Reseña - Rapera a los 40: el hip hop para encontrarse a uno mismo

La mercantilización del trabajo creativo es un arma de doble filo. El dinero, por supuesto, permite que un artista siga trabajando; pero, en ocasiones, esto trae consigo la ingerencia de aquellos quienes inyectan los recursos. Ahora, si agregamos el hecho de pertenecer a una minoría, las dificultades son mayores.

 ¿Cómo entonces permanecer auténtico ante estos obstásculos? Radha Blank, una dramaturga negra de mediana edad, lo ha vivido en carne propia, por lo que en su debut cinematográfico, Rapera a las 40, no solo nos comparte su experiencia, sino que rinde un tributo a todos aquellos que comparten su lucha.

Rapera a los 40 reseña

Después de haber brillado a sus 30 como una de las promesas de la dramaturgia neoyorquina, Radha (Radha Blank), sumida en una crisis personal y profesional, se enfrenta a los 40. Trabajando como profesora de teatro con adolescentes, la mujer se encuentra en busca de un proyecto que pueda revivir su carrera. Aunque Archie (Peter Kim), su agente, la conecta nuevamente con el ámbito local al brindarle la posibilidad de que un reconocido productor tome su nuevo guión, el hip hop entra de repente a su vida como una bocanada de aire fresco. 

Con la ayuda de D (Oswin Benjamin), un joven productor musical con su propio estancamiento, Radha finalmente vuelve a darle un sentido a sus habilidades narrativas, aunque a todos a su alrededor les cueste entender su nueva faceta.

Ganadora del Premio de Dirección en la pasada edición del Festival de Sundance, Blank emerge como una nueva e interesante voz que utiliza sus propias vivencias para concebir una comedia sincera y sumamente entretenida. En ella, la artista exhibe un talento muy especial para que algo similar a una autobiografía no se convierta en un ejercicio de egocentrismo puro. 

En Rapera a los 40, la directora se basa en su tiempo como dramaturga navegando el complicado circuito teatral de Nueva York, dominado por los blancos y una falsa conciencia social y racial. La cinta, posiblemente, representa la culminación de un largo viacrucis profesional para Blank; pero también un recordatorio de que nunca es tarde para alcanzar el éxito. Y con todo lo que ha logrado con ella, la metanarrativa adquiere todavía un valor mayor.

Rapera a los 40 reseña

Presentada en blanco y negro, una decisión que adquiere total sentido durante la última escena de la película, Rapera a los 40 nos adentra en la vida de una mujer en conflicto consigo misma. Sintiéndose poco satisfecha con su nuevo rol como profesora, sin superar el reciente fallecimiento de su madre y angustiada por haber quedado, literalmente, borrada de la escena, Radha realmente se ha topado de golpe con la crisis de la mediana edad.

Llevar la vida de uno mismo a la pantalla grande sin duda significa un reto mayúsculo: ¿cómo convencer al espectador de que vale la pena invertir dos horas en seguir la existencia de una desconocida? Blank no se complica y simplemente nos abre la puerta a su mundo.

Canalizando a Woody Allen, con ingeniosos y meticulosos diálogos, y a Spike Lee, dándonos un paseo por la ciudad para conocer a los habitantes de Harlem, Blank diseña una comedia inspirada en el entorno local con una intención universal. La cinta se aleja del trillado mensaje de superación personal para dar cabida a la posibilidad de perpetuar la autenticidad. 

Para Radha, su desaparición profesional no tiene mucho que ver con un talento efímero, sino más bien con lo decepcionada que está del ámbito, cosa que queda manifiesta con la aparición de Josh Whitman (Reed Birney), el insoportable productor, y su curioso público conformado por sexagenarios blancos supuestamente conmividos por el sufrimiento del que, en ocasiones, ellos mismos son reponsables. 

Rapera a los 40 reseña

Así, en las rimas furiosos de tinte callejero, la dramaturga encuentra un nuevo canal para poner en práctica su narrativa. El filme, por supuesto, tampoco ve a Radha empezar como una rapera sin reflectores para de pronto convertirse en una superestrella; no, este hace uso del género musical como un método de libertad creativa, una forma de poder expresar todas esos sentimientos e inquietudes que ya no tienen espacio en sus guiones. 

D, su nuevo amigo y quien le proporciona los beats, también ve en ella un nuevo significado para el hasta entonces rutinario trabajo que desempeñaba. Ambos, desencantados con su arte, se conectan de inmediato a pesar de la diferencia de edades. 

Como era de esperarse, las escenas de rap no podían faltar. Desde momentos cómicos en los que los nervios y un poco de hierba hacen de las suyas durante su debut en el escenario hasta unos más intensos con batallas de rap arriba de un cuadrilátero, la cinta ofrece un conjunto de valiosas rimas que abordan temas como la gentrificación, el racismo, la pobreza, el sexismo y más. 

Cuando los versos se apoderan de la trama, Radha hace referencia a un par de conceptos que nos internan en un terreno más serio. La pornomiseria y la "erotización del sufrimiento negro", de alguna manera presentes en la obra que ha tenido que rescribir, la ponen en un nuevo conflicto: ¿ha vendido su talento al mejor postor?, ¿tener que pagar la renta implica traicionar sus principios? El dilema supone una dimensión más para el complejo personaje que ha creado en su ópera prima.

Rapera a los 40 reseña

Y aunque Radha es el núcleo de esta historia, el filme no se olvida para nada de sus personajes secundarios. Además de D, la trama se da el momento para explorar otras cuestiones, como la diversidad y la identidad. En Archie, un sofisticado agente de origen coreano, nos encontramos con un hombre con una visión más práctica de la vida, muchas veces regida por lo comercial y la moda. Sus decisiones e ideas muchas veces resultan cuestionables, pero su amor por Radha es todo menos ello. 

También están Elaine (Imani Lewis) y Rosa (Haskiri Velazquez), dos de sus jóvenes estudiantes en plena confrontación por razones que más tarde son abordadas. Con esta inclusividad, Blank representa a la perfección el multiculturalismo de su barrio.

Podríamos seguir escribiendo sobre esta magnífica película; sin embargo, el tiempo apremia. Rapera a los 40 emplea una variedad de recursos narrativos, desde el rompimiento de la cuarta pared hasta la inclusión de entrevistas estilo documental en forma de insertos, para conectar la ficción con la realidad de Blank. La difuminación de esta línea es lo que hace que su obra sea tan importante para el contexto actual en el que surge. 

Al distribuirla, Netflix ha amplificado la voz de la directora, pero esto no significa que esta última apenas la haya encontrado. Fue justo en el momento de poner manos a la obra que Blank superó cualquier crisis con la que haya tenido que lidiar. 

Rapera a los 40 ya está disponible en Netflix.

Comentarios