Reseña - Honey Boy: las tristes memorias de Shia LaBeouf

"La única cosa que mi padre me dio, que tuviera valor, fue el dolor", relata el desahuciado Otis (Lucas Hedges) durante una incómoda terapia como parte de la rehabilitación por su alcoholismo. Estas palabras resuenan en el complicado presente del protagonista, un famoso actor de Hollywood, pero también en su pasado, el lugar de donde provienen aquellos funestos recuerdos.

Honey Boy ofrece una mirada sin compromiso a la soledad de la estrella mediática, aquella cuya pequeñas tragedias se esconden detrás de espectaculares explosiones y cualquier cantidad de efectos especiales. Esta cinta representa la catarsis de uno de ellos, un ejercicio simple pero muy honesto que nos abre las puertas hacia una lastimosa relación.


Otis parece sumamente intranquilo. Tratando de llenar el evidente vacío que lo consume, el joven actor se refugia en un frenesí lleno de sexo, drogas y alcohol, el cual termina de la peor manera ,arrojándolo en prisión una vez más. Internado en rehabilitación nuevamente, Otis se niega a creer que su papá sea la razón detrás de su enfermedad, por lo que, durante su terapia, se le insta a  recordar la precaria niñez que vivió subyugado al delicado estado mental de James (Shia LaBeouf), un exconvicto y adicto en recuperación con serios problemas para manejar su ira.

Así. Otis navega entre el presente y pasado buscando la manera de salir de las tinieblas y reconciliarse finalmente consigo mismo y con el triste recuerdo de su padre. 

Honey Boy, dirigida por la debutante Alma Har'el, deja al descubierto las cicatrices de Shia LaBeouf, figura hollywoodense que se ha visto agobiado por el abuso de sustancias durante la última década. Como guionista de esta película, el actor vierte sus tristes vivencias en busca de aliviar el dolor derivado de la fallida relación con su padre. LaBeouf escribió el guión como parte de sus terapias de rehabilitación, dond se le diagnosticó síndrome de estrés postraumático.

Pero más importante aun es el riesgo que corre al interpretar a su papá, aquella persona que lo privó de una infancia normal y de las alegrías características de esta etapa, las cuales terminaron siendo reemplazadas por cajetillas de cigarros, groserías y una dosis de violencia física y emocional.


LaBeouf se vale de un talentoso equipo para poder construir este proyecto con fuertes implicaciones personales. Har'el, dirigiendo un largometraje por primera vez después de una carrera como directora de videos musicales y publicitarios, es quien da forma a los recuerdos de su colaborador enlazando presente y pasado. Ella nos adentra en la psique del atormentado Otis, quien se ve obligado a enfrentarse a su memoria para identificar de una vez por todas la razón de su sufrimiento.

Así, Honey Boy nos mueve entre ambas líneas temporales, pero también a través de pesadillas, sueños, alucinaciones y hasta las mismas escenas que el pequeño Otis graba. En ocasiones, la línea que divide cada una se esfuma, dándole oportunidad a Har'el de plasmar su sello visual. Otis también se pierde en estos momentos, fusionando el ayer con el hoy, su trabajo con su vida personal y el afecto de distintas personas ajenas a su padre, creando dentro de sí una notable inestabilidad emocional.

Noah Jupe, interpretando a Otis de niño, hace un gran trabajo cobijado en todo momento por LaBeouf y Har'el, de quienes obtiene la fuerza e inspiración para proyectar la miserable existencia de un actor infantil lastimado por un hombre irresponsable.

Aunado a ello, Jupe muestra una notable química con LaBeouf. Juntos nos regalan momentos desconsoladores en los que encontramos innumerables trazos de una relación tóxica cuyo eco se hace sentir en el Otis adulto, quien solamente parece moverse en los extremos emocionales para dar a conocer cualquier sentimiento, ya sea positivo o negativo.

Este símil entre James y Otis es incluso vaticinado por el primero, quien le recuerda al segundo que viene "un linaje de alcohólicos", gente con sus propios demonios que encontraron en el alcohol su único "aliado". ¿Será entonces que Otis estaba destinado a la tortura desde el comienzo?


Con una madre alejada por la conducta del mismo James, y ante la fatal de un modelo a seguir, el chico encuentra afecto en lugares inesperados. Tom (Clifton Collins Jr.), un amigable adulto que se ha ofrecido como "hermano mayor" para brindarle apoyo; y Shy Girl (FKA Twigs), una prostituta con la que desarrolla una relación poco convencional con tintes sexuales y hasta maternales, emergen como una esperanza emocional para Otis; sin embargo, los celos y rigidez de James terminan por destruir de golpe una vez más cualquier posibilidad suya de ser feliz.

La humillación y la manipulación son sus armas más poderosas para mantenerlo bajo control, por más buenas intenciones que tenga.

No queda duda de que Honey Boy es un paso más de LaBeouf en camino hacia la recuperación. Encarnando a un hombre atormentado como su padre, este se topa con la posibilidad de comprender las frustrantes decisiones de su progenitor. En una poderosa escena, por ejemplo, vemos a James hablar ante otros adictos en rehabilitación sobre sus fracasos y añoranzas paternales, las cuales simplemente no puede hacer realidad por lo impredecible de su humor y su incapacidad para dar un poco de amor.

Todo eso que hace que su conflicto con Otis sea todavía más doloroso de ver, sobre todo cuando este último clama desesperadamente por una figura paterna en la cual pueda apoyarse.

Shia LaBeouf plasma efectivamente sus memorias en poco más de 90 minutos. Con la ayuda de Har'el, el actor se sincera finalmente dejándonos vivir con él sus traumas y la más grande frustración que ha aquejado su vida hasta ahora: la relación con su papá.

Honey Boy igualmente tiene distintos instantes en los que la ficción apela a la realidad para hacer escuchar la voz de LaBeouf, como si hubiera esperado siempre este momento para hablarle, donde quiera que se encuentre ahora, para ayudarlo a sanar sus heridas después de todo.

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