Reseña - Ya No Estoy Aquí: una profunda exploración de la marginación

En medio de la pobreza, el crimen organizado y la eterna promesa de cambio proveniente de políticos cuestionados hasta el cansancio, una tribu urbana vibraba en Monterrey. Los cholombianos, caracterizados en su momento por su obsesión por la cumbia rebajada y su inconfundible vestimenta inspirada en los cholos, son el objeto de estudio de Ya No Estoy Aquí, cinta que examina a detalle esta subcultura y especialmente a uno de sus miembros, un chico marcado por la violencia e indiferencia social. Con gran respeto, esta historia se propone a desafiar los estereotipos que llevaron a la desaparición a esta singular expresión.


Ulises (Juan Daniel García), adolescente perteneciente a Kolombia, se desvive por la cumbia junto a sus amigos de "Los Terkos", una de las tantas pandillas cholombianas de los barrios marginados de Monterrey. Aunque pacíficos la mayor parte del tiempo, los Terkos se ven amenazados por la presencia del cartel de "Los F", quienes están en conflicto directo con "Los Pelones", grupo de cholos con actividad en el barrio de Ulises.

La vida de este último toma un súbito giro cuando, estando en el lugar y momento equivocados, es culpado de un acto violento perpetrado por "Los F". Sin otro remedio, Ulises escapa hacia los Estados Unidos, donde pronto debe enfrentar las dificultades de la inmigración ilegal.

Ya No Estoy Aquí, dirigida por Fernando Frías de la Parra (Los Espookys), hace una valiosa exploración de una subcultura estigmatizada hasta su desaparición. Con Ulises y sus amigos, el director y guionista nos presenta a un grupo de jóvenes que encuentran en la cumbia una especie de liberación ante la opresión que reina en sus barrios.

Disponiendo prácticamente de un elenco no profesional y tomando un enfoque cuasidocumental por momentos, Frías de la Parra humaniza y le da rostro a los cholombianos, víctimas silenciosas de la Guerra Contra el Narcotráfico, sin ningún tipo de sensacionalismo y rindiendo tributo a la desaparecida Kolombia.

En Ulises, Frías de la Parra tiene a un protagonista poco convencional pero totalmente convincente. A sabiendas que no había otra forma de hacer esta película más que con personas provenientes de los mismos barrios de Monterrey, el director aprovechó esta situación para un darle un toque ultrarrealista a su trabajo, el cual se nota en todo momento gracias a los bailes, lenguaje e interacción que entabla este grupo de actores no profesionales.

Por supuesto, Ulises se roba toda la atención. Poco a poco, el espectador se va adentrando en la frustración de un chico exiliado, lastimado e incomprendido que tiene a la cumbia como único aliado en momentos de desesperación.


Ya No Estoy Aquí incorpora diversas temáticas a su trama. La expresión de su identidad y sentido de pertenencia acaparan buena parte de la cinta. En un buen número de escenas, Frías de las Parras nos transporta por estos barrios bravos donde algunos de sus habitantes se resisten a la violencia bailando y escuchando cumbia. La cámara se queda un largo rato con Los "Terkos" mostrándonos sus rituales dancísticos y estéticos con sumo detalle. Más adelante, la inmigración emerge como otro de los temas tratados cuando Ulises emprende un viaje hacia lo desconocido.

Pero, al mismo tiempo, Frías de la Parra ofrece un atisbo de esperanza con la improbable relación que surge entre él y Lin (Angelina Chen), una chica intrigada por su aspecto. La interacción entre ambos nos regala varios de los momentos más curiosos de la cinta, como cuando Ulises trata de explicarle a su nueva amiga los distintos significados de "verga" o el intrincado mapa de pandillas cholombianas regiomontanas. Tristemente, esta dulzura y inocencia parecen solamente momentos efímeros que pronto serán opacados nuevamente por la desesperanza.


Frías de la Parra construye su película a partir de dos líneas del tiempo que corren paralelas. En el pasado lo vemos desenvolverse normalmente como el líder de facto de su pandilla, sorprendiendo a todos con sus pasos de baile. Pero todo es distinto en el presente, donde su pasión debe pasar a un segundo plano para poder sobrevivir. Hay algo sumamente desconsolador en todo esto, en cómo la identidad de alguien es suprimida por esferas supuestamente superiores.

Y aunque Ulises intenta resistirse a los nuevos tiempos o a ciertas imposiciones sociales, un nuevo orden se gesta en casa en todos los niveles. Y mientras Kolombia desaparece y el gobierno comienza una guerra en su propio territorio, Ulises, haciendo gala del hombre de su grupo, se mantiene más terco que nunca.

Ya No Estoy Aquí puede ser tan tierna como cruda. Con una tremenda vocación, Frías de la Parra realiza un valioso estudio cultural que merece toda la atención y reconocimiento. Tejiendo un drama social enclavado en la marginación a través de un estudio de campo, el director nos advierte sobre la imposición cultural y estigmatización injustificada.

Mientras vemos a Ulises bailar en un especie de trance con los rascacielos de Monterrey de fondo, algo está claro: el joven ha quedado perdido sin hogar físico y espiritual. Sin una pandilla y con violentos enfrentamientos rodeándolo por doquier, ¿qué le puede deparar en el futuro? Su vida le ha sido arrebatada, la cumbia finalmente ha dejado de sonar.

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