Casi al final de Red Rocket (2021), Lexi (Bree Elrod), esposa de Mikey (Simon Rex), después de finalmente tomar venganza de él humillándolo en todo sentido, lo corre de su casa diciéndole que es un "suitcase pimp", término utilizado en el mundo del porno para describir a la pareja de una actriz que se encarga de llevar todos sus asuntos, dentro y fuera del set. La forma en que la mujer dice estas palabras cala en lo hondo de un tipo que se ha dado cuenta de la condena que ha caído sobre él. Después de manipular y engañar a todo quien se le puso en frente, Mikey se topa con pared y entiende de una vez por todas que el fracaso es lo único que le depara en la vida. Ese es el discurso elemental de una película que nos introduce en las entrañas de una nación para dejarnos ver los deseos y las frustraciones de una comunidad marcada por la decadencia.
Imagen: A24, FilmNation Entertainment, Cre Film |
Mikey Saber es una exestrella porno que regresa después de un largo tiempo, sin dinero y desamparado, a su pueblo natal en Texas. Aunque a regañadientes, su esposa Lexi y su suegra Lil le abren las puertas de su casa para darle techo, con la condición de que se haga cargo de mantenerlas. Sin suerte al buscar trabajo, Mikey recurre a un negocio criminal para subsistir y trazar un nuevo futuro. Habiendo logrado que Lexi esté una vez más a su disposición, el tipo idea una nueva oportunidad de regresar a la industria a lo grande: seducir a una niña local para introducirla como la gran nueva sensación del porno. Pero cuando todo parece ir de acuerdo a lo planeado, su castigo llega de forma súbita y contundente.
Nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes, Red Rocket es nueva mirada de Sean Baker a esa parte marginada de Estados Unidos, habitada por individuos que esperan su oportunidad para hacerla en grande de una forma u otra. Así como en Tangerine: Chicas Fabulosas (Tangerine, 2015) y El Proyecto Florida (The Florida Project, 2017), el autor estadounidense se centra en el trabajo sexual para hacer un estudio de personaje acerca de lo que significa sobrevivir en un entorno en el que no hay demasiadas opciones. A pesar de la riqueza que presumen los estados en que se sitúan sus dos últimos esfuerzos —Florida y Texas—, el director y coguionista se adentra en aquellos sitios donde la esperanza está depositada en los espectaculares con la leyenda "Make America Great Again" y el eterno sueño de superación.
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Simon Rex hace un tremendo trabajo encarnando a un sujeto despreciable en todo el sentido de la palabra; y, aun así, su carisma es suficiente para querer acompañarlo hasta el final, donde, aunque no lo parezca, recibe su merecido. Rex, que también se dedicó al porno en la vida real al principio de su carrera, nos engancha al igual que a todos los que le dan una pizca de su confianza. Su magnética actuación es el corazón de esta historia; el guion de Baker y Chris Bergoch sin duda le da las armas, pero es fácil darse cuenta de la dedicación y las contribuciones personales que el actor hace para construir un personaje multidimensional y bastante problemático. La personalidad de Mikey pronto presenta un dilema para el espectador: ¿es posible sentir compasión, aunque sea un poco, por un ególatra que hace un tipo de grooming a una adolescente para engatusarla y moldearla a su placer?
Conforme avanza la cinta, y vemos cómo las relaciones que Mikey ha reiniciado o empezado en su pueblo se tornan manipuladoras, queda claro que estamos ante una basura de ser humano que merece una severa reprimenda, y es ahí donde se encuentra una de las más grandes fortalezas de la película. Si bien el final se extiende demasiado, y el castigo solo parece ser material, el hecho de que veamos al protagonista quedar exactamente en el mismo punto donde inició es la forma de Baker de mostrarnos la pena que ha caído sobre este hombre. Este último y Bergoch trabajan a su manera la premisa de que un personaje solo está completo cuando pasa por una transformación durante la trama; en Red Rocket, Mikey es el mismo vagabundo abusivo y aprovechado que conocemos al principio, pero quizá la diferencia es que ahora lo ha asimilado por completo. Con un futuro incierto y sombrío, sumido en la soledad, no hay reprimenda más severa —fuera de la legal— para una escoria como él.
Imagen: A24, FilmNation Entertainment, Cre Film |
Otro elemento destacado del guion es el comentario que Baker y Bergoch hacen sobre la precariedad en que viven los estratos sociales desfavorecidos en su país a través de la comedia negra. Pequeñas y aparentemente graciosas líneas y escenas, como cuando Mikey dice que no puede ir a atenderse después de sufrir una golpiza porque no tiene seguro médico, o cuando hace porros con papel en forma de la bandera, remarcan esa ironía de un sueño que resulta inalcanzable para la mayoría.
La cinta nos remite inevitablemente a Ok, Está Bien... (2020), en la que otro personaje con actitudes reprobables y cegado por su propio ego nos seduce con su infinito carisma. Tanto Mariano —protagonista del filme mexicano en cuestión— como Mikey comienzan una relación inapropiada para demostrar su poderío masculino y que nada es imposible para ellos; pero, al final, la vida les hace pagar por su conducta dejándolos con nada más que su mediocridad.
Sean Baker demuestra una vez más sus dotes como director al lograr que sus actores no profesionales no luzcan como tal. Si bien su presencia está supeditada en todo momento a la de Rex, las intervenciones de cada uno aportan el característico realismo casi documental —la fotografía de Drew Daniels, llena de paisajes industriales y desoladores, es fundamental en este sentido— con el que el director trabaja todas sus películas, mismas que ponen al espectador en situaciones sumamente incómodas, pero que al mismo tiempo reflejan muy bien los rincones más profundos de Estados Unidos.
Red Rocket se encuentra actualmente en cartelera.
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