Crítica - ¿Estás Ahí, Dios? Soy Yo, Margaret: lo bello y lo abrumador de madurar

 "¿Por qué solo te siento cuando estoy sola?", le pregunta Margaret a algo superior en ¿Estás Ahí, Dios? Soy Yo, Margaret (Are You There God? It's Me, Margaret, 2023). La religión es una búsqueda que todos hemos emprendido de alguna u otra manera. La necesidad de encontrar refugio en algo intangible es una de las manifestaciones humanas más antiguas; una forma de pertenencia que ha unido, pero que también ha separado a través de los milenios. En esta tiernísima pero no por ello condescendiente película, esa inquietud espiritual se enlaza con otra transformación: la de la niñez a la pubertad, específicamente la de una chiquilla citadina cuya vida da un gran giro cuando debe mudarse a los suburbios y enfrentarse a una serie de cambios que la pondrán de cabeza.

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Imagen: Gracie Films, Lionsgate

Basada en la popular novela juvenil del mismo nombre, de Judy Blume, la cinta, en apariencia, es un coming-of-age más de los tantos que hemos visto últimamente. Lo que lo distingue del resto es su enorme corazón, buenas actuaciones y una trama que en ningún momento se siente didáctica. Kelly Fremon Craig, que hace unos años nos entregó otro lindo filme de maduración en Mi Vida a los Diecisiete (Edge of Seventen, 2016), trabaja con notable pasión un guion que, al final, nos regala un retrato terrorífico pero muy bello de lo que significa para una niña dar un paso hacia la pubertad. Con gran sensibilidad y despreocupación, la directora/escritora nos pone en los zapatos de una jovencita en conflicto con todo lo que le rodea.

Como cualquier film del subgénero, ¿Estás Ahí, Dios? Soy Yo, Margaret propone una serie de hilarantes y tiernas situaciones que aluden a las inquietudes características de la edad, desde la preocupación por la regla hasta la ansiedad por no desarrollar el busto que otras niñas ya tienen. Fremon Craig crea diálogos genuinos y una dinámica convincente; resulta sencillo para la mayoría de las mujeres identificarse con los predicamentos de la joven protagonista, que también debe lidiar con los planes maquiavélicos de una abuela que desea convertirla al judaísmo a como dé lugar, una nueva amiga precoz y los propios cambios de su cuerpo. En suma, la película encapsula ese agobio que hace de la preadolescencia algo difícil. 

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Imagen: Gracie Films, Lionsgate

Abby Ryder Fortson sí, la niña del meme "Está horrible. Me encanta.", como la encantadora Margaret, hace un buen trabajo. La cercanía de su edad con la de su personaje le permite proyectar con precisión la congoja y la felicidad características de esta etapa. Pero es Rachel McAdams, como la madre, quien brinda la interpretación más emotiva de la cinta. Su arco nos adentra en la zozobra de una joven mamá desterrada por su familia por cuestiones religiosas y alejada de lo que le hace sentir viva, más allá del afecto que le brindan su hija y su esposo interpretado por un Benny Safdie que parece que seguirá su carrera como actor y no tanto como director. Su viaje y el de Margaret apelan a esa necesidad de sentirse completas y en control de su vida, contrarrestando las presiones que llegan del exterior, ya sean sociales, religiosas, etc.

El filme, así como Lady Bird (2017), Yes, God, Yes (2019) y hasta No Estás Invitada a mi Bat Mitzvá (You Are So Not Invited to My Bat Mitzvah, 2023), manifiesta una inquietud femenina por contar historias de maduración en las que la formación religiosa juega un papel importante. Ya sea en el marco de una crianza católica o judía, las protagonistas de estas obras se enfrentan a un dilema que ha de definir su persona: ¿aferrarse a lo que les han enseñado o buscar su propio camino? En todas ellas, el camino las conduce a una existencia individual en la que los descubrimientos de su propio cuerpo, sus relaciones y su futuro son resultado de una convicción y una naturaleza de la que no deben estar avergonzadas. Repeler la presión externa, buscando la mediación, se convierte entonces en un objetivo subconsciente que después han de agradecer.

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Imagen: Gracie Films, Lionsgate

¿Estás Ahí, Dios? Soy Yo, Margaret se refiere a esa confusión preadolescente a través de un relato de individualismo, destacando la importancia de mantenerse auténtica y convencida de ciertas creencias e ideales. Tanto Margaret como su madre son sujetas a diversos cambios femeninos propios de una sociedad que pretende acomodarlas sin considerar sus preocupaciones o necesidades. De igual manera, Fremon Craig nos recuerda que cada etapa de la vida viene con una serie de retos que conllevan distintos cuestionamientos existenciales, personales, profesionales y espirituales. Afrontarlos como individuo resulta fundamental, pero nunca nadie puede subestimar el valor del apoyo familiar, sobre todo cuando es genuino y no busca nada de vuelta.

¿Estás Ahí, Dios? Soy Yo, Margaret está actualmente en cartelera.

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