Reseña - Guns Akimbo: una injustificada obsesión con la hiperviolencia

Dos armas, munición limitada y un objetivo muy claro: sobrevivir. Esta podría ser la premisa de cualquier videojuego de survival o hasta de un shooter, pero no; en esta ocasión, se trata de una película. Guns Akimbo toma prestada la estructura básica de cualquier videojuego ordinario para adentrarnos en un mundo tan cínico como hiperviolento en el que el entretenimiento solo es satisfecho con intensas balaceras, tremendas golpizas y baños de sangre por doquier.

La cinta, por supuesto, no teme ser ridiculizada por su estúpido concepto, pues los mismos personajes se encargan de ello; sin embargo, las incontables escenas de violencia no son suficientes para mantener atento a un espectador que, aunque no se alarme por el contenido, nunca puede establecer un vínculo real con una identidad narrativa demasiado frívola como para ser tomada por una crítica o algo por el estilo.


Miles (Daniel Radcliffe) es un programador de videojuegos con una vida más ordinaria de lo que quisiera. En sus tiempos libre, este gusta de buscar en la web a los trolls para darles una cucharada de su propia medicina. Todo se sale de control cuando entra a Skizm, una plataforma de streaming que transmite brutales peleas callejeras a muerte entre criminales y psicópatas, para insultar a todos los que disfrutan de este sanguinario entretenimiento.

En breve, Riktor (Ned Dennehy), mente maestra del proyecto, aparece en la puerta de su casa para darle una lección. Después de una terrible tortura, Miles despierta con dos pistolas pegadas peligrosamente a su cuerpo, ¿la razón? Este deberá participar en Skizm y ganar su combate para seguir con vida. ¿Su rival? Nada más y nada menos que Nix (Samara Weaving), la más sanguinaria de todos los participantes.

Radcliffe hace el papel de un tipo que parece apuntar a los estereotipos de la época: un nerd con características de hípster que no puede mantenerse indiferente ante el abuso, sobre todo al virtual. Miles se ve a sí mismo como un bueno para nada que vive la más ordinaria de las existencias; por eso, Skizm representa la más grande de las tentaciones, y no solo para él, sino para el todo mundo.

La película pretende demostrar que el clamor por la violencia es natural en cualquier estrato social o tribu urbana, no por nada vemos a padres de familia, jóvenes gamers y a los típicos "machos" de fraternidad siguiendo con atención al obsceno streaming. Jason Lei Howden, director y guionista, no se equivoca, este oscuro placer está dentro de uno de alguna u otra forma, pero la obviedad con la que lo muestra solo evidencia una falta de imaginación.


Guns Akimbo parece tener inteligencia propia, y esto no es precisamente un halago. A través de distintas metareferencias al mundo real y a los mismos conceptos desarrollados en la misma trama, el director deja en claro que su obra no es más que una sátira sobre el morbo que se ha convertido en lo mismo que señala, evitando así que cualquier crítica en su contra carezca de valor.

En una escena, por ejemplo, unos de los lacayos del villano hablan sobre The Walking Dead; uno de ellos afirma que no la ve porque es muy violenta, desestimando por completo el hecho de que él se dedica a impartir violencia. En otra, mientras deambulan por la guarida de Riktor en busca de cumplir con sus violentos objetivos, Nix le pregunta a Miles que si los videojuegos no le han enseñado algo durante todo este tiempo. Esa actitud de: "sabemos que somos muy obvios o banales, pero no nos importa"  con la que están caracterizados los personajes solo hace que la cinta resulte todavía más molesta, incluso desde el punto de vista del entretenimiento.

Intentando escapar desesperadamente de la sombra de Harry Potter desde hace años, Radcliffe ha elegido roles un tanto arriesgados desde el punto de vista tradicional, no por nada eligió hacerla de cadáver no hace mucho. Como Miles, el británico parece estar demasiado comprometido para dar vida a un pobre y superficial personaje. El mundo exagerado en el que se ve obligado a desenvolverse tampoco ayuda demasiado, tampoco las constantes escenas de acción sin sentido en las que solo vemos a los personajes moverse de un punto a otro entre un sinfín de balaceras y golpizas.

Al final, Miles es un tipo raro inmerso en un arco narrativo predecible y ciertamente aburrido. Quizá una o dos de las cómicas situaciones en las que se involucrado por el hecho de estar pegado a dos pistolas generan algunas risas incómodas con este tipo de comedia física, pero su eventual conversión en héroe de acción resulta más que ridícula.


Por supuesto, ante la falta de una trama un poco más atractiva, Lei Howden se vale de cualquier cantidad de elementos gráficos, no solo para darle más vida a su película, sino para emular la interfaz de un videojuego. Con todos estos elementos saltando a la pantalla de forma constante, el director no consigue más que abrumar y evidenciar la falta de originalidad. Los efectos visuales tampoco están a la altura en todo momento; aquella escena de la persecución en moto es prueba de ello.

Con Guns Akimbo, Lei Howden intenta innovar con un producto que toma prestada la esencia visual de un videojuego, olivándose de que otros lo han hecho anteriormente con un mayor grado de dificultad y de forma más inteligente. Las tomas en primera persona de Hardcore: Misión Extrema y la emocionante premisa de Al Filo del Mañana al menos lo hicieron primero logrando involucrar al espectador con distintos recursos.

La cinta en cuestión, a pesar de la conciencia de sí misma de la que presume, coloca todos sus esfuerzos en la apreciación absoluta de la frenética ultraviolencia desplegada por los personajes. Quizá puede resultar entretenido sentarse y mirarla por unos minutos, pero la inclusión de una damisela en apuros, un emparejamiento improbable con una salvaje antihéroe (quien tiene su propia y trillada subtrama de redención) y un villano unidimensional representan demasiados obstáculos como para aguantar una vista completa.

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