Reseña - Monos: los niños perdidos

Entre una densa neblina en lo alto de las montañas, un grupo de ocho preadolescentes juegan fútbol con los ojos vendados; este ejercicio es parte de su entrenamiento físico y mental al que son sometidos por El Mensajero, un comandante e instructor de baja estatura que rinde cuentas a un grupo paramilitar llamado La Organización.

A la cabeza de estos jóvenes está Lobo (Julián Giraldo), el encargado de mantener el orden y repartir las tareas que les son encomendadas por El Mensajero, entre las que destacan la vigilancia del área y el cuidado de una rehén estadounidense llamada simplemente como La doctora (Julianne Nicholson), una mujer de apariencia frágil y desgastada que clama por su libertad.


En este sitio totalmente aislado, que remite al país de Nunca Jamás, los chicos también se divierten haciendo uso de su fuerza, danzan alrededor de fogatas y disparan al cielo sus armas de alto calibre antes de la llegada de una nueva y peculiar misión que cambiará la situación de cada uno de ellos.


En Monos, el colombiano Alejandro Landes dirige una helada y feroz travesía en la que estos personajes con distintivos apodos y temperamentos son puestos a todo tipo de pruebas, desde la resistencia emocional hasta la lealtad que han forjado entre ellos mismos. Se trata de una propuesta sumamente salvaje en la que los protagonistas resultan doblegados por la naturaleza y la inclemencia del tiempo mientras se entregan a los impulsos más imprudentes y propios de su edad, comportándose como primates que han sido puestos en libertad después de toda una vida en cautiverio.

La narrativa se siente como un rompecabezas que el espectador tendrá que ir armando; pero no todas las piezas son evidentes e incluso algunas parecen inexistentes. Este aspecto es quizá su punto más débil, un guión tosco y desarticulado que no termina de converger.


Fuera de eso, Monos es una película bestial con una poderosa fotografía en la que el elemento de la naturaleza es primordial, regalándonos impresionantes secuencias donde los actores parece que de verdad están en una constante lucha por su supervivencia. Además, nos topamos con un soundtrack hipnótico que combina sonidos de la naturaleza con algunos elementos de psytrance.

En conjunto, estamos ante una experiencia que pondrá los pelos de punta.

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