El universo de lo fantástico y lo real convergen en La Quimera (La Chimera, 2023). En ella, la aclamada directora italiana Alice Rohrwacher nos introduce en el mundo del mercado negro de las piezas arqueológicas para hacer una meditación sobre la temporalidad del ser humano a través de las vivencias de un singular grupo de tombaroli —ladrones de tumbas— y, específicamente, uno de sus miembros: un joven inglés que parece vivir entre el espacio onírico y el terrenal mientras busca un amor perdido. Con este magistral ejercicio, la cineasta nos vuelve a situar en la Italia profunda para hacer un comentario acerca del presente y el pasado de una sociedad que encuentra en los vestigios de las civilizaciones que habitaron la famosa península en forma de bota tanto un estilo de vida como un recordatorio constante de una existencia más apacible.
Imagen: Tempesta, Rai Cinema, Ad Vitam Production, Amka Films Production |
Nominada a la Palma de Oro en la pasada edición del Festival de Cannes, la cinta nos sumerge en un estado onírico permanente que desafía cualquier estructura narrativa clásica; en su lugar nos transmite un estado de ánimo por medio de una serie de personajes excéntricos, pero ciertamente encantadores. En el centro está Arthur (Josh O'Connor), un joven británico con una habilidad especial para encontrar tesoros etruscos enterrados, lo cual permite a sus secuaces desenterrarlos y venderlos. O'Connor ofrece una interpretación casi muda en la que sus expresiones lo son todo; su poca preocupación por su apariencia física, por lo material y cualquier otra cosa hablan de un tipo que parece estar más allá que acá. Cuando descubrimos que lo único que le interesa a Arthur es ubicar a su amada Benjamina (Yile Vianello), poco a poco comenzamos a entender lo que transcurre en la cabeza de un individuo que ha dejado de habitar mentalmente el reino de los vivos.
Por otro lado está Italia (Carol Duarte), una mujer que trabaja para la madre de Benjamina —una Isabella Rossellini con una participación secundaria pero potente— y que establece un vínculo poco convencional pero especial con Arthur; una especie de ancla a lo terrenal. Su nombre, por supuesto, no es ninguna coincidencia; he aquí un estandarte de lo sagrado, a tal grado que la ofensa que manifiesta al enterarse del oficio de Arthur puede leerse como el lamento de una nación ultrajada. Sin embargo, la subtrama que protagoniza también refleja una esperanza; la posibilidad de empezar de nuevo bajo un dominio femenino, emulando a la sociedad matriarcal etrusca. Entender el pasado para vivir el presente y moldear un mejor futuro.
Imagen: Tempesta, Rai Cinema, Ad Vitam Production, Amka Films Production |
Rohrwacher tiene un gran tacto para mezclar el neorrealismo de los grandes maestros del cine de su país, como el mismo Roberto Rossellini, con una suerte de realismo mágico. En La Quimera no hay una trama como tal, ni mayores explicaciones de lo que están haciendo estos personajes; la realizadora prefiere que nos vayamos empapando de sus aventuras con poca información pero sí mucha emoción. Por ello, el lenguaje cinematográfico resulta más importante que nunca. La forma en la que la cámara nos introduce al mundo onírico de Arthur; los recuerdos mostrados en un aspecto de imagen distinto; los montajes musicales que mueven la trama hacia adelante al mismo tiempo que nos hacen encariñarnos con los protagonistas; todo esto crea varias capas de inmersión en las que, sin duda, representa un deleite perderse.
Está más que claro que el filme se conecta en varios niveles a Lazzaro Feliz (Lazzaro Felice, 2018), aquella mística y desconsoladora obra sobre un joven cuyo buen corazón termina por ser su condena. Al igual que el protagonista de aquella, Arthur se mueve en un tiempo y un espacio que parecen ser ajenos a los suyos. Es también integrante de una tropa que, en cierta medida se aprovecha de él; en ambos casos, se trata de dos sujetos que se embarcan en una aventura por la historia para encontrar la añorada paz en el poco tiempo que les queda. Ambos desafían al destino y a una idiosincrasia entera.
Imagen: Tempesta, Rai Cinema, Ad Vitam Production, Amka Films Production |
La Quimera es una melancólica fábula que apela a una nostalgia genuina —las tomas en cámara rápida evocan un cine de antaño con un efecto cómico innegable— para hablar sobre el significado del propósito, la posibilidad de seguir adelante y lo que frecuentemente nos ata al pasado, o sea, a la historia, en este caso, de una nación y una relación. "Estas cosas no están hechas para ojos humanos", declara Italia cuando atestigua el saqueo de una de las tumbas; lo mortal chocando con lo inmortal; lo terrenal chocando con lo soñado. Por suerte, esta obra maestra sí que está hecha para los ojos humanos, y por ello estamos sumamente agradecidos.
La Quimera está actualmente en cartelera.
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