Reseña - Canción sin Nombre: la tragedia de ser olvidado por el sistema

Hay dos momentos particularmente dolorosos en Canción sin Nombre, cinta peruana que acaba de ser estrenada globalmente en Netflix tras estrenarse en el Festival de Cannes en el 2019. Después del robo de su hija en los instantes posteriores al parto, Leo (Lucio Rojas) y Georgina (Pamela Mendoza) están ocupados arreglando el traje que este usa en sus danzas. Pensativo y resignado, el joven pregunta: "¿Cómo era nuestra hija?". Más adelante, Pedro (Tommy Párraga), el periodista que investiga su caso, trata de entrevistar a un senador acerca de la posible venta de niños al extranjero. Con una brutal insensibilidad, el político responde: "....De cualquier manera, están mejor que con sus madres". Ambas escenas engloban la esencia de la película: el dolor de los padres y el abandono de los menos privilegiados por el sistema. 

Cancion sin Nombre reseña
Imagen: La Vida Misma Films, La Mula Producciones, Bord Cadre Films, Mgc Marketing, Torch Films

1988. Perú se encuentra en medio de una crisis económica y política. La insurrección del grupo terrorista Sendero Luminoso ha derivado en un estado de sitio, por lo que los ciudadanos experimentan la represión del gobierno y el derramamiento de sangre por igual. Georgiana, una ayacuchana embarazada en busca de sustento para subsistir, acude a Lima para dar a luz en una clínica que no le cobrará un peso. 

Después del parto, las cosas no parecen estar en orden, pues las encargadas del lugar le impiden ver a la recién nacida. Cuando finalmente la echan a patadas, Georgiana se da cuenta de que ha sido víctima de un acto criminal. Ignorada por las autoridades, la mujer llega a un periódico para dar a conocer su caso, y es ahí donde conoce a Pedro, un periodista comprometido con su trabajo en medio de una búsqueda muy personal. Decidido a ayudarla, este arriesgara su propia vida con tal de dar con el paradero de la niña.

Con su primer largometraje, Melina León muestra bastante tacto y una notoria habilidad para hacer que las imágenes hablen por sí solas. Canción sin Nombre, película que buscará una nominación para Perú en la próxima entrega del Óscar, se vale de un lenguaje simple pero poderoso para adentrarnos en un desolador relato que, más allá de querer devolvernos esta terrible memoria histórica, señala la gran tragedia de la que se desprenden miles más pequeñas: la forma en la que el sistema le falla a la gente una y otra vez

León y su coguionista, el estadounidense Michael J. White, nos internan en un territorio hostil y de desesperanza en el que el canto de una madre hacia su bebé sin nombre representa el lamento de todo un sector social desamparado.

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Imagen: La Vida Misma Films, La Mula Producciones, Bord Cadre Films, Mgc Marketing, Torch Films

Valiéndose de un bello y melancólico blanco y negro y un formato 4:3 para enmarcar la época y, en un comienzo, la avalancha de sucesos noticiosos que sirven para poner en contexto al espectador sobre la insostenible situación del país, León y White nos sitúan en una solitaria casa ayacuchana rodeada por un inmenso vacío, tanto en el sentido literal como metafórico. Es ahí donde conocemos a la joven pareja, en medio de una celebración y muy cerca de darle la bienvenida a su hija. Mendoza, quien interpreta a Georgina, consigue transmitir la zozobra que vive su personaje con miradas perdidas, instantes de un absoluto desborde de emociones y otros más de una quietud desconsoladora.

Y aunque Párraga no se queda atrás, León consigue de él algo muy distinto. Despojando a su personaje de casi cualquier emoción, el actor encarna a un hombre cuya apacibilidad no le impide luchar por lo que cree que es correcto y mostrar sus sentimientos cuando es necesario. Como símbolo de que en el país, y en el resto de Latinoamérica, hay gente dispuesta a arriesgarlo todo con tal de que la verdad salga a flote, Pedro enfrenta una batalla personal en la que León y White se concentran desde el inicio, pero quizá no lo necesario para indagar más en lo que significaba ser gay en el Perú durante un momento como ese. De cualquier manera, Párraga no decepciona gracias a una sobria pero puntual interpretación.

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Imagen: La Vida Misma Films, La Mula Producciones, Bord Cadre Films, Mgc Marketing, Torch Films

Las comparaciones con Roma (2018) podrían ser odiosas; sin embargo, es difícil pasar por alto las coincidencias visuales y narrativas. Partos con terribles desenlaces, el origen indígena de los personajes femeninos, la interminable sombra de un gobierno inoperante, el reclutamiento de la pareja por parte de grupos militares con fines políticos, el blanco y negro y hasta el parecido de los nombres (Cleo/Geo) evocan irremediablemente la película mexicana. Por supuesto, la temática de cada una las lanza hacia rumbos distintos; pero al tratar ciertas problemáticas políticas inherentes a Latinoamérica, más la de León que la de Cuarón, ambas cintas encuentran un lazo que las une en más de un sentido. 

También hay que resaltar que los dos filmes parten de una motivación muy personal. Por un lado, las vivencias de Cuarón resultan el motor principal; por el otro, la cercanía a este tipo de casos al ser hija de un periodista que los investigaba derivó en la necesidad de León de hacer algo al respecto.

Canción sin Nombre se sitúa en el Perú de antaño, pero su familiaridad para cualquier latinoamericano es indudable. Con un sistema que no hace más que defraudarlos e ignorarlos, Pedro y Georgina se encuentran en un momento decisivo de su vida, uno marcado por la indiferencia y el maltrato. Su búsqueda une a dos estratos sociales oprimidos de distintas maneras, pero con el mismo objetivo. 

En esta historia, ambos pierden algo muy valioso: mientras a Georgina se le priva la oportunidad de ser madre, Pedro ve coartada la posibilidad de ser realmente quien es. Olvidados por su propio gobierno, no les queda más que seguir adelante a pesar de todo. He ahí la otra tragedia. 

Canción sin Nombre está disponible en Netflix.

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