Con un Disney ocupado en exprimir Star Wars y Marvel al máximo, su contenido "propio" ha surgido a cuentagotas. Pero cuando no se trata de ninguna de estas propiedades, o las de Pixar, la casa del ratón se ha dedicado a rehacer sus cintas animadas clásicas, la mayoría dejando mucho que desear. Si bien una o dos, como El Libro de la Selva, han podido reinterpretar el relato incorporando algunos elementos más atractivos para adultos, el resto se han hundido en la repetición o la mediocridad.
Mulán, el más reciente de estos remakes, parecía que podría darle nuevamente cierta credibilidad a esta iniciativa; sin embargo, la nueva versión live action es probablemente una de las peores cintas de Disney en años dadas las expectativas de por medio.
Después de la violenta incursión en China de un ejercito comandado por el temible Bori Khan (Jason Scott Lee), el emperador (Jet Li) decreta que todas las familias deben entregar a un miembro varón para pelear en contra de los invasores. Mientras, en la comunidad de Mulán (Liu Yifei), esta se prepara, contra su voluntad, para ser escogida por un posible esposo.
Cuando el llamado militar llega para su padre (Tzi Ma), demasiado viejo y lastimado para volver a combatir, Mulán decide tomar su lugar en secreto desafiando los preceptos familiares y nacionales. Así, la joven mujer, disfrazada de hombre, se integra a las líneas del ejercito imperial para contribuir a la causa.
Lastimada severamente por la actual pandemia y relegada al servicio de streaming Disney Plus (solo accesible con un pago de $30 dólares extra), Mulán finalmente ha visto la luz tras casi medio año de retraso. Niki Caro, quien realmente no ha podido rencontrarse con el éxito de la crítica desde Tierra Fría, fue elegida como la directora a cargo de un proyecto con una importante presencia femenina, en sintonía con el discurso de empoderamiento que envuelve al emblemático personaje.
Desgraciadamente, la dirección que Disney ha ordenado para esta nueva versión y un guión fallido en muchos sentidos dan como resultado una película blanda y predecible que no consigue generar emoción alguna.
Mulán sigue prácticamente la misma fórmula que su predecesora animada, aunque no como una recreación cuadro por cuadro al estilo El Rey León. Esta decisión parecía ser las más acertada, ya que, si los remakes son inevitables, ¿por qué no probar con nuevas subtramas o situaciones más atractivas para esta época?
La desaparición de Mushu, por ejemplo, resultó una afrenta para muchos fans, pero el nuevo giro "realista" que Disney ha querido darle a varias de sus propiedades realmente no daban cabido al pintoresco ancestro. El problema es que esta intención no se traslada del todo en la película, principalmente en las escenas de acción, la interacción de Mulán con los demás personajes y en todo el aspecto bélico que emana de la trama.
Yifei hace un trabajo aceptable como la valiente heroína. La controversial actriz (objeto de un llamado para boicotear la película debido a sus declaraciones en contra de las manifestaciones en Hong Kong) hace suyo el papel proyectando todas las virtudes del personaje animado, sobre todo la rebeldía que hace de Mulán una de las figuras femeninas más destacados del universo Disney. En las escenas de acción, Yifei también se entrega por completo para acentuar la combatividad física que, a diferencia de la cinta de 1998, está ahí desde el comienzo.
Desafortunadamente, lo único que el guión le ofrece son frases trilladas, chistes malos y líneas simplonas que, generalmente, describen lo que pasa a su alrededor. "¡Emboscada!", señala cuando, obviamente, los rouranos le tienden una emboscada a su escuadrón.
No hay un solo personaje memorable en esta nueva versión live action. Zhou Hua, el padre, interpretado por un estoico Ma, desaparece por completo después del inicio solo para una intervención final y darle una resolución a la afrenta de su hija. Khan es un villano prefabricado más sin dimensión alguna.
Los soldados y nuevos amigos de Mulán, una sarta de machos o bobos que evocan en cierta medida a los de la cinta previa, simplemente están para aprender una lección de la desconocida, ya sea moral o de fortaleza. Emblemas de las artes marciales, como lo son Donnie Yen y Jet Li también aparecen por ahí como meros instrumentos de combate o exposición.
Quizá el más infame de todos, además de la inexplicable inserción de una hermana que, literalmente, no hace nada. es la bruja Xian Lang (Gong Li), aliada del Khan por razones que realmente nunca quedan claras. Por sus conversaciones con el villano se deduce que la mujer, capaz de cambiar de forma en un letal halcón, ha sido marginada por sus poderes sobrenaturales, lo que, según Caro y su multitudinario equipo de guionistas, representa un paralelismo con la situación de la protagonista.
Aunado a ello, las acciones de Lang comienzan a tornarse erráticas conforme avanza la trama, dando pie a un predecible final y lo que es probablemente la escena más ridícula y falsa que haya concebido Disney en mucho tiempo. Resulta sencillo adivinar su destino cuando se encuentra con Mulán por segunda ocasión.
Sin una buena historia capaz de mantener involucrado al espectador, el diseño de producción y los efectos especiales permanecen como el único gancho para llegar hasta el final. En el primer apartado, los paisajes, vestuarios, sets y maquillajes llaman poderosamente la atención por su color, detalle y trabajo.
Pero en el segundo, principalmente durante las escenas de acción, las imágenes generadas a computadora no están a la altura de un estudio como Disney. Cuando vemos a una Mulán superpuesta en un campo de batalla, la inmersión en este mundo se pierde por completo.
Mulán no parece no saber a quién desea complacer. Su flagrante alejamiento de la violencia, dando como resultado batallas sin sentido, contrasta con una extraña sensación de nacionalismo que empapa todos los aspectos de la trama, algo delicado dados los momentos que vive Hong Kong a causa de la presión del gobierno chino.
Y si a ello agregamos los comentarios de Yifei, el asunto cobra todavía más importancia. Mulán sin duda es un ejemplo de empoderamiento femenino, pero su exagerado patriotismo, y el de todos los personajes, resulta un tanto difícil de digerir. Al final, la protagonista es tan perfecta que cuesta trabajo identificarse con ella. En esta película, la protagonista es más un modelo a seguir que una mujer forjando su propio carácter.
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