consecuencias. Meses después, Regan, sintiéndose culpable por lo sucedido, comienza a confrontar a su padre y a la dinámica que los ha mantenido vivos durante todo este tiempo.


John Krasinski, comediante por naturaleza que ha incursionado como director en varios ocasiones hacia un ámbito más dramático, dirige con bastante precisión Un Lugar en Silencio. El también protagonista de esta historia logra concebir una dinámica sumamente creíble entre una familia integrada por personajes bien delineados, cada uno con sus propios conflictos. Krasinski reparte el protagonismo entre padres e hijos por igual, pero también permite que otro elemento acapare la atención del espectador: el silencio. Por espacio de poco más de 90 minutos, la audiencia, o la mayoría de esta, aprende a controlarse a sí misma para poder vivir esta experiencia cinematográfica plenamente. Es por eso que el director triunfa con este proyecto, uno que supone un cambio en la forma en la que se ven películas en la actualidad.


Krasinski interpreta a un hombre dispuesto a hacer cualquier cosa por su familia. El cuidado sobre los suyos solo es superado por el amor que siente por ellos; por eso, cuando al principio de la cinta pierde al más pequeño de sus hijos por un error que pudo haber sido evitado, su misión como protector tiene su primera gran falla. Este fatídico incidente también provoca un efecto muy profundo en Regan, quien de alguna manera siente cierta culpa por lo ocurrido debido al cambio que ha sufrido la relación con su padre. Si bien los rasgos típicos de la adolescencia son un factor que  ha causado estos roces entre ambos, la falta de comunicación, más allá de la situación que viven, ha sido la  verdadera razón de los estragos en el delicado ambiente que han creado en este nuevo mundo postapocalíptico.

Marcus también enfrenta problemas consigo mismo. El miedo a hacer ruido le impide desenvolverse naturalmente. Sus padres y hermana han podido continuar con su vida más o menos de una forma normal dadas las circunstancias, pero este se niega incluso a salir de la granja familiar por temor a ser atrapado y asesinado. El temple que los demás muestran no parece encontrarse en él. Finalmente, Evelyn se enfrenta a un nuevo y personal reto que podría poner en peligro el pequeño paraíso en silencio que han creado. Ella y Lee tienen que seguir criando a unos niños inquietos y con una constante incertidumbre por lo que pasará a continuación. Un Lugar en Silencio trata sobre la supervivencia, pero también sobre lo que significa ser padre y madre.


Después de establecer las reglas de juego y los principios que rigen el frágil universo en el que habitan estos personajes, Krasinski se encarga de desarrollar la relación entre cada uno de ellos mientras las mortíferas criaturas acechan su existencia. Intensas discusiones ocurren a base de señas, y otras más discurren con el poco diálogo que hay en la historia con cascadas de fondo o el ruido provocado por el caudal del río. Las palabras que salen de sus bocas son precisas, como si no quisieran desperdiciar las pocas oportunidades que tienen. Por ejemplo, en una escena entre padre e hijo, este último le hace ver la importancia de la comunicación y de no dar por sentado varias cosas, algo que los miembros de una familia suelen hacer constantemente.

Al prescindir del diálogo y el ruido en gran parte de la película, el diseño sonoro toma un papel preponderante en el desarrollo de la narrativa. Ya sean los tenues pasos de pies descalzos sobre pasto, el movimiento de la ropa o los sonidos que hacen los objetos al dejarse sobre una mesa o el suelo, el equipo de audio ha hecho un estupendo trabajo al acentuar cada uno de ellos y lograr que el espectador les preste atención, algo que parece hacerse de automáticamente en cualquier otra producción. Por otro lado, un aspecto más en el que Krasinski y su equipo aciertan es en la concepción de las criaturas, quienes se mantienen ocultas por buena parte de la trama apelando a ese precepto de cualquier obra de terror de mantener el misterio por el mayor tiempo posible. Poco a poco vamos conociendo tanto su apariencia como sus magníficas habilidades.


Un Lugar en Silencio demuestra que la sensibilidad del público hacia el género está cambiando. Si bien las salas siguen llenándose con las infinitas secuelas de las franquicias o los reboots de cualquier clásico, la gente comienza a apreciar el valor que se encuentra en este tipo de filmes, los cuales son capaces de crear una historia llena de tensión con alguna crítica o un discurso que atañe a nuestros tiempos. Krasinski y todos los involucrados en la cinta en cuestión nos enseñan las dificultades y privilegios de la paternidad en momentos apremiantes, y en los que la comunicación, de la manera que sea, lo es todo para mantener unida a una familia.

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