La pregunta retórica que lanza desde el inicio Clem (Willem Dafoe), el cuasimentor de Stan (Bradley Cooper), protagonista de El Callejón de las Almas Perdidas (Nightmare Alley, 2021) pone en duda la naturaleza de este último personaje: "¿Es un hombre o una bestia?". La respuesta, por supuesto, más allá de las apariencias, es justo la que pensamos; pero es su evolución —¿o será involución?— lo que invita a seguir la historia. En su más reciente trabajo, Guillermo del Toro deja de lado los monstruos sobrenaturales para concentrarse en los de carne y hueso, aquellos que viven dentro de nosotros y que buscan alimentarse de la inclemencia, la humillación y la desesperanza.
Imagen: Searchlight Pictures, Double Dare You, TSG Entertainment |
Stan es un hombre con un pasado misterioso que, buscando sustento, llega a una feria itinerante, donde consigue un trabajo como ayudante. Ahí pronto se hace uno de los hombres de confianza de Clem, quien le enseña cómo el "monstruo" de su exhibición es una creación suya hecha a base de mentiras y crueldad. Al mismo tiempo, Stan desarrolla su habilidad para estafar a la gente, aprendida de la vidente Zeena (Toni Collette) y su esposo Pete (David Strathairn); y también socializa con otros de los trabajadores de la feria, incluida Molly (Rooney Mara), a quien promete una mejor vida si se va con él. Así, la pareja parte, y pronto encuentran el éxito montando un show de mentalismo, el cual los hace toparse con Lilith (Cate Blanchett), una psicóloga de ética retorcida.
En El Callejón de las Almas Perdidas, el mexicano se aleja de la fantasía y de la ciencia ficción para enfocarse en un drama sobre el poder, la esperanza y en lo inhumano, esta última característica presente en su filmografía desde el inicio. En clave de cine negro, del Toro entrega un thriller psicológico —basado en la novela de 1946 del mismo nombre, escrita por William Lindsay Gresham, de la que se hizo una primera adaptación al año siguiente— con una variedad de enigmáticos personajes que, a pesar de su apariencia ordinaria, merecen un lugar entre la colección de monstruos del cineasta. Continuando con el clasicismo desplegado en La Forma del Agua (The Shape of Water, 2017), del Toro se vale de las viejas convenciones hollywoodenses para construir un relato envolvente técnicamente impecable.
La película se divide claramente en dos partes. En la primera, ambientada en la ya mencionada feria, del Toro se muestra en su zona confort, presentándonos a los "freaks" que fascinan o atemorizan a los asistentes con su naturaleza "monstruosa". Pero es en la segunda donde el director encuentra la oportunidad de construir algo ciertamente inédito en su ya larga carrera. Dejando los stands sucios y podridos de la feria, la acción se traslada a la opulencia de Nueva York, donde el misterio cobra más fuerza y la influencia gótica se hace evidente con romances fallidos, una pequeña dosis de horror —casi salida de La Cumbre Escarlata (Crimson Peak, 2015), con una muy desaprovechada Rooney Mara— y la constante amenaza de la muerte.
Imagen: Searchlight Pictures, Double Dare You, TSG Entertainment |
Como ya es costumbre, el director reúne a un elenco de lujo, lo cual le permite explorar a fondo las capas que envuelven a estos personajes, principalmente los protagonistas. Bradley Cooper, como Stan, entrega una de las mejores actuaciones de su carrera. El guion, de del Toro y Kim Morgan, hace su trabajo al dotar a Stan de una buena cantidad de misterio; Cooper traduce esto en una notable incertidumbre, consiguiendo que el cuestionamiento del principio se mantenga latente durante toda la película. En la primera parte de la cinta, del Toro y Morgan nos presentan una versión casi humana de Stan, quien todavía parece preocuparse por la desgracia ajena; pero es cuando se mira al espejo, en la casita del terror, donde ve al pecador que siempre ha sido, aceptando su papel en un mundo que, de cualquier manera, no tiene nada para ofrecerle.
La inclusión de Cate Blanchett a la mitad del filme trae consigo la ineludible figura de la femme fatale, que supone también un contrincante para la presencia de Cooper. En sus escenas juntos —casi todas al interior de una oficina con un diseño de producción alucinante—, ambos actores derrochan seducción e intriga, entregando varias de las mejores escenas de la película —el juego de luces y sombras del fotógrafo Dan Laustsen remarca aquí la ambientación característica de cine negro—. El juego dialéctico que ambos despliegan supone también un choque interesante al que del Toro alude en varias ocasiones: la psicología vs el mentalismo. "La gente pagará buen dinero para sentirse mejor", le dice Pete a Stan cuando apenas aprende el oficio del engaño. De ningún modo el guion trata de desvirtuar el papel de la psicología, aunque sí de establecer una inesperada relación. Ya sea acudiendo a terapia o a un show de mentalismo, la gente, sin importar su clase social, "se muestra desesperada porque les digan quiénes son"; y mientras la psicología no promete respuestas sencillas, pero sí mucha exploración, el mentalismo o el espiritismo simplemente dicen lo que uno espera oír. Enfrentarse con su propia oscuridad es una fascinación secreta de las personas muy bien ilustrada por esta confrontación.
Imagen: Searchlight Pictures, Double Dare You, TSG Entertainment |
Esta oposición también resulta pertinente cuando surgen distintas alusiones a la guerra que consume Europa. Hitler, si bien solo referido por un comentario, emerge como un personaje más: un mentalista que ha ofrecido esperanza a través de mentiras que él mismo se ha creído, asumiendo una posición de poder que, eventualmente, probaría ser solamente una ilusión, aunque muy real para todos aquellos que sufrieron. En El Callejón de las Almas Perdidas, todos buscan el poder, pero casi nadie ofrece misericordia, la única manera de mostrar que se tiene posesión de él.
En un país como Estados Unidos, la esperanza parece estar solo a disposición del mejor postor; entre más se pague, más se obtiene. A través del trágico viaje de Stan, El Callejón de las Almas Pérdidas representa una sociedad sumida en un trauma generalizado, cuyo alivio únicamente se encuentra en el dinero. Al principio, cuando es un simple trabajador, Stan le pregunta a Clem cómo hace para convertir a un hombre en un monstruo. Y aunque su método es vil y reprobable, la forma en que finalmente Stan se convierte en uno deja al descubierto que no hay nada más infalible para ello que la corrupción. Pero mientras unos enjaulan, otros terminan enjaulados.
El Callejón de las Almas Perdidas se encuentra actualmente en cartelera.
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