Crítica - RRR (Netflix): el blockbuster vuelve a ser épico

Cuando creíamos que el cine ya no necesitaba salvación después de Top Gun: Maverick (2022), en Netflix aparece RRR (2022), una película india que prácticamente lo tiene todo: una historia de venganza, amor, amistad y revolución; un gran despliegue de efectos especiales, alucinantes secuencias de acción, comedia, números musicales, emocionantes giros de tuerca y dos de los protagonistas más carismáticos que hayamos visto en mucho tiempo. Fiel a la excentricidad de Tollywood la parte telugu de la megaindustria cinematográfica de la India, la cinta emerge con una grandilocuencia superior incluso a la de cualquier blockbuster estadounidense; pero, a diferencia de ellos, la mayor virtud de RRR siglas para Rise, Roar, Revolt radica en la pasión que impregna cada cuadro del metraje. Exaltando cualquier cantidad de aspectos de la cultura india, la obra ofrece un vistazo a una forma de hacer cine que todavía puede cautivar a cualquiera.

RRR Netflix critica
Imagen: DVV Entertainment

En 1920, en plena colonia en la India, el tirano gobernador Scott Buxton (Ray Stevenson) y Catherine (Alison Doody), su sádica esposa, se roban a una niña de una aldea para hacerla su sirvienta. Enfurecida, la familia envía a Bheem (N. T. Rama Rao Jr.), protector de la comunidad, para recuperarla. Al mismo tiempo, después de que el gobernador se entera de que alguien vendrá a buscar a la niña, Raju (Ram Charan), oficial indio del ejército británico, desilusionado por no poder seguir ascendiendo en la jerarquía militar por su color de piel, se ofrece para cazar al rebelde y tratar de impresionar a sus superiores. Por azares del destino, ambos hombres se conocen sin saber quiénes son en realidad, formando una linda amistad y mostrando su lado más amable. Pero todo cambia cuando la verdad sale a la luz y sus distintas lealtades los ponen en rumbo de colisión.

S. S. Rajamouli, conocido por sus épicas fantásticas que han batido todo tipo de récords en su país, dirige RRR, irónicamente, con una fineza absoluta. Si bien cada escena de la película destaca por su espectáculo visual, es la visión del director también guionista y el cuidado que pone en cada toma para transmitir la grandeza de su país lo que nos engancha para seguir una historia que ya hemos visto antes. Es cierto que la cinta guarda dentro de sí un mensaje profundamente nacionalista; sin embargo, Rajamouli nunca trata de esconderlo, y en su lugar inyecta una inconmensurable dosis de orgullo nacional que solo puede ser entendido como un sentimiento de liberación después de tantos años de represión.

En el corazón de la película se encuentran Bheem y Raju, dos hombres con una fuerza física casi sobrenatural solo equiparada por su amabilidad y su sentido del bien. RRR hace un formidable trabajo al presentarnos a los protagonistas; casi una hora del filme es dedicado a ello. El prólogo no solo da cuenta de su determinación sobrehumana, sino también de los ideales por los que luchan. Es evidente que Rajamouli no se guía por la sutileza Bheem y Raju surgen como una representación del agua y el fuego respectivamente, y varias de las letras de las canciones que se escuchan constantemente aluden a la amistad y el eventual conflicto entre estos dos titanes, pero realmente no la necesita; el cineasta apela a las reacciones y a la gracia absoluta de sus actores para causar una impresión en la audiencia.

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Imagen: DVV Entertainment

Tanto Rama Rao como Charan ofrecen actuaciones, sí, exageradas, pero ciertamente memorables. Su química es explosiva tanto en los momentos de brutal confrontación como en los de sincera amistad. En pocas cintas se puede apreciar algo así: dos hombres haciendo gala de toda su masculinidad, pero también adentrándose en una relación con cierto tono homoerótico, muy al estilo de Top Gun: Pasión y Gloria (Top Gun, 1986). Este equilibrio propulsa la trama y la lleva hacia terrenos muy interesantes y tan distintos entre sí, algunos de forma súbita; en un momento presenciamos una tierna conversación, y en otros, inmediatamente después, una violenta batalla campal. Sea cual sea el caso, Rama Rao y Charan son electrizantes y más que convincentes.

RRR no ahonda demasiado en los personajes secundarios, y cuando lo hace es en servicio de dimensionar todavía más a los dos protagonistas. Esto podría ser un desacierto dependiendo de la óptica con la que se mire, pero desde un principio quedan claras las reglas del juego: esta es la historia de Bheem y Raju, ambos basados con una enorme dramatización de por medio, por supuesto en revolucionarios reales de la época; y con dos actores en estadio de gracia como los que tenemos aquí, ¿para qué mirar hacia otro lado? 

La representación de los británicos es quizá la más controversial de la película. El público de aquel país seguramente no estará de acuerdo en verse representado como un grupo de sanguinarios esclavistas que no conocen el remordimiento, a excepción de Jenny (Olivia Morris), el interés romántico de Bheem. Podrían tener un punto si señalamos lo unidimensional del gobernador y su esposa, pero, de nuevo, todo va en pro del heroísmo de los revolucionarios. El guion de Rajamouli puede entenderse como una fantasía influenciada por la realidad en la que aquellos que lo merecen reciben su merecido como si una de las últimas obras de Quentin Tarantino se tratase, enalteciendo los valores de los héroes. El gobernador y su esposa rayan en la caricatura, pero esto es justamente lo que el director y guionista quería; cada quien es libre de juzgar si hizo bien o mal.

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Imagen: DVV Entertainment

En lo técnico, RRR es impresionante de principio a fin. Las imágenes generadas por computadora abundan, pero el extensivo uso de efectos prácticos es un buen contrapeso. Las escenas de combate presentan complejas coreografías, superadas solo por las complicadas y llamativas secuencias musicales con canciones que se verán cantando por días después de escucharlas, las cuales nacen de forma orgánica dentro de la trama, porque ¿cómo más iba se iba a representar un duelo para saber quién baila mejor, si un indio o un británico? La fotografía y el montaje son vertiginosos, dándole un dinamismo al filme que invita a ver más y más, a pesar de que estamos ante uno de tres horas. 

RRR es un cántico patriótico, pero también una oda la amistad más sincera. El vínculo entre Bheem y Raju despierta un verdadero sentimiento de simpatía; no hace falta que la historia avance demasiado para que de verdad queramos que estos individuos, aparentemente ajenos a nosotros en muchos sentidos, cumplan sus objetivos. Rajamouli entrega una película con un atractivo global que muestra que es posible devolverle la emoción al blockbuster, dotándolo de una carga política y una dedicación absoluta para asombrar al público, y no solo con animales animados ultrarrealistas o sujetos semidesnudos usando motocicletas como armas de mano, sino con aquellos sentimientos que nos distinguen como humanos. Parece sencillo, pero RRR simplemente lo hace ver así.

RRR está disponible en Netflix.

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