"Una ciudad solo es tan buena como su sistema de escuelas públicas". Esta reflexión de los miembros del consejo escolar de Roslyn, durante una situación de apremio que pone en riesgo la credibilidad de la institución, plantea una escalofriante pregunta: ¿hasta dónde estarían dispuestas a llegar las autoridades con tal de mantener intacta la reputación de un centro académico y, por consiguiente, el de toda una comunidad?
Mala Educación es el relato de unos embaucadores y un simple pero devastador sistema de corrupción; pero también la de una flagrante omisión que pone en entredicho el sistema educativo de un país de primer mundo, todo con tal de evitar la mala publicidad.
Mala Educación es el relato de unos embaucadores y un simple pero devastador sistema de corrupción; pero también la de una flagrante omisión que pone en entredicho el sistema educativo de un país de primer mundo, todo con tal de evitar la mala publicidad.
Frank Tassone (Hugh Jackman), superintendente del distrito escolar de Roslyn, es considerado el héroe local. Su gestión ha llevado a las escuelas del área a una posición de privilegio, posicionando a un importante número de sus alumnos en las mejores universidades privadas del país.
Con un gran proyecto de expansión en puerta en una de sus preparatorias, todo parece marchar de la mejor forma; sin embargo, las cosas cambien súbitamente cuando Pam Gluckin (Allison Janney), una de las directivas del distrito, comete un error que deja al descubierto una malversación de fondos sistematizada, orquestada al más alto nivel, que podría poner en jaque el presupuesto de las escuelas de Roslyn, el futuro de todos sus estudiantes y la carrera tanto de Pam como de Tassone.
Dirigida por Cory Finley y estrenada exclusivamente por HBO, Mala Educación ofrece una dramatización muy efectiva y detallada del desfalco escolar más grande de toda la historia de Estados Unidos. Enfrentándose al riesgo que supone la infame frase "inspirada en hechos reales", la cinta sale avante debido a la forma en la que nunca se olvida de que el escándalo del 2004 simplemente es la base en la que se desarrollan un grupo de personajes sumamente peculiares y delineados con una sutileza que, en primera instancia, nos impide realmente ver qué puede haber mal con ellos.
Pero sabemos que se trata de una historia de embaucadores, así que resulta sumamente emocionante poder presenciar cómo sus verdaderas identidades salen a la luz poco a poco.
Hugh Jackman es artífice de una extraña pero bienvenida aura pacífica. En el momento en el que nos topamos con Tassone por primera vez, no podemos más que sentir un tipo de afecto especial por un tipo que parece comprometido con su trabajo, que saluda a todos camino a su oficina y que, por la forma en la que es tratado por los demás, ha hecho realmente un cambio. Su pulcra imagen también contribuye a que su figura sea todavía más atractiva.
Pero esto es demasiado bueno como para ser cierto. ¿Qué hay detrás de un tipo perfecto en apariencia? Con una agudeza total, Jackman logra esconder de todos, y del espectador, su verdadero papel en todos esto. Cuando Pam es descubierta y Tassone no tiene más remedio que llamarla sociópata, esta le deja un pequeño mensaje en su escritorio antes de marcharse: "el sociópata es otro". La trama se complica.
Aunque con una intervención más limitada, Janney también hace un gran trabajo como una afligida mujer que, aparentemente inmersa en una realidad en la que no se ve haciendo nada malo, solo busca darle lo mejor a su familia. Esta igualmente parece estar comprometida con la educación de los alumnos, pero ¿a qué precio? "Nuestro sistema es perfecto, pero funciona", clama Tassone cuando por primera vez siente una verdadera amenaza para todo lo que ha construido. Los villanos de esta historia, si es que podemos denominarlos de esa forma, han cometido un terrible acto de corrupción que, tal como este dice, comenzó con una inocente omisión.
Finley y el guionista Mike Makowsky no pretenden juzgar tajantemente a estos personajes, al menos no directamente. Sus discursos sobre el menosprecio que han sentido a través de los años como trabajadores de la educación los han hecho añorar en demasía los placeres de los que nunca habrían podido disfrutar con sus sueldos regulares. "Nosotros nunca olvidamos", vocifera Tassone en uno de los pocos momentos en los que pierde los estribos, haciendo notar la forma en la que han sido tratados por tanto tiempo. ¿Fueron entonces víctimas del sistema o viceversa? El espectador tiene la última palabra.
La película también despliega una subtrama paralela en la que Rachel (Geraldine Viswanathan), alumna e integrante del periódico escolar, con un inquebrantable sentido moral, comienza a investigar los posible desvíos financieros que se han cometido. Esta vocación periodística es puesta en entredicho no solo por los obstáculos que encuentra en su misma redacción, sino por una implicación personal que tiene que ver con su padre, un hombre que se ha visto involucrado no hace mucho en una situación no muy distinta a la que está a punto de desenmascarar.
Aunque este aspecto periodístico no es el aspecto principal de la cinta, su desarrollo evoca a la grandiosa En Primera Plana, en la que los protagonistas también deben plantearse entre hacer lo correcto o lo que les ordenan. ¿Vale la pena arriesgarlo todo con tal de llegar a la verdad?
Pero, a pesar de lo delicado de la situación, Makowsky y Finley no temen inyectar un poco de humor a la trama. Sin incurrir en el sensacionalismo o el mal gusto, los cineastas nos presentan distintas situaciones casi cómicas en las que Tassone y Pam demuestran su lado más malicioso, sobre todo el segundo, quien sumerge a sus potenciales oponentes en una espiral de duda y humillación que le permiten salir temporalmente del apuro.
En estas escenas, Jackman hace gala de una fina malicia que sin duda nos ofrece pistas sobre su rol en este embrollo criminal, convirtiendo a su personaje en algo sumamente irresistible.
Mala Educación es divertida y sumamente satisfactoria. El hecho de que el espectador pueda presenciar desde adentro cómo todo se va derrumbando para aquellos que cometieron el enorme desfalco es más que gratificante.
Parece que la justicia prevalece al último; pero cuando nos enteramos de que un grupo de poderosa familias, entre ellas, una famosa actriz, diseñaron un meticuloso plan para que cambiar las calificaciones de sus hijos burracos y lograr que entraran a las mejores universidades, nos damos cuenta de que poco o nada ha cambiado.
Con un gran proyecto de expansión en puerta en una de sus preparatorias, todo parece marchar de la mejor forma; sin embargo, las cosas cambien súbitamente cuando Pam Gluckin (Allison Janney), una de las directivas del distrito, comete un error que deja al descubierto una malversación de fondos sistematizada, orquestada al más alto nivel, que podría poner en jaque el presupuesto de las escuelas de Roslyn, el futuro de todos sus estudiantes y la carrera tanto de Pam como de Tassone.
Dirigida por Cory Finley y estrenada exclusivamente por HBO, Mala Educación ofrece una dramatización muy efectiva y detallada del desfalco escolar más grande de toda la historia de Estados Unidos. Enfrentándose al riesgo que supone la infame frase "inspirada en hechos reales", la cinta sale avante debido a la forma en la que nunca se olvida de que el escándalo del 2004 simplemente es la base en la que se desarrollan un grupo de personajes sumamente peculiares y delineados con una sutileza que, en primera instancia, nos impide realmente ver qué puede haber mal con ellos.
Pero sabemos que se trata de una historia de embaucadores, así que resulta sumamente emocionante poder presenciar cómo sus verdaderas identidades salen a la luz poco a poco.
Hugh Jackman es artífice de una extraña pero bienvenida aura pacífica. En el momento en el que nos topamos con Tassone por primera vez, no podemos más que sentir un tipo de afecto especial por un tipo que parece comprometido con su trabajo, que saluda a todos camino a su oficina y que, por la forma en la que es tratado por los demás, ha hecho realmente un cambio. Su pulcra imagen también contribuye a que su figura sea todavía más atractiva.
Pero esto es demasiado bueno como para ser cierto. ¿Qué hay detrás de un tipo perfecto en apariencia? Con una agudeza total, Jackman logra esconder de todos, y del espectador, su verdadero papel en todos esto. Cuando Pam es descubierta y Tassone no tiene más remedio que llamarla sociópata, esta le deja un pequeño mensaje en su escritorio antes de marcharse: "el sociópata es otro". La trama se complica.
Aunque con una intervención más limitada, Janney también hace un gran trabajo como una afligida mujer que, aparentemente inmersa en una realidad en la que no se ve haciendo nada malo, solo busca darle lo mejor a su familia. Esta igualmente parece estar comprometida con la educación de los alumnos, pero ¿a qué precio? "Nuestro sistema es perfecto, pero funciona", clama Tassone cuando por primera vez siente una verdadera amenaza para todo lo que ha construido. Los villanos de esta historia, si es que podemos denominarlos de esa forma, han cometido un terrible acto de corrupción que, tal como este dice, comenzó con una inocente omisión.
Finley y el guionista Mike Makowsky no pretenden juzgar tajantemente a estos personajes, al menos no directamente. Sus discursos sobre el menosprecio que han sentido a través de los años como trabajadores de la educación los han hecho añorar en demasía los placeres de los que nunca habrían podido disfrutar con sus sueldos regulares. "Nosotros nunca olvidamos", vocifera Tassone en uno de los pocos momentos en los que pierde los estribos, haciendo notar la forma en la que han sido tratados por tanto tiempo. ¿Fueron entonces víctimas del sistema o viceversa? El espectador tiene la última palabra.
La película también despliega una subtrama paralela en la que Rachel (Geraldine Viswanathan), alumna e integrante del periódico escolar, con un inquebrantable sentido moral, comienza a investigar los posible desvíos financieros que se han cometido. Esta vocación periodística es puesta en entredicho no solo por los obstáculos que encuentra en su misma redacción, sino por una implicación personal que tiene que ver con su padre, un hombre que se ha visto involucrado no hace mucho en una situación no muy distinta a la que está a punto de desenmascarar.
Aunque este aspecto periodístico no es el aspecto principal de la cinta, su desarrollo evoca a la grandiosa En Primera Plana, en la que los protagonistas también deben plantearse entre hacer lo correcto o lo que les ordenan. ¿Vale la pena arriesgarlo todo con tal de llegar a la verdad?
Pero, a pesar de lo delicado de la situación, Makowsky y Finley no temen inyectar un poco de humor a la trama. Sin incurrir en el sensacionalismo o el mal gusto, los cineastas nos presentan distintas situaciones casi cómicas en las que Tassone y Pam demuestran su lado más malicioso, sobre todo el segundo, quien sumerge a sus potenciales oponentes en una espiral de duda y humillación que le permiten salir temporalmente del apuro.
En estas escenas, Jackman hace gala de una fina malicia que sin duda nos ofrece pistas sobre su rol en este embrollo criminal, convirtiendo a su personaje en algo sumamente irresistible.
Mala Educación es divertida y sumamente satisfactoria. El hecho de que el espectador pueda presenciar desde adentro cómo todo se va derrumbando para aquellos que cometieron el enorme desfalco es más que gratificante.
Parece que la justicia prevalece al último; pero cuando nos enteramos de que un grupo de poderosa familias, entre ellas, una famosa actriz, diseñaron un meticuloso plan para que cambiar las calificaciones de sus hijos burracos y lograr que entraran a las mejores universidades, nos damos cuenta de que poco o nada ha cambiado.
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