Un alegato y la perspectiva cambia; una vista recorre el espacio. Una figura se mantiene en el punto medio del encuadre, volteando de un lado a otro con el ritmo de una partida de tenis dilatada. Y la cámara se desplaza bamboleante, trazando su incertidumbre.
Justine Triet es una directora francesa cuya trayectoria se presenta como modélica, dada su proyección paulatina y escalonada. Luego de estudiar Bellas Artes en París, pasó por un periodo de cultivo del documental —de 2007 a 2010— con particular énfasis en la exploración directa de personajes y el cambio de punto de vista. En 2012 realizó su primer trabajo de ficción: Two Ships, un cortometraje que presenta un retrato escindido en el que un par de jóvenes, materia bruta de caos y soledad, se encuentran fugazmente. Un cruce en el que van aflorando características internas hasta que la coincidencia termina y la estela de vida particular de cada uno sigue su rumbo: incierto y abierto.
Imagen: Les Films Pelléas, Les Films de Pierre, France 2 Cinéma |
Con su ópera prima, La Batalla de Solferino (La Bataille de Solférino, 2013) —obra sobre, de nuevo, una pareja y sus desavenencias personales—, fue seleccionada por primera vez en el Festival de Cannes, dentro de una sección paralela —el programa ACID—, en su edición 66. Su siguiente película, Victoria (2016), que, aunque coquetea con un argumento judicial e indaga en el mundo de la abogacía a través de su personaje protagónico, se trata sobre todo de una comedia romántica sin mayor presunción que alcanzar ciertos estándares de calidad industrial-comercial en el panorama francés contemporáneo; además, fue parte de otra sección paralela de Cannes —la Semaine de la Critique—, esta vez en su edición 69.
Con El Reflejo de Sibyl (Sibyl, 2019), Triet cambió de tono y subió la apuesta una vez más, como si estuviera subiendo peldaños de los que luego bajaría con total comodidad, retomando aprendizajes en la dirección de actores, asimilando motivos recurrentes y lanzando algunos nuevos: las raíces de la creación artística, los límites de la ficción y la reflexividad del metacine. Esta fue la película con la que entró a la Selección Oficial de su fiel Cannes para competir por la Palma de Oro. Y aunque ya estaba a esa altura, obtener el premio precisaba una caída.
Imagen: Les Films Pelléas, Les Films de Pierre, France 2 Cinéma |
Del procedimiento desatado por la muerte fuera de campo, en un chalet níveo de los Alpes franceses, se va revelando la relación intrincada que mantenía una pareja de escritores con éxitos profesionales diametralmente opuestos. Dicha dinámica, con niveles de tensión acuciantes y crecientes a la sombra de un accidente del pasado relacionado con su hijo, suma a los desencuentros. Y es que Anatomía de una Caída (Anatomie d'une Chute, 2023) toma parte del énfasis narrativo habitual que tiene Triet por vías separadas destinadas al choque y el detalle por incidir con filo de escalpelo en detalles caracterológicos; la autopsia que deviene en vivisección.
A su vez, es una colisión de tradiciones bien cimentadas: el drama relacional/familiar que se ve envuelto en un método de thriller psicológico-criminal encaminado a película de tribunal o de juzgado. De la cuestión de la culpabilidad y los alcances de la justicia vía un Hitchcock o un Lang, Triet se perfila tras obras como La Verdad (La Vérité, 1960), de su compatriota Henri George Clouzot, y Anatomía de un Asesinato (Anatomy of a Murder, 1959), de Otto Preminger —de quien basta el título para adivinar un homenaje transparente—. Pero más allá de la ambientación y la estructura, la cinta traza una preocupación hacia sus mecanismos internos; por la manera en que un argumento se construye, cómo se edifica/percibe la verdad y lo que creemos; la maleabilidad de la memoria y el análisis exhaustivo por la presentación y reconstrucción de hechos, testimonios, suposiciones, inferencias, fantasías y ficciones. Un entramado complejo como la vida misma.
Imagen: Les Films Pelléas, Les Films de Pierre, France 2 Cinéma |
Esta anatomía de un ascenso termina, de momento, con un impasse: en la ceremonia de entrega de uno de los máximos galardones del cine mundial, Triet arremetió contra el gobierno de su país, encabezado por Emmanuel Macron, señalando las represiones cometidas durante las protestas contra una reforma pensionaria con tintes neoliberales, además de los peligros de la mercantilización de la cultura. Francia parece haberle cobrado su discurso casi de inmediato, pues la dejó fuera de la carrera por el Oscar. Aunque no fuese seleccionada como representante nacional, algo de justicia se hizo con la ampliación de criterios —e integrantes— de la Academia, obteniendo cinco nominaciones: Mejor Película, Mejor Dirección, Mejor Actriz, Mejor Guion y Mejor Montaje. No hay duda que habrá más podios desde los cuales lanzarse.
Anatomía de una Caída está actualmente en cartelera.
Comentarios
Publicar un comentario