Reseña - Sweat (MUBI): el viacrucis del influencer

Después de un prólogo que delinea lo que es y lo que representa el personaje de Sylwia (Magdalena Koleśnik) en Sweat (2020), "The Look", de Roxette, aparece súbitamente con el título de la película. "She's got the look...", dice una letra que, por supuesto, define a la protagonista: una influencer de fitness cuyo cuerpo es objeto del deseo, por destinas razones, tanto de hombres como de mujeres. Con cientos de miles de seguidores, fama nacional y un estilo de vida envidiable, ¿qué más le podría faltar? Pero, tal y como la cinta nos lo recuerda, el look no lo es lo todo; la plenitud yace más allá de cualquier aspecto banal. Y aunque el discurso de Sweat es valioso en algunos sentidos, este emerge haciéndose pasar como una absoluta revelación; un vistazo a lo que realmente ocurre en la vida de uno de estos individuos cuando la cámara del celular no está grabando (como si no supiéramos que también son humanos).

Sweat reseña
Imagen: Lava Films, Zentropa International Sweden, Film i Väst, Canal+ Polska, Opus Film, DI Factory, EC1 Lódz - Miasto Kultury

Sylwia es conocida en toda Polonia gracias a su cuenta de Instagram de fitness, la cual cuenta con la asombrosa cantidad de 600,000 seguidores. Como fuente de inspiración para miles de mujeres que desean ser como ella, la joven disfruta de los halagos, los regalos de sus patrocinadores y una empresa propia basada en su imagen. Pero esto no parece ser suficiente. Un día, cuando publica un video hablando sobre lo sola que se siente, su mánager le advierte sobre lo perjudicial que eso puede ser para su marca. Consternada, Sylwia enfrenta de lleno sus inseguridades no solo cuando un acechador obsesionado aparece por su casa, sino también cuando las diferencias con su madre conservadora vuelven a salir a flote. Así, la influencer comienza a imaginar cómo sería su vida sin un celular como único acompañante.

Parte de la no edición del Festival de Cannes el año pasado, Sweat de adentra en el "viacrucis" del influencer, aquellos seres más digitales que de carne y hueso que se han convertido en el nuevo prototipo de superestrella. El sueco Magnus von Horn acude a Polonia para diseccionar esta controversial figura del siglo XXI. En su segunda película, con un estilo cercano al documental, concibe el relato como una especie de "detrás de cámaras" con el que, como era de esperarse, vemos la soledad, la tristeza y la frustración que mantienen a Sylwia en un estado constante de desdicha. Y a pesar de hacer los juicios a un lado, la falta de contundencia en sus declaraciones no lleva a una conclusión satisfactoria, y no porque deba tenerla, sino porque von Horn opta por no meterse en demasiados problemas.

Todo el peso de la cinta recae sobre los hombros de Koleśnik, a quien el director tuvo la suerte de encontrar en una obra de teatro, curiosamente, sobre una instructora de fitness. Aunque pareciera que Sweat fue escrita con ella en mente todo momento, la naturalidad de Koleśnik es fundamental para interesarse por la superficialidad que emana de su personaje incluso escribió algunas escenas junto al director . La simpatía que muestra frente a la cámara de su celular, o cuando se encuentra en persona con sus fans para las rutinas multitudinarias, contrasta con la torpeza social con la que se desenvuelve cuando no hay likes o shares de por medio. La polaca es, sin duda, lo mejor de la película, y el trabajo de casting muestra el ojo de von Horn para poder hacer realidad su idea tal y como la había imaginado.

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Imagen: Lava Films, Zentropa International Sweden, Film i Väst, Canal+ Polska, Opus Film, DI Factory, EC1 Lódz - Miasto Kultury

Pero esta visión no resulta tan reveladora como el sueco hubiera pensado. El vacío en el que se ha convertido la vida de esta mujer es representando como un efecto colateral "inesperado", y no como una elección que hizo al comenzar esta empresa. Así, Sweat moldea el sentir de la protagonista como un calvario del que no hay escapatoria; sin embargo, la misma influencer le dice a una vieja compañera que se encuentra por azar que basta con un clic para hacerlo desaparecer todo. El relato de von Horn no transita por esta inquietud, y en su lugar se encamina hacia las consecuencias esperadas: el acecho de fans obsesionados, la forma en la que es vista como un pedazo de carne evidenciada a través de su "amigo" Klaudiusz (Julian Swiezewski)— y una falta de compresión por parte de su familia. Y también llama la atención que el catalizador de la trama sea un cándido video sobre los sentimientos de la mujer, lo que, para muchos, es otra simple estrategia para dar de qué hablar. Si bien aquí se trata, aparentemente, de una acción genuina de Sylwia, cuesta trabajo darle credibilidad, considerando lo que realmente significan estos clips en la vida real. 

Aun así, la película encuentra su fortaleza en otros sitios. Aludiendo a lo que la protagonista representa, von Horn diseña su segunda obra como algo vistoso que es difícil dejar de mirar. Los colores chillantes, la iluminación sobreexpuesta y la cámara en mano que sigue a detalle cada una de las acciones de la influencer nos hacen pensar que, en cualquier momento, Sylwia romperá la cuarta pared para gritar de desesperación. Lo anterior se contrapone a una de las secuencias más interesantes del filme, cuando esta visita a su madre, que vive en un viejo edificio de la Varsovia suburbana. Durante ese trayecto, von Horn se asegura de que el cambio sea visible: de lo nuevo a lo viejo; de lo moderno a lo tradicional. Es en este pequeño vestigio de la era comunista que podemos entender más por qué el director y escritor filmó en este país.

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Imagen: Lava Films, Zentropa International Sweden, Film i Väst, Canal+ Polska, Opus Film, DI Factory, EC1 Lódz - Miasto Kultury

Basia (Aleksandra Konieczna), su mamá, es producto de la homogeneidad. Sin interés alguno por lo que hace su hija, e incluso sin un televisor en casa, la mujer madura vive en un pequeño enclave de la antigüedad. Sylwia, quien arriba a su cumpleaños con una nueva pantalla como regalo, representa la llegada de algo incomprensible y hasta ridículo. Las notorias diferencias entre madre e hija hablan de una brecha generacional la transparencia emocional incomoda a una mujer mayor acostumbrada a ocultar cualquier rastro de sentimientos; de una súbita transición de comunismo a capitalismo que no incluyó a todo el mundo, y que no necesariamente fue para mejorar, por que, al final, Sylwia también enarbola lo que el nuevo sistema económico del país ha adoptado en esta "modernidad": la hipermercantilización, incluso de seres humanos.

Aunque von Horn deja mucho abierto a la interpretación durante el último acto de Sweat donde un par de encuentros, uno muy cercano al thriller, ponen a prueba la paciencia y la integridad de la protagonista—  la conclusión a la que llega insiste en el sufrimiento gratuito de la popular instructora. "Estoy harta de fingir", declara entre lágrimas durante una aparición televisiva ante un severo cuestionamiento de los conductores. Es como si el director se hubiera olvidado de dotar a su personaje de libre albedrío; de la posibilidad de tomar el control de su vida y alejarse de una idea muy retorcida del afecto personal. Volver a vivir en la realidad está a un solo clic de distancia, y eso nunca parecer ser viable para Sylwia.

Sweat está disponible en MUBI.

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