Una película más de superhéroes sin duda podría hacerle voltear los ojos a cualquiera en esta época. El género, que permanece en una pausa obligatoria que sin duda le vendrá muy bien cuando finalmente regrese, ha visto el nacimiento de cualquier cantidad de franquicias en los últimos años, unas más exitosas que otras; sin embargo, pocas han propuesto algo distinto.
La Vieja Guardia, una de las más nuevas producciones de Netflix, precisamente pretende refrescar el concepto con algunos detalles que, si bien no se alejan del todo de lo convencional, al menos intentan dotar de un alma a un grupo de personajes con un inesperado potencial.
Andy (Charlize Theron) lidera un grupo de guerreros inmortales que ha dedicado su existencia a combatir por causas que creen correctas. Cuando Copley (Chiwetel Ejiofor), un exagente de la CIA, los contacta para llevar a cabo un trabajo de rescate, Andy comienza a cuestionarse si realmente han cambiado al mundo de alguna manera. Esta duda se acentúa todavía más después de que el equipo cae en una trampa, propulsando a la mujer a repensar su propósito.
Pero todo vuelve a tener sentido cuando una soldado llamada Nile (KiKi Layne) descubre que también es inmortal tras ser asesinada en combate. Así, a pesar de su renuencia inicial, KiKi es reclutada por Andy para tratar de ayudarla a entender su nueva vida. Al mismo tiempo, el resto del equipo comienza a investigar a Copley y a aquellos que han comenzado a perseguirlos.
En La Vieja Guardia, Charlize Theron vuelve a demostrar su calidad como figura de acción, rol que se consolidó hace unos años gracias a su papel de Furiosa en Furia en el Camino. Como el corazón de la película, la veterana actriz aporta toda su experiencia no solo para darle un espaldarazo a una nueva generación, sino también para presentar una cinta de superhéroes más incluyente y relativamente distinta a las que hemos visto últimamente.
Basada en la novela gráfica de Greg Rucka, escritor de cómics para DC, Marvel e Image, y quien también participó como guionista, esta historia supone un balance entre secuencias de acción y momentos de introspección, escaso la mayor parte del tiempo, para conocer realmente, aunque sea un poco, a los protagonistas.
Por supuesto, la dirección de Gina Prince-Bythewood (Amor y Baloncesto, Sabor a Miel), es la clave para poder disfrutar de este equilibrio. Curtida en dramas románticos y familiares, la directora trabaja de la mano con Rucka para darle cierta profundidad a sus personajes, principalmente a Andy, quien se debate en un conflicto existencial rara vez visto en las películas de superhéroes de hoy.
Prince Bythewood encuentra los momentos adecuados para adentrarnos en el conflicto interno de una mujer que prácticamente lo ha visto todo. Es justo en esta exploración en la que nos encontramos con más derrotas que triunfos. Las heridas sin sanar que pronto quedan al descubierto caracterizan a una guerrera que, a pesar de su magnífico don, también lo ha perdido todo.
El equipo multicultural que Andy encabeza también habla de la preocupación de Theron y la directora por alejarse de un modelo que, afortunadamente, cada vez más está en desuso. Con una pareja gay multirracial, una chica negra y un blanco, el filme presenta un panorama más incluyente. Quizá esta decisión se apegue a lo "políticamente correcto", pero vaya que ya era necesario darle un rostro más diverso a los blockbusters.
En Nile, KiKi Layne demuestra que su talento también tiene cabida en el mundo de la acción. Habiendo entregado una notable actuación en Si la Colonia Hablara (If Beale Street Could Talk, Barry Jenkins, 2018), la joven salta al ruedo cobijada por Theron y entablando una muy buena química con su mentora. Su caracterización probablemente no es tan convincente como la de Andy, pero es la extrañeza que siente ante la situación que vive lo que permite al espectador conocer un poco más sobre las reglas que rigen el universo de Rucka.
A pesar de lo anterior, La Vieja Guardia no puede evitar caer en los vicios característicos del género. Con un villano (Harry Melling) para el olvido, (sí, ese era Dudley de la saga de Harry Potter), giros poco sorpresivos que pueden adivinarse desde mucho tiempo antes (como aquel que involucra a Matthias Schoenaerts) y la poco sutil manera en la que todo se dispone para una segunda y hasta tercera parte, la cinta exhibe sus más notables fallas.
Quizá lo que más podemos agradecer es el hecho de dejar en relativo misterio el origen de estos personajes, quienes tampoco parecen conocer todavía lo que hay detrás de su poder.
La Vieja Guardia no resulta un nuevo hito en el cine de superhéroes ni nada por el estilo, pero Theron, Prince-Bythewood y Rucka se las han ingeniado para concebir una historia entretenida, progresista y bien equilibrada en cuanto a drama y acción. Es una pena que las intenciones de crear una nueva franquicia terminen por lastimar una buena intención.
Al final, en Andy alcanzamos a dilucidar a una superheroína fastidiada y al borde del colapso emocional. Ni siquiera su buena voluntad parece darle sentido a su infinita existencia. "No es lo que el tiempo roba, sino lo que deja atrás", le dice una reflexiva Andy a la nueva recluta. Irónicamente, el sueño de cualquiera se ha convertido en su peor pesadilla.
La Vieja Guardia, una de las más nuevas producciones de Netflix, precisamente pretende refrescar el concepto con algunos detalles que, si bien no se alejan del todo de lo convencional, al menos intentan dotar de un alma a un grupo de personajes con un inesperado potencial.
Andy (Charlize Theron) lidera un grupo de guerreros inmortales que ha dedicado su existencia a combatir por causas que creen correctas. Cuando Copley (Chiwetel Ejiofor), un exagente de la CIA, los contacta para llevar a cabo un trabajo de rescate, Andy comienza a cuestionarse si realmente han cambiado al mundo de alguna manera. Esta duda se acentúa todavía más después de que el equipo cae en una trampa, propulsando a la mujer a repensar su propósito.
Pero todo vuelve a tener sentido cuando una soldado llamada Nile (KiKi Layne) descubre que también es inmortal tras ser asesinada en combate. Así, a pesar de su renuencia inicial, KiKi es reclutada por Andy para tratar de ayudarla a entender su nueva vida. Al mismo tiempo, el resto del equipo comienza a investigar a Copley y a aquellos que han comenzado a perseguirlos.
En La Vieja Guardia, Charlize Theron vuelve a demostrar su calidad como figura de acción, rol que se consolidó hace unos años gracias a su papel de Furiosa en Furia en el Camino. Como el corazón de la película, la veterana actriz aporta toda su experiencia no solo para darle un espaldarazo a una nueva generación, sino también para presentar una cinta de superhéroes más incluyente y relativamente distinta a las que hemos visto últimamente.
Basada en la novela gráfica de Greg Rucka, escritor de cómics para DC, Marvel e Image, y quien también participó como guionista, esta historia supone un balance entre secuencias de acción y momentos de introspección, escaso la mayor parte del tiempo, para conocer realmente, aunque sea un poco, a los protagonistas.
Prince Bythewood encuentra los momentos adecuados para adentrarnos en el conflicto interno de una mujer que prácticamente lo ha visto todo. Es justo en esta exploración en la que nos encontramos con más derrotas que triunfos. Las heridas sin sanar que pronto quedan al descubierto caracterizan a una guerrera que, a pesar de su magnífico don, también lo ha perdido todo.
El equipo multicultural que Andy encabeza también habla de la preocupación de Theron y la directora por alejarse de un modelo que, afortunadamente, cada vez más está en desuso. Con una pareja gay multirracial, una chica negra y un blanco, el filme presenta un panorama más incluyente. Quizá esta decisión se apegue a lo "políticamente correcto", pero vaya que ya era necesario darle un rostro más diverso a los blockbusters.
En Nile, KiKi Layne demuestra que su talento también tiene cabida en el mundo de la acción. Habiendo entregado una notable actuación en Si la Colonia Hablara (If Beale Street Could Talk, Barry Jenkins, 2018), la joven salta al ruedo cobijada por Theron y entablando una muy buena química con su mentora. Su caracterización probablemente no es tan convincente como la de Andy, pero es la extrañeza que siente ante la situación que vive lo que permite al espectador conocer un poco más sobre las reglas que rigen el universo de Rucka.
A pesar de lo anterior, La Vieja Guardia no puede evitar caer en los vicios característicos del género. Con un villano (Harry Melling) para el olvido, (sí, ese era Dudley de la saga de Harry Potter), giros poco sorpresivos que pueden adivinarse desde mucho tiempo antes (como aquel que involucra a Matthias Schoenaerts) y la poco sutil manera en la que todo se dispone para una segunda y hasta tercera parte, la cinta exhibe sus más notables fallas.
Quizá lo que más podemos agradecer es el hecho de dejar en relativo misterio el origen de estos personajes, quienes tampoco parecen conocer todavía lo que hay detrás de su poder.
La Vieja Guardia no resulta un nuevo hito en el cine de superhéroes ni nada por el estilo, pero Theron, Prince-Bythewood y Rucka se las han ingeniado para concebir una historia entretenida, progresista y bien equilibrada en cuanto a drama y acción. Es una pena que las intenciones de crear una nueva franquicia terminen por lastimar una buena intención.
Al final, en Andy alcanzamos a dilucidar a una superheroína fastidiada y al borde del colapso emocional. Ni siquiera su buena voluntad parece darle sentido a su infinita existencia. "No es lo que el tiempo roba, sino lo que deja atrás", le dice una reflexiva Andy a la nueva recluta. Irónicamente, el sueño de cualquiera se ha convertido en su peor pesadilla.
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